jueves, 12 de junio de 2014

51 peruanas en España, vidas que inspiran


51 peruanas en España, vidas que inspiran

51 peruanas. Testimonios de éxito, Madrid, TRAMA, 2014.
Por Sylvia Miranda


Libro patrocinado por la Fundación para la Promoción del Perú en España, apoyado por Casa de América, 51 peruanas, testimonios de éxito es una obra nacida de una realidad muy concreta, la existencia de una inmigración peruana, femenina, que ha alcanzado un grado de desarrollo, integración y fortalecimiento en la sociedad española. Una experiencia que este colectivo está en condiciones de valorar y de mostrar sin complejos ni prejuicios; porque las congregadas nos hablan de sus propias vidas fuera del país de origen. El gran acierto de las autoras del libro, Cecilia Flores Castañón (esposa del Embajador de Perú en España), Malena Francia, Fietta Jarque, Verónica Sarmiento y Yolanda Vaccaro, destacadas profesionales en diversos campos de la comunicación, ha sido darse cuenta de esta realidad y querer hacerla tangible en su conjunto. Hacer visible esta riqueza humana. Un trabajo difícil pues se trata de un esfuerzo de creación social, de dar un cuerpo, una presencia a muchas historias desperdigadas y que van dándose en tiempos y circunstancias particulares, pero que ha sabido resolverse bajo la forma de este libro, que transparenta, en su buen hacer, un trabajo con una voluntad democrática, inclusiva, con historias de mujeres de diferentes estratos y actividades sociales. En este sentido, es un trabajo pionero, es un documento sociológico y es un punto de partida y de encuentro. Es también, de forma entusiasta y afectiva, un lugar de reconocimiento a la trayectoria de estas mujeres y,  simbólicamente, a la de miles de mujeres que han recorrido un camino muy semejante, inmigrantes que han aprendido a establecerse en un entorno nuevo, la mayoría de las veces complicado, pero lleno de expectativas.  Es un libro agradable de leer, cercano al primer contacto, que cuenta con el soporte visual del trabajo fotográfico de Álvaro Hurtado y su asistente, Cecilia Vega, que han sabido no sólo darnos una imagen de las protagonistas sino que han ido más allá, captando el entorno o el espíritu de cada una de ellas enriqueciendo enormemente la obra. La palabra éxito es una palabra difícil, sin embargo aporta un impacto, una llamada dirigida a la sociedad en general dentro de sus propios códigos mediáticos, porque lo que se aprecia en el libro son, más bien, situaciones particulares, con sus complejidades sociales, económicas, además de las emocionales: el alejamiento de la familia, del país de origen, la aclimatación al país de acogida, el hacerse parte valorada de una nueva sociedad. Por otro lado, estos testimonios ponen el acento en las ilusiones, en el esfuerzo, en los logros pero, sobre todo, en el enriquecimiento personal que la experiencia migratoria en España les ha brindado. Un libro poblado de anécdotas que cuentan, a veces, mucho más que las propias explicaciones. En líneas generales, nos hablan de una búsqueda de nuevos horizontes, de una aspiración de superación a través del estudio, del perfeccionamiento de sus propias carreras efectuadas en el Perú o en el extranjero y también del emprendimiento de nuevas opciones, o de la oportunidad de una reinvención personal. Muchas trabajan y estudian paralelamente, lo que pone de manifiesto que la forma más importante de promoción social para la mujer en la sociedad recae sobre el conocimiento, sobre el estudio. En muchas se revela además, el placer del estudio y el andamiaje que significa pertenecer a una institución para una inmigrante. Otro gran tema es el de las dificultades burocráticas que han tenido que padecer y sobrellevar para convertirse en ciudadanas con plenos derechos, dificultades sobre todo para las que residían como estudiantes y querían pasar al estatus de trabajador legal. También se habla del idioma, de la suerte de hablar el mismo idioma, pero de las dificultades de tener distintos lenguajes en el momento de sociabilizar, de mostrar los afectos. Señalan la importancia que fue para muchas el saber otros idiomas, el inglés, el francés, el alemán en el desarrollo de sus actividades. Algunos testimonios dan cuenta, asimismo, de la discriminación social, de los estereotipos que la sociedad se crea sobre los inmigrantes y que este libro, en buena cuenta, ayuda a corregir e iluminar. Algunas ocupan puestos de alta responsabilidad en empresas privadas o en la administración pública española, otras han forjado sus propias empresas, otras han cumplido con el deseo de desarrollarse artísticamente, intelectualmente, pero en todas, de manera directa o indirecta, se vislumbra un común denominador, vincular sus proyectos de vida a un desarrollo social global, en muchos casos priorizando a colectivos en riesgo de exclusión. La proyección del trabajo de la mujer tiene esta característica significativa, va más allá del propio logro personal, abarca al otro en una dinámica de desarrollo común. Otros dos aspectos esenciales que han sido señalados son la apertura de miras que trae vivir fuera del propio país, que implica  la capacidad para hacer propio lo nuevo y la preponderancia de los afectos en la vida integral: el amor y la valorización de las propias raíces culturales peruanas y la importancia de sus familias. Pareciera que fuese algo natural el hablar de la amistad, de la familia, de los hijos, del apoyo del marido, dentro de este contexto de realización personal, pero no lo es siempre, ese es otro signo muy distintivo de ser mujer, un rasgo vital y generoso que predomina en la escala de valores de estos testimonios. 51 peruanas, testimonios de éxito es un libro que inspira, que es fruto y semilla, al mismo tiempo, de muchos proyectos. 

