sábado, 18 de abril de 2015

Secretos familiares ¿decretos personales? de Diana Paris

PRESENTACIÓN LIBRO SECRETOS FAMILIARES ¿DECRETOS PERSONALES? de DIANA PARIS

¿Podía Edipo huir de su destino? ¿Era necesario que Napoleón Bonaparte por ser leal a su padre se enfermara de cáncer de estómago? ¿Sabía el entonces príncipe Guillermo de Holanda que al elegir a Máxima repetía la historia de sus ancestros? ¿Cómo explicar las tragedias de la familia Kennedy ?
La psicología transgeneracional explora en los pactos ocultos que pasan de generación en generación, e indaga en la lealtad invisible entre padres e hijos, hermanos, abuelos y tíos. Los árboles genealógicos son las herramientas para descubrir esos lazos secretos.
La familia puede ser nuestro cofre del tesoro o nuestra trampa mortal, conocer los secretos familiares nos libera de repetir y nos permite crecer.
Sincronía de fechas / Repetición de dolencias físicas y psíquicas / Enfermos imaginarios / Contratos ocultos / Mentiras heredadas / Delegación de la deuda parental / Elección de la carrera profesional / Celos y triangulación / El peso de los muertos en la elección del nombre.

PRESENTACIONES
  • Librería Ecocentro
c/Esquilache, 4. Madrid
Día 21 de abril a las 19:15 horas, Sala 53



  • Exposición Cuerpo y Poder
c/Fuencarral, 77. Madrid
Día 24 de abril a las 19:00 horas

miércoles, 15 de abril de 2015

Todos los nombres de Omar Ortiz


Omar Ortiz, Diario de los seres anónimos, Granada, La Mirada Malva, 2015

Todos los nombres de Omar Ortiz
Por Sylvia Miranda
Escritora y ensayista peruana


Tiene mucha razón el poeta colombiano Juan Manuel Roca cuando dice que la poesía de Omar Ortiz “no se traiciona, y no es traicionada tampoco por las palabras”. Cuando se recorren las páginas de este hermoso libro, ese maridaje de deseos, intenciones e intuiciones que conlleva toda obra se une a la belleza de las formas en un camino natural, en una correspondencia verbal acompasada, fraguada en ese sendero del que tanto se nutrieron los grandes clásicos: la espontaneidad emocional del habla popular, su soltura, su ingenio, su verdad vivísima pero, al mismo tiempo, moderada por el oído y el conocimiento, de ese gran creador de la palabra y traductor de realidades, que es Omar Ortiz.
            Nuestra América es una tierra de olvidos y de sombras pero, al mismo tiempo, es un mundo magnético y proverbial que reclama la luz. Los Incas no tuvieron una escritura propiamente dicha, pero tuvieron los quipus, bellísimos atados de cuerdas y nudos en los que registraban cuentas e historias y con el que los Amautas contaban el relato de su pueblo. No sabemos descifrarlos. Las sombras, como apunta el epígrafe de Marcel Schwob que abre el libro de Ortiz, han terminado por comerse el sueño y beberse el olvido, pero nunca completamente. Allí queda el testimonio, la enigmática forma congregándonos en silencio, dando densidad a nuestra historia. Ese arte perdido que sin embargo nos llama desde lejanas existencias, como los petroglifos que los pijao esculpieron en la ancestral piedra colombiana, formas que adopta el futuro en tanto que son la nostalgia de lo que somos y aún no conocemos.
Para alumbrar esa zona de sombras, de dudas, de ignorancia, de fantasmas, de sueños y esperanzas que pueblan y han poblado su Valle del Cauca, Omar Ortiz escribe este libro, esculpe estos personajes dándoles identidad, un nombre propio, creando en pocos versos unas vidas individuales que son asimismo representaciones de nuestra humanidad. En ellos reconocemos a los justos de esta tierra, a los que pagan por pecadores, y mueren entre los ignorados a pesar que, como decía Borges, son los que “están salvando el mundo