sábado, 20 de diciembre de 2014

Gil-Albert y Visconti: Dos espejos de la belleza

GIL-ALBERT Y VISCONTI: DOS ESPEJOS DE LA BELLEZA

POR PEDRO GARCÍA CUETO

   
Luchino Visconti
Personalidad arrolladora la de Visconti, con un cine que desarrolla todo su interés en los mundos antagónicos, los aristócratas y las clases populares, donde el arte se pone al servicio de una obra esencialmente visual, de estética manifiesta, desde los decorados teatrales de Senso, pasando por la visión de la aristocracia en El gatopardo hasta la muerte como tema de fondo en Muerte en Venecia.

  Gil-Albert sintió por Visconti un gran interés, porque, para él, era mucho más que cine, representa la forma de enfocar el mundo desde el pasado, desde un tiempo ido que siempre se añorará, donde las maneras son importantes, eje de una educación aristocrática, adquirida o no en la cuna, pero tamizada por el gusto por todo aquello que sea emblema de belleza.

   Por ello, el mundo de Gil-Albert se identifica con el universo viscontiniano, por la mirada al ser humano, desde el interior, buscando la belleza y la elegancia de una época ya desaparecida, que ha dado lugar a otras maneras más rudas, que nada tienen que ver con la elegancia del príncipe Salina en El gatopardo, tampoco con los personajes elegantes de las novelas de Gil-Albert, como El retrato oval o su retrato de la familia de los zares o en su libro de memorias, concretado en Concertar es amor, donde sobrevuela un mundo de belleza que el tiempo ha destruido.

   Muerte en Venecia, con la imagen del compositor que ve hundirse la Venecia soñada, truncada ahora en un nido de enfermedad y muerte, Senso, donde el amor, con el trasfondo de la revolución de Garibaldi, enlaza a los personajes, La caída de los dioses, basada en Los Buddenbrook de Thomas Mann, donde la burguesía alemana va perdiendo paulatinamente su poder y El Gatopardo, entre otras grandes películas, imagen del príncipe de Salina, donde la soledad y la muerte de una época se plasma en el rostro de Burt Lancaster.

  
Juan Gil-Albert
Gil-Albert ama el mundo que se va, espejo de una vida que se extingue, como nos dejó claro en su homenaje a Gabriel Miró, pero también la elegancia de esos objetos que adornaban su casa, como si Visconti hubiese entrado en ellos, para adornarlos, con su cámara cinematográfica. El cine y la literatura, ensamblados, en una armonía latente que no tiene parangón.

    Gil-Albert lo expresa en su valoración sobre Visconti, recogida en Viscontiniana, cuando dice lo que sigue:
“Su gran personalidad escenográfica estaba ya, en aquel film (Rocco y sus hermanos), manifiesta, pero de no haber visto más que eso no tendría yo la impresión, confirmada de golpe, cuando asistí por primera vez a la proyección de El Gatopardo, de encontrarme ante un artista de talento poco común; digo de golpe debido a que no necesitaba para su apreciación de insistencias, pues reincidí, como espectador, hasta nueve veces”.
   Vive en Visconti, para Gil-Albert, la cultura, una sociedad acabada, también la pasión estética, que vive también en Gil-Albert, que se alimenta de esos cuadros que son sus novelas, donde la poesía convive con la prosa, en una eterna sinfonía para que el lector se deje llevar por la marejada del lenguaje bien escrito y esmerado.

  Y los actores de Visconti, como el gran Dirk Bogarde, del que Gil-Albert decía en el citado libro que era la mejor imagen del hombre de enorme interioridad, en un momento mórbido y declinante de su vida.  Muerte en Venecia se convierte, para Gil-Albert en un fresco sobre la belleza, sobre la vida y sobre la muerte, más allá de la novela de Mann (que a Gil-Albert no le apasionaba), la película de Visconti le fascina, es una obra maestra, dice el escritor alcoyano, lo que suscribo, desde mi modesta opinión.