(Edición no venal que puede verse y descargarse en el dominio: www.51peruanas.net)


Madrid, junio de 2014

domingo, 8 de junio de 2014

Fabio Martínez, ciencia ficción en el espacio hispánico


FABIO MARTÍNEZ, CIENCIA FICCIÓN EN EL ESPACIO HISPÁNICO

Por ConsueloTriviño Anzola
Escritora y ensayista colombiana

Consuelo Triviño
En El desmemoriado, Fabio Martínez (Cali, Colombia, 1955)  incursiona de nuevo en la literatura de ciencia ficción y lo hace con el humor que lo caracteriza desde Pablo Baal y los hombres invisibles que publicó en 2003. Es curiosa la trayectoria de este escritor polifacético que se mueve con soltura entre la novela histórica con títulos como La búsqueda del paraíso, biografía novelada sobre Jorge Isaacs, autor de la más bella novela del Romanticismo hispanoamericano, María. Asimismo es autor de Balboa, el polizón del Pacífico, relato sobre el descubridor del océano Pacífico. Es como si su escritura necesitara desplazarse desde el tiempo histórico hasta el imaginario futuro, como una forma de perderse en la búsqueda de sentido y en la necesidad de entender el presente. 
Pero Fabio Martínez, el autor, no está perdido en el tiempo, todo lo contrario, anclado en el presente, ejerce la cátedra como profesor de literatura de la Universidad del Valle, a la vez que dirige su sede del Pacífico en Buenaventura. Además, es columnista del diario El Tiempo donde nos ofrece su punto de vista no solo sobre la actualidad política, sino sobre diversos temas de candente vigencia. De modo que estos dos polos a tierra como son el periodismo y la docencia le impiden desviarse de la cronología que sin duda rige su vida.
Consuelo Triviño