    Termino diciendo que Visconti es un artesano, así lo define Gil-Albert, porque crea como una orfebrería el motivo de su arte, lo evoca de este modo:
“Un mago, efectivamente, ya que Visconti evoca más que crea, pero como la evocación está hecha a mano, como el adorno de mi madre, objeto por objeto, detalle por detalle, minucia por minucia , compuesto y entretejido todo por un sentimiento de causa que es más de orden cordial que erudito, la magia se vuelve en Visconti arte,arte tenaz, y no solamente placentero, tenacidad que se esfuma –tenacidad, insistencia, deber- dejando incorporado el esfuerzo del arte, como único sobreviviente de tamaña empresa, el placer de crear”.
El Gatopardo
   Entrar en la casa de Gil-Albert era adentrarse en la elegancia, en la estética de un mundo ya ido, presidido por porcelanas, cuadros, cortinas, alfombras, jarrones, flores, como aquellas, salvando el espacio de aquellos palacios del cine viscontiniano con respecto a la casa de Juan en Alcoy o Valencia, era adentrarse en un mundo similar, como las grandes escenas, tan teatrales, del cine del director italiano, esos escenarios llenos de oropeles, majestuosos, como los de El Gatopardo en su magistral escena del baile o en El inocente, su testamento fílmico, donde parece que nos ahoga tanto jarrón, tantas flores, pero todo ello no hace sino complementar el amor por la cultura de Visconti y en Muerte en Venecia Ashenbach contempla a la familia polaca, con el esmero de un entomólogo, diseccionado gestos, ropas, hasta que surge el flechazo por el joven efebo, el célebre Tadzio, personaje que no es otro sino el ángel de la muerte. Incluso me atrevería a decir que Gil-Albert no es otro que el profesor de la película Confidencias, donde Burt Lancaster acoge a una familia decadente y caprichosa, sintiendo especial predilección por Helmut Berger, el bello amante de la mujer, Silvana Mangano, la madre de Tadzio en Muerte en Venecia.

   Cine elegante, mundos refinados, como el mundo de Gil-Albert, donde la belleza busca su lugar, donde el lenguaje de la prosa se combina con el esmero de ese universo que reflejó tan bien Luchino Visconti en su genial cine.

     Se puede comparar Visconti a los cuadros de Delacroix, a la música de Debussy, son espejos del arte que anida en el gran director de cine, tan cerca del mundo estético de Gil-Albert, de su evocador mundo de un pasado que ya no volverá, pero que queda para siempre en nuestro recuerdo.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Nueva página web del escritor Fabio Martínez

Os invito a visitar la página web y blog del académico y escritor colombiano Fabio Martínez, profesor y director del programa de Literatura de la Universidad del Valle. Crítico literario, novelista, cuentista y antólogo, ha publicado una larga lista de títulos que podéis consultar en su web, así como sus agudos artículos sobre literatura latinoamericana y su trabajo como columnista en el diario El Tiempo.



sábado, 13 de diciembre de 2014

Juan Goytisolo, nuevo premio Cervantes

JUAN GOYTISOLO, NUEVO PREMIO CERVANTES:
LA LUCIDEZ DE UN INTELECTUAL CONTEMPORÁNEO

Por Pedro García Cueto


  Leer a Goytisolo es un acto de reflexión, una aproximación a una amplia cultura, una meditación sobre la escritura y su peso en el mundo. Ahora, que ha sido galardonado con el Premio Cervantes, el escritor nacido en Barcelona, merece una reflexión sobre una obra de gran calado intelectual, una obra de diferentes interpretaciones, que expongo en este estudio.

   Como dijo M. Carmen Porrúa en su artículo “Un itinerario ético y estético”, publicado en la revista de la Asociación de Escritores, República de las Letras, en el monográfico dedicado al escritor en julio-agosto del 2007, la escritura de este está afincada al compromiso:

“La escritura goytisoliana refleja una actitud éticamente comprometida en relación a las cuestiones políticas y morales de nuestra época” (p. 27).

   Libros como Cuadernos de Sarajevo, Argelia en el vendaval o Paisajes de guerra en Chechenia al fondo, son claros ejemplos de esta actitud, la del hombre que piensa el mundo, que reflexiona sobre su devenir, un escritor que conoce el dolor, lo expone y medita sobre él, acerca de la injusticia de un mundo que se desangra por guerras y conflictos continuos, un lugar que merece este espacio de meditación que Goytisolo dedica, porque solo así podemos intentar ser mejores y buscar una solución al caos que nos rodea.

   Hay una denuncia continua en su obra, un compromiso ideológico con los desprotegidos, con los que tienen menos, un deseo de abolir el dolor a través de su denuncia, el rechazo a un capitalismo furibundo, a una sociedad de consumo que fagocita al individuo en sus redes. Todo ello se aprecia muy bien en libros como Furgón de cola (1967), hasta Pájaro que ensucia su propio nido (2001).

   El afán del escritor es apoyar la integración, el multiculturalismo, la pervivencia de razas en un mismo ámbito (temas presentes en sus famosas novelas Señas de identidad o Juan sin tierra).

    Es la trilogía de Álvaro Mendiola el testimonio más fiel de ese sincretismo, de esa búsqueda de un hogar común que rompa los laberintos del tiempo y que consolide la unión de razas que deben encontrar su sintonía, su armonía a un mismo lugar.

   La presencia árabe en la Península, su legado, es el leit motiv de esas novelas de indudable peso en nuestra literatura contemporánea, son la búsqueda de un eslabón cultural que no debe romperse y una crítica soterrada a la idea de los Reyes Católicos sobre la unidad de España. Goytisolo reafirma el culturalismo, la herencia árabe como un sustrato que enriquece nuestra cultura, por ello, utiliza el árabe en sus novelas, ya que en Juan sin tierra (1975), termina el relato con formas escritas en caracteres arábigos y Makbara (1980) es un relato donde pervive lo oriental en cada página.

   Para el escritor, todo proceso nace de una búsqueda de lo oriental que da luz a las ventanas de nuestra historia. Es lo árabe la mejor vidriera, donde se debe filtrar la luz  del edificio de nuestra historia, donde los rayos iluminen nuestro presente desde un pasado que no podemos olvidar ni rechazar.

    También el escritor es un amanuense que da caligrafía a sus textos, genera, desde el relato de la ficción, otros textos secundarios que enriquecen el basamento original. Sin duda alguna, hay relatos interiores, diálogos, ensayos dentro de la novela, para conformar una arquitectura del pensamiento, un sólido edificio de palabras donde convivan, en armonía, lo ético y lo estético.

    En el escritor catalán, pero universal, la radiografía del tiempo es ineludible, en una buena y profunda lectura de su obra, la Guerra Civil, la época contemporánea, son eslabones necesarios para generar un discurso sobre nuestra historia, el cual no eluda la Edad Media, como la semilla de una cultura creciente, con el legado de los árabes y los años de las Conquista musulmana y el Renacimiento, esplendor que debe ser recuperado en tiempos de crisis como estos. Todo encaja en el caleidoscopio de este novelista, ensayista, que busca el multiculturalismo como una razón de ser.
  
  Hay un eco manriqueño en Telón de boca, en manos de ese septuagenario que recorre su vida, hay un tempus fugit presente en el dolor del paso del tiempo, donde anida el eco de Proust y de Tolstoi, escritores que admira Goytisolo, como si en ellos se reviviese el espíritu del mejor pasado literario.

   Los personajes de sus libros también tienen múltiples rostros, son seres hilvanados con la mirada del entomólogo, lo podemos ver en novelas como El sitio de los sitios, Las semanas del jardín, Paisajes después de la batalla. Los seres que aparecen en sus novelas-ensayos son ejemplos de protagonistas polifónicos, seres que pertenecen a un lugar y a ninguno, desterrados del paraíso terrenal.

    Como dijo Marco Kunz en su artículo “En torno al otro lado: La escritura transfronteriza de Juan Goytisolo”, aparecido en la revista República de las Letras en el monográfico ya citado, el escritor es una combinación de culturas, en un espacio que abarca el mundo y lo borra, en su afán transfigurador.

    Dice así: “Juan Goytisolo es, sin duda, el escritor menos español de la literatura española contemporánea, y al mismo tiempo, el más mudéjar y el más hispanoamericano”.

     Goytisolo que vive desde hace muchos años en Marruecos, lugar que engloba su visión del mundo, entiende el mismo como un espacio lleno de traducciones, donde debemos transcribir las palabras para entender su significado profundo, cualquier lengua es recipiente de ese paisaje de ideas que es la literatura del escritor español.