Pero tal rigor solo puede darse a medias en un escritor dominado por una vocación literaria que se le impone, ya sabemos que la escritura es un desvío de la prosa del mundo, esta llanura prosaica, a la montaña mágica de la imaginación y la ciencia ficción es en este caso una vía de escape para conjurar cierto malestar que nos asalta debido a los acelerados y sorpresivos cambios que la tecnología ha introducido en nuestras vidas. Nos inquieta sobremanera que cambie nuestra percepción del tiempo y del espacio, que hurgue en la intimidad del ser humano, no sabemos si con la intención de deshumanizarlo o de despellejarlo vivo. De hecho, el esfuerzo de los personajes de El desmemoriado consiste en una simbólica resistencia a cambiar sus hábitos, convencidos como están de que lo importante es mantener los lazos que los unen y aferrarse tenazmente a los símbolos constitutivos de su identidad.
Este es uno de los temas que se abordan en El desmemoriado donde dos personajes son condenados a la marginalidad y a la clandestinidad por haber quedado fuera del sistema, es decir, por no haber llegado a tiempo para recibir una tarjeta electrónica y un pin que los conecte a un sistema central, igual que al resto de los ciudadanos.
Consuelo Triviño y Fabio Martínez
Nos instalamos en una Bogotá ultramoderna el 6 de agosto de 2068 en que se celebra el 530 aniversario de su fundación y Pitty Caballero, profesor universitario, junto con su esposa Manzana Siachoque intentan sobrevivir sin el pin recurriendo a tretas para escamotear las medidas del gobierno. Encontramos una ciudad llena de pantallas que vigilan, con una marquesina que la atraviesa de oriente a occidente para proteger a los ciudadanos de los sorpresivos aguaceros torrenciales, un guiño al sabio loco, el profesor Goyeneche que nutrió de anécdotas el imaginario de los estudiantes de la Universidad Nacional.
Por la ciudad transitan clones y mutantes y gentes orgullosas de mantener a raya a los pobres ciudadanos que viven en los márgenes, pues el centralismo ha triunfado sobre las regiones apartadas. El funcionamiento del cerebro es modificado para que las personas se adapten a las nuevas realidades: a cambiar los alimentos por cápsulas, a solicitar los bienes y servicios a través de la red y a obedecer sin cuestionarse las órdenes del jefe supremo, que solo desea perpetuarse en el poder. Es preciso, por tanto, prolongar la vida de los individuos e intentar incluso que alcancen la inmortalidad.
Mesa presentación: Triviño, Martínez y Vázquez

Literatura y ciencia van de la mano aquí y este procedimiento propio de la literatura de ciencia ficción, como sugiere Arturo García Ramos, «lleva las teorías racionales más allá de sus posibilidades mediante la imaginación» (García Ramos, El cuento fantástico en el Río de la Plata, Mirada Malva, 2010:306). 
Y es que a medida que se avanza en la narración nos vamos dando cuenta de que ese futuro no es de ninguna manera ajeno al presente. Entendemos que se cuestionan el totalitarismo, el aislamiento e incomunicación entre las personas debido a la avasalladora presencia de las tecnologías, como dice el protagonista: «En el siglo XX, el hombre mató a Dios; en el siglo XXI el hombre mató al hombre».
Hay que celebrar, por tanto, esta reflexión sobre el presente desde un futuro no muy lejano, lo que se da en medio de la atmósfera inquietante del relato, aunque todo ocurra dentro de una aparente normalidad, procedimiento que inserta esta novela en nuestra tradición fantástica de ciencia ficción, que se remonta a Leopoldo Lugones, autor de ese conjunto de relatos que son Las fuerzas extrañas (1906), hasta llegar a la paradigmática novela de Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel (1940). Con ellos la ciencia ficción en nuestro entorno hispánico se ha abierto camino entre lo fantástico, alimentándose no solo de los adelantos científicos, sino también del cine, de los dibujos animados, tanto como de los clásicos. No cabe duda de Fabio Martínez es un apasionado lector de las novelas de Julio Verne que nos iniciaron en la lectura, pero sobre todo de obras como La máquina del tiempo de Wells, El fin de la eternidad de Isaac Asimov o Farenheit 451 de Bradbury que nos permiten reflexionar en lo que le espera a la humanidad bajo los regímenes totalitarios y sobre lo que le queda del ser humano cuando se manipula su cerebro. También de sus predecesores en Colombia como Antonio Mora Vélez (1942), Glitza (1979) e incluso José Félix Fuenmayor con Una triste aventura de catorce sabios, (1928) y José Antonio Osorio Lizarazo con su novela Barranquilla 2132 (1932). Pero no olvidemos que El desmemoriado es ficción dentro de la ficción, ya que Pitty, el protagonista, nos deja al final sus complacientes opiniones sobre el relato que acaba de escribir.

Un "desmemoriado" en la globalizada sociedad de la información

Un “desmemoriado” en la globalizada sociedad de la información:
Texto de presentación en Casa de América de Madrid, junio 2014

Por M. Ángeles Vázquez
M. Ángeles Vázquez, copyright foto Marta Menoyo
Editora de Mirada Malva


Publicar El desmemoriado, la última novela de Fabio Martínez ha sido para Mirada Malva un auténtico placer, no solo por nuestro interés en su autor y amigo Fabio, también lo es por el vínculo afectivo que nos une a la narrativa latinoamericana en general y a la colombiana en particular. 