    No hay duda que Goytisolo se nutre del estilo cervantino, como demuestra Las semanas del jardín, ya que se trata de historias que tienen un decidido afán didáctico, pero también son espejos de cajas rusas, unas dentro de otras, lo que enriquece el conjunto, pervive también la influencia de Bocaccio y su Decameron, donde el relato oral pesa como un legado que no podemos eludir, una literatura contada unos a otros, para buscar el sentido de la vida. El relato cervantino, su famoso Quijote, está dentro de ese espíritu de Goytisolo, las diferentes perspectivas y un afán por desdramatizar al personaje, hacerlo risible y, a la vez, profundo.

    Hay un afán en el escritor de realzar lo ficticio sobre lo real, como ocurre con Don Alonso Quijano, hacer que el personaje traspase las páginas y esté más vivo que nuestros amigos o amores, más carnal y, a la vez, esencialmente, espiritual, en este proceso de vivificación del personaje inventado.

    Hay ecos en el escritor de Pirandello y Unamuno, en su famosa Niebla, donde el personaje se rebela al autor que lo ha creado, hay, también una algarabía de voces y puntos de vista, Goytisolo impone la voz del personaje, su alter ego que sirve para explicar el mundo y sus contradicciones.

   Sobrevuela otro tema en la obra del escritor catalán, la idea del exilio, que está presente en Reivindicación del Conde don Julián, el punto que lo domina es la ciudad de Tánger, que sirve de perspectiva multicultural para hablar de un territorio que quiere y siente a España, que ama el pasado que los une y que lamenta el tiempo que los separa.

    Y, como último tema, el humor, muy presente en su obra, porque la ironía lo asola todo, una mirada que burla las apariencias, pero que presencia ese tiempo de crítica y censura que fue el franquismo, hay una lucidez presente en el hombre que ha entendido la mediocridad de la España de la dictadura y el afán, siempre vivo, de ir más allá, hacia una modernidad, que no anule lo bueno de nuestro enriquecimiento cultural en el Medievo.

   Hay un último Goytisolo, el poeta, que hace lirismo de su prosa, como dijo Luis Vicente de Aguinaga en otro artículo del Monográfico dedicado por la revista República de las Letras al escritor catalán, dice lo que sigue: “la obra de Goytisolo es arriesgada y compleja”, sin duda alguna, porque su prosa está imbuida de una poesía que radica en lo mejor de nuestra lírica española, como muestra en su libro Reivindicación del conde don Julián, donde late Góngora, el poeta cordobés que hace del verso una luz interior, llena de sombras y de claroscuros.

    En su Polifemo, entiende Goytisolo la España lúcida, pero trágica, fea, pero hermosa, pacífica, pero con genes de violencia, la España que genera arte y lo destruye.

    Como conclusión a esta mirada a un escritor que ahora recibe el Cervantes por su alto compromiso con la literatura y con el pensamiento, cabe decir que se trata de un escritor de gran calado intelectual, casi un visionario, que en la época de la dictadura ya alumbró el deseo de una España multicultural, que recuperase aquel espíritu perdido por los Reyes Católicos y su afán homogeneizador y de pedante beaterio, donde la Iglesia era el poder omnímodo en sintonía con el de la Monarquía.

    Hubo, nos dice Goytisolo, una España plural, sabia, sincrética, multicultural, que el tiempo ha recuperado y que no debemos perder, tierra de emigrantes como de emigrados, se trata de una España que algunos quieren olvidar, aquellos que de forma sectaria imponen sus criterios, pero que debe seguir creciendo, tal es el legado de este hombre que ha cultivado la narrativa como si fuese un ensayo y este como una novela, porque no entiende de géneros, todo es literatura y esta anida dentro de nosotros, como espejo de nuestra vida, merecido Cervantes el de este hombre lúcido de pensamiento inquietante y provocador, como deben ser los grandes hombres de la cultura de cualquier tiempo que se precie de serlo.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Óscar Hahn: Premio Loewe de Poesía 2014

Óscar Hahn (Chile, 1938). 