Sin entrar en un análisis profundo, del que se ocupará nuestra querida colega Consuelo Triviño, quisiera apuntar que dentro de la variedad y riqueza de temas y estilos, de la polifonía hispanoamericana, surge esta novela, diríamos que en tono apocalíptico, donde el autor colombiano da por hecho que la sagacidad del lector forma parte de su semántica estructural y de su poética narrativa. 

Mesa presentación, copyright Marta Menoyo

La globalización del Planeta sirve de excusa y recurso a Fabio Martínez para realizar una crítica feroz contra el sistema, contra el “desconocimiento” –y por tanto, un supuesto retroceso intelectual- al que nos podría lleva el reto constante que implica la sostenibilidad de la sociedad de la información en nuestras vidas. Martínez la estigmatiza sin piedad, porque los significados no son lo que son, sino lo que unas máquinas diabólicas interpretan que son. Y en este sentido, quiero recalcar una frase genial que ejemplifica este tema: “para qué leer un libro si todo está sintetizado en Wikipedia” dice Pitty Caballero, uno de los protagonistas de la novela. 

Su léxico, que claramenente interactúa con el lector, sus guiños literarios, por ejemplo a la literatura anglosajona, o a sus autores fetiche como Cervantes y las referencias lúdicas a escritores colombianos como Juan Pablo Rocky, Piedad Revlon o Harold Almorranas, posibilitan que la novela discurra, con un sentido de la parodia y del humor extraordinarios, por un horizonte inteligente e inmediato. 

La trasmutada ciudad de Bogotá forma parte del eje central de la temática novelística de El desmemoriado, pero su estrategia narrativa se condensa, dentro de su irreverencia, en una sátira social profunda que se ve edulcorada a través de esa clave de humor de la que hablábamos, y que no deja de ser un recurso casi indisoluble en gran parte de la obra creativa de Martínez. 
Fabio Martínez, copyright Marta Menoyo

Dirá de ella Gustavo Reyes en una excelente reseña que le ha hecho a la obra: “Esta quinta novela de Fabio Martínez, perteneciente al universo de la anticipación o ciencia ficción, es también una protesta, un manifiesto, un desquite, una diatriba y una advertencia construida en el habla llana de la calle para darnos el anticipo de un futuro alucinante que, quizá, ya no estaríamos a tiempo de evitar, a menos que espejos como el que se propone ser esta obra actuaran como freno de emergencia”.

Finalmente, animarles a que la lean porque nos induce a la reflexión y a una posible reformulación de nuestro tiempo. 



sábado, 7 de junio de 2014

La cita. Cuento de Carlos Meneses


                                                La Cita

Palma de Mallorca, España

    
    
El camarero la miró no como a una cliente cualquiera, le llamó la atención su rostro dominado por un gesto que él no supo calificar en ese momento, pero que más adelante un habitual del lugar le abrió el camino para definirlo. Es la máscara del sufrimiento o el sufrimiento mismo sentenció un viejo llamado Pancho, cuando tras por lo memos veinte minutos de ver a la dama sentada en una de las mesas delanteras del local, la notó como dolida. La mirada parecía extraviársele en una de las paredes del café. Más adelante el viejo Pancho comentó: tal vez está mirando hacia adentro, hacia  su propio pasado. La dama tuvo un breve conciliábulo con el camarero al que le contó que esperaba a su novio. A partir de esa confidencia brotaron insinuaciones y calificativos sospechosos entre los parroquianos, como suele ocurrir en casos como este.

     Otro cliente la llamó la dama enigmática. Le sorprendía su quietud, su figura estatuaria, como si nada del lugar donde estaba le llamara la atención. Hasta parecía que fuera sorda y ciega. La manera como llegó a ese café y la búsqueda de una mesa libre no aceptaba ninguna ceguera. Felipe el camarero  había podido comprobar que lo que él le había dicho había sido perfectamente entendido. A una señora, cliente habitual a esas horas de la tarde, cuando ya empezaban a caer lentamente las sombras, le había llamado la atención su atuendo. Qué recargado le había comentado a Felipe. Bastante cursi había calificado don Demetrio, el profesor jubilado. El vestido celeste, una enorme flor roja de tela sobre el pecho, un sobrerito casi tirolés cubriéndole lo alto de la cabeza, y algunos rulos color caoba escapando por los costados.

    Cuando el reloj de pared marcó las siete menos cuarto y la dama había bebido dos jugos de frutas, Felipe el camarero se le acercó sonriente, y con tono amable le notificó que el señor de bigote que estaba  en la mesa del fondo le quería invitar una copa de jerez. La mujer con aspecto de tener algo más medio siglo, aunque su aun cutis terso no los acusara, hizo un gesto como de indignación y respondió al camarero: Diga a ese señor que una mujer decente no admite invitaciones de desconocidos. Estoy esperando a mi novio, mañana nos casaremos lejos de aquí. Felipe le siguió el amén, les deseo felicidad, ¿a qué hora dijo su novio que vendría? La mujer lo miró extrañada por la pregunta. A las siete. Miró su reloj y comprobó que faltaban quince minutos para la hora que debía imaginar como divina.

    La señora del atuendo cursi seguía siendo un enigma para algunos, otros la tomaban como una orate y se reían de ella. Jaqui, un joven actriz de teatro que siempre tomaba una copa antes de acudir a los ensayos de la obra en la que actuaba, insinuó que por la forma como esperaba a ese novio que había mencionado, le parecía una perturbada y que lo más probable sería que el tal novio no existiera. Potro Bravo, otro joven al que no se le conocía oficio ni beneficio, opinó que la mujer parecía como escapada del manicomio y hasta insinuó que se le podría hacer una broma pesada, decirle que su  novio había telefoneado anunciando que le era imposible acudir a la cita, pero los demás lo disuadieron de esas  perversas intenciones.

   Lo que más atraía la atención de la mayoría de los que estaban en ese local  “Ten Confianza”, era la actitud de la novia viendo cómo pasaban los minutos. El jubilado le había anticipado al viejo Pancho que el novio no acudiría a la cita. Y otro cliente que estaba con su mujer mostraba gran optimismo diciendo que ellos se quedarían hasta que llegara el novio, quien seguramente no faltaría a su compromiso. Sobre eso el viejo Pancho, el jubilado y la señora asidua a ese salón, no estaban muy seguros, pero de ninguna manera se mostraban en contra y menos con las opiniones irrespetuosas de Potro Bravo.

-       Ya son más de las siete –, señaló la señora asidua, mujer que había transpuesto los sesenta en soledad.

-          El novio estará en camino – manifestó el viejo Pancho sonriente.

-     Felipe - le dijo el jubilado al camarero – dígale a la impertérrita novia que el novio se esta tardando demasiado.

    El mozo Felipe hizo un gesto de duda, y luego susurró, no la desilusionemos, pobre mujer, a lo mejor el novio viene a las nueve, la hora del cierre. La mujer seria y firme como una estatua, bebiendo su jugo de naranja a breves sorbitos, parecía mirar  en algunos momentos hacia el reloj de pared, pero no mostraba ni la más mínima inquietud.  Semeja una esfinge, dijo el viejo Pancho. La señora asidua y solitaria, pero nada ácida, prefirió una frase amable, más bien una novia que confía en el novio, eso es muy bello. El jubilado pensó pero no lo dijo: a esta deben haberle fallado todos los pocos novios que habrá tenido.

    Sobre las ocho de la noche muchos parroquianos ya se había marchado, los que quedaban estaban pendientes de la llegada del novio y los que desconfiaban de su existencia pensaban en el espectáculo que ofrecería la quieta mujer. Uno de los atentos a las manifestaciones de la novia, le pidió a Felipe, el mozo, que le llevara otro jugo de frutas y que se lo pusiera en su cuenta pero que le dijera a ella que era invitación de la casa. A Felipe no le pareció nada mal la propuesta y procedió a cumplirla. Cuando colocó el vaso delante de la barbilla de la dama, ella lo miró como ofendida. Yo no le he pedido nada, dijo en son de protesta.

-          No lo tomaré, ya he bebido demasiado y no estoy para gastos inútiles – dijo la señora esfinge.

-       Es invitación de la casa – respondió muy cortés Felipe dentro de una risa breve que dejó ver toda su dentadura.