Poeta, ensayista, crítico literario. Es Doctor en Filosofía por la Universidad de Maryland. Entre 1971 y 1972 fue miembro del Taller de Escritores de la Universidad de Iowa. Después fue docente de esa misma universidad por más de tres décadas. Actualmente es Profesor Emérito. Entre sus libros figuran: Esta rosa negra, Arte de morir, Mal de amor, Versos robados, Apariciones profanas, En un abrir y cerrar de ojos, Pena de vida y La primera oscuridad. De los múltiples reconocimientos a su obra destacan: Premio Casa de América de España (2006), Premio José Lezama Lima (2008), Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2011), el Premio Nacional de Literatura (2012) y el premio Loewe de poesía por su obra Los espejos comunicantes (2014). Es considerado una de las voces más importantes de la poesía Hispanoamericana.



Poemas de Los espejos comunicantes



DESNUDO BAJANDO UNA ESCALERA

Este es el traje
con el que el alma cubre
sus vergüenzas
el traje
que un día se convierte
en polvo
               en sombra
                                  en nada
y deja el alma a la intemperie
sin manos con que taparse
las partes pudendas
Entonces en algún closet por ahí
en algún colgador cuelga el alma
en la
          más triste
                          desnudez





TEORÍA DE LA RELATIVIDAD

Anoche
detrás de esa puerta que abriste
había un hombre tocando el piano

Junto al atril
un candelabro y un ramo de rosas

El hombre miró hacia el umbral
y vio tu silueta difuminada por la luz
El miedo lo paralizó y dejó de tocar

Cerraste la puerta con llave
y regresaste a tu dormitorio

La mañana siguiente
todo había desaparecido
No existían ni el hombre ni el piano
ni el candelabro ni el ramo de rosas
Sólo gotas de cera pétalos secos
y telarañas

El hombre de la habitación
hablará del fantasma
que una noche apareció en su puerta
Y tú hablarás del fantasma
que viste anoche en la habitación

Todos somos reales e irreales
Estamos aquí y estamos allá
dijo Einstein cuando presentó
su teoría de la relatividad
Pero nunca pudo saber
cuál de los dos era él:
si el hombre de afuera
o el hombre de adentro

A veces
como para olvidarse
toca el piano





EN LA TUMBA DEL POETA
DESCONOCIDO

Aquí yace Ene Ene
el poeta desconocido
No corrió la suerte de Lorca
ni de Neruda ni de Eliot
ni de Rimbaud ni de Rilke
ni de ninguno de los que duermen
en túmulos famosos
Escribió lo que pudo y como pudo
y su felicidad no fue la fama
sino la epifanía de componer unos versos
y releerlos y guardarlos
como un pequeño tesoro
Yo te admiro poeta invisible
por tu coraje para enfrentar el anonimato
sin claudicar jamás
de tu vocación creadora
Nadie conoce tus poemas
y casi nadie ha leído tu epitafio
escrito por ti mismo
para este nicho visitado
tan sólo por los que te quieren
Y en esta vida amigo mío
eso es lo único que cuenta





OSO BLANCO

Es un oso de mármol
pero él se siente más liviano que el aire

Aunque pesa lo que pesa un témpano
mueve sus níveas patas
con la gracia de un bailarín de ballet

Nada puede la fuerza de gravedad
contra el poder de sus convicciones

Los que llevaron maquinaria pesada
para arrancarlo de su pedestal
no lograron moverlo ni un centímetro

Y ahora miran atónitos como flota
entre las blancas nubes del cielo

El oso de mármol saludó desde lo alto
a los que no creían en él

y se alejó volando en la inmensidad
hasta que fue sólo un punto en el horizonte





SOLITUDE

In my solitude you haunt me
with reveries of days gone by.

          Música de Duke Ellington


Mi soledad no está sola:
está conmigo
Me acompaña dondequiera
que voy: duerme en mi cama
come de mi mano: respira
el aire que respiro
Me habla con mi voz
camina como yo camino
siente lo que yo siento
Sólo una vez mi soledad
se alejó de mi lado
me abandonó: partió
Fue esa tarde que conocí
a la mujer de mi vida
Meses y meses sin mi soledad
noche tras noche con mi gran amor
ocupando el espacio
de mi desamparo
Hasta que un día todo terminó
como siempre terminan
los amores eternos:
en un abrir y cerrar de ojos
Y ahora
he regresado a mi casa
Mi soledad me recibe
con los brazos abiertos
no me dice nada
no me reprocha nada
me abraza me consuela
Llora conmigo





RELOJ DE PIE

I.
      