-          Agradezco en mi nombre y en el de mi novio – respondió ceremoniosa la dama.

      Justo cuando el reloj de pared señalaba las ocho en punto de la noche, el viejo Pancho  con voz casi inaudible y hasta bastante serio, pronosticó, me temo que vamos a presenciar un drama. La hora de cierre está cerca y el novio no aparece. La señora asidua debió ponerse en el lugar de la esperanzada novia y sólo dijo: vendrá, aunque tarde vendrá. Y el Potro Bravo, que ya parecía cansado de esperar resultados y daba la impresión de que se iría del local un instante después sentenció: el novio le habrá sacado a ésta todos sus ahorros, no asomará la nariz por aquí. Felipe, por iniciativa propia, se le aproximo a la estatuaria mujer y muy quedo le anunció: son las ocho y diez de la noche, estimada señora.

-          No me interesa la hora. Estoy aquí esperando a mi novio con el me casaré mañana.

-      Tenga en cuenta estimada señora -se arriesgó a responderle Felipe -, que cerramos a las nueve en punto.

-          Sus horas no son las mías, caballero – le replicó ella altiva sin elevar la voz pero convencida de que su espera no era inútil.

     El jubilado Demetrio, la señora asidua y el viejo Pancho se reunieron en una sola mesa, como dispuestos a tramar algo. Sólo se oían bisbiseos. Cuando se les aproximó el camarero lo involucraron en lo que parecía la organización de un complot. Si cuando sean las nueve, Felipe empiece a cerrar el local y ella no se dé por aludida creo que deberíamos llamarle la atención de alguna manera. Ay, pobre mujer, digo la señora solitaria, no le amarguemos sus deliciosos momentos de espera, aunque el tal novio no llegue o sea pura imaginación. Felipe no argüía nada, sólo escuchaba lo que decían sus más asiduos clientes.

    Potro Bravo, se aburrió de tanta espera, sin decirles nada a los clientes que aguardaban la llegada del novio, se puso de pie y se dispuso a abandonar el local. Cuando pasó delante de la dama esperanzada, la miró sonriente, se sobre paró un instante y le dijo: después de las nueve si quieres seguirlo esperando tendrás que hacerlo  en la calle. Y soltó una sonora carcajada al abandonar “Ten Confianza”. La dama ofendida por el tuteo, la advertencia y la carcajada, lo miró con rabia. Cogió el tercer vaso con naranjada que estaba a medio beber y dio la impresión de que lo vertería encima al impertinente, pero se reportó a tiempo, aunque mantuvo su gesto malhumorado por un momento.

-          Eso no está bien – censuró don Demetrio, el jubilado.

-          Ese muchacho es incorregible- preciso don Pancho.

-          Qué falta de educación, sea loquita o lo que fuere, es una novia y hay que respetarla.

     A las nueve en punto Felipe dijo dirigiéndose a todos, llegó la hora del cierre. Los clientes se levantaron de sus asientos dispuestos a abandonar el café. La dama novia permaneció inmóvil, indiferente a todas las voces que llenaban el lugar. El camarero se situó en la puerta para ir despidiendo uno a uno a sus clientes que parecían dar un paso adelante y dos atrás, ansiosos de participar del final del espectáculo. El minutero del reloj de pared señalaba las nueve y cuarto, todos miraban a la mujer en espera de un movimiento o una palabra. Felipe permanecía firme como un soldado de guardia.

-          Zacarías – pronunció bajito la dama – te estoy viendo venir. Has tardado demasiado.
 
    Todos contuvieron la respiración. ¿Dónde estaba Zacarías? El viejo Pancho dijo, es un novio invisible. Alguien detrás de él comentó: lo está viendo llegar, es una vidente. Se iba a producir una carcajada general, cuando la dama se levantó con la mirada fija en un solo punto. Dio pasos temblorosos, mantenía los brazos abiertos y el gesto comunicaba una rara sensación de felicidad. ¿Por qué has tardado tanto? No sabes lo que me has hecho sufrir. Juntó sus brazos como si se abrazara a una persona que sólo ella podía ver. Zacarías, repitió otra vez, eres el amor que viene del Paraíso. Se desplomó con una dulce sonrisa en los labios.