En mi casa
tengo un reloj de pie
que me saluda cada hora
con melodiosas campanadas

De noche camina
se para junto a mi cama
y se queda en silencio
velando mi sueño
hasta que despierto

Después va a la cocina
me prepara el desayuno
y regresa a su sitio
contra la pared

Y así
día tras día
noche tras noche

Cómo me gustaría
hablar con mi reloj
cómo me gustaría
preguntarle algo
que toda la vida
he querido saber

Cómo me gustaría

Pero tengo miedo
tengo mucho miedo
de que me responda

      
       
II.

Mi reloj ha muerto

Murió como siempre vivió:
de pie

Se le fue descascarando el barniz
poco a poco

Para avanzar sesenta minutos
se demoraba dos horas

Daba las campanadas muy bajito
con un sonido casi imperceptible

Una tarde las manecillas de mi reloj
se detuvieron
y el péndulo dejó de oscilar

No quise sacarlo de su sitio
y enterrarlo en el patio

Lo dejé ahí contra la pared
hasta que se convirtió
en un montículo de cenizas

Puse las cenizas en una pequeña
caja de chocolates

Ahora la cajita da la hora
puntualmente

Y toca música





MUERTE DE UN POETA

¿Qué estará pensando Gonzalo
Rojas qué poema imposible
estará fraguando su mente
en estos dos meses de agonía
qué pacto insondable
con las sombras?
Dijeron que se hallaba
en estado de sopor
Dijeron que le quedaban
dos días de vida
Pero yo me dije: el que supo vadear
las aguas de lo Oscuro
no se va a hundir tan fácilmente
en el río Aqueronte
No va a cantar victoria la Muerte
no va a izar sus negros pendones todavía
Y es así como Gonzalo Rojas
hondamente caído al fondo de sí mismo
pero colgando de una hebra
de esta vida
le dijo a la Muerte:
Un poco de paciencia amiga mía
no se ponga nerviosa
déjeme terminar este poema
como Dios manda
Y se pasó dos meses pergeñándolo
mientras los médicos iban
y venían de su cuarto
sin entender por qué
ese hombre seguía respirando
Puso el último verso
en la postrera estrofa de su vida
y el tiempo se detuvo
en la fecha precisa:
veinticinco de abril de dos mil once
Estoy listo le dijo a la Muerte
No tengo nada más que hacer
en este rumbo
Miró con ternura
su cuerpo tendido en la cama
se dio un beso en la frente
y desapareció en el infinito
con una sonrisa en los labios





LOS ESPEJOS COMUNICANTES

¿Con quién se comunican los espejos
comunicantes?

¿Con qué interlocutor inconcebible?
¿Con qué figura cautiva en el azogue?

De lo que hablan no sabemos nada
De lo que piensan lo ignoramos todo

A veces
cuando me veo reflejado
en un espejo de medio cuerpo
tengo miedo de que me succione
de la cintura para arriba
Mi otra mitad
de la cintura para abajo
saldría huyendo
como un grotesco enano

Anoche
vi que alguien del otro lado
del espejo había escrito:

“El día llegará”

Entonces oí la voz
del cristal que me decía:

Y las imágenes almacenadas
adentro de los espejos
serán vaciadas en la realidad:
sujetos lavándose los dientes
mujeres maquillándose y peinándose
señoras ajustándose el corset
caballeros arreglándose la corbata
jóvenes afeitándose
quinceañeras probándose
el primer sostén
gente mirándose desnuda

Y agregó con tono solemne:

Todos los reflejos de personas
y animales emergerán de los espejos
e invadirán aldeas y ciudades

Será el día de la confusión universal
el día en que nadie podrá distinguir
entre los objetos y sus íconos
entre los seres vivos y su imagen
entre los nombres y las cosas

Y después será el fin del mundo

Así habló el espejo comunicante
y estalló en mil pedazos 



Gimferrer: El poeta que nunca muere


GIMFERRER: EL POETA QUE NUNCA MUERE

POR PEDRO GARCÍA CUETO

     

Dos libros de Pere Gimferrer son siempre una ocasión de orgullo para el lector, ya que el poeta catalán ha dejado obras de gran calidad, a lo largo de los años, desde que nos quedáramos todos asombrados por la belleza de Arde el mar.
     Ahora, el poeta, cinéfilo, ensayista y tantas cosas más, nos deja dos libros que desvelan el gusto por el poema bien hecho, como demuestra Per riguardo, aparecido en la Fundación José Manuel Lara, donde Gimferrer utiliza la lengua italiana con maestría, tal es su don de lenguas, sus múltiples lecturas, la sabiduría que impregna a su mirar en el mundo.
    
Per riguardo tiene la referencia ineludible de Wallace Stevens y su poema “Sea surface full of clouds”, el gusto de Stevens por el color, por lo descriptivo, está presente en este libro, donde el poeta catalán recrea versos de otros poetas, como el de Alberti: “Nunca vi Granada”, por “No he visto nunca a Rafael en Roma”, el libro es un continuo rehacer, una búsqueda de la cultura para cincelar el nuevo verso, ese que deje al lector, envuelto en luz para siempre.
   Per rigurardo se ilustra con la estupendo traducción de Justo Navarro, escritor que traduce los doce poemas en italiano del autor, su título castellano “Con cuidado”, ya nos dice mucho de este ejercicio meticuloso de hacer del verso un espacio donde el destello ilumine al lector, ávido de la savia de este poeta siempre intelectual que ha ido germinando una obra sólida y poderosa.
   En este libro está el gozo por la vida, el ir muriendo manriqueño, la idea de nombrar aquello que es inefable, en la mejor tradición de la mística española, un esfuerzo que se va colmando en estos doce poemas, dibujos y tapices que se hilvanan para constituir el lienzo que Gimferrer tiene pensado en su interior y que, luminoso, traspasa al lector, con la certidumbre de la vida que se va y que debe dejar su huella en las palabras para siempre.
     El otro libro, El castillo de la pureza, se deriva del final del Igitur de Mallarmé. El libro ha sido editado por Tusquets y nos habla de esa frontera que es el lenguaje, donde todo está y no hay nada en realidad, es un castillo el vivir, un ir construyendo un mundo que nos salve de la muerte, la palabra es esa fortaleza, donde nos vamos resguardando, pero la muerte siempre nos hace sombra, está allí, detrás o enfrente nuestro.
    
Es el libro donde el poeta vuelve al catalán, lengua materna que dice lo que no sabe decir otra, aquella que fue desvelamiento en libros tan singulares como L´espai desert o L´agent provocador, libros que abren el paisaje a un espacio único, son quimeras que estallan en las manos del lector, fronteras de luz donde el lenguaje deja su impronta y permanece para siempre entre nosotros.
    Hay detrás de Gimferrer un mundo que se ve pero que no está escrito, el universo del silencio que late en cada poema, diáfano y transparente, como la línea en blanco, pero que debemos completar, como en estos poemas en catalán e italiano, tan llenos de lucidez y amor por la poesía. Gran Gimferrer que fue novísimo y ahora es ya un clásico de nuestro tiempo.
     Como nos deja en estos versos del poema “Fin de trayecto”, el poema es siempre un puzle que se hace y se deshace, donde la idea del tiempo pesa, donde vemos el culturalismo latente en Gimferrer, pero también su deseo de decir lo que no llegamos a ver, ese silencio de la página, capaz de hacer del lector un segundo poeta, en la idea que siempre ha sido el leit motiv del gran Paco Brines:
“Esta noche que llega horrorizada, / codiciada de tanto basilisco, / el crepitar del agua en el andén de plata, / en la estación del aire desconchado, / la ferrovía de la juventud, / guardabarreras de la sonata de los espectros…”

     El poeta catalán sabe que el agua se humaniza ante el andén, porque todo se materializa, somos seres a la deriva, que vemos cómo las cosas nos completan, nos dejan la huella de su presencia, tal es el aire desconchado, el del tiempo, el del inevitable paseo por la vida, donde nos vamos disolviendo, seres que desaparecemos tras nuestros actos y tras nuestras palabras, nos vamos borrando ante la vida que pasa, que se va, que se escapa para siempre, dejando solo el legado de los poemas, sus ecos, ya inmortales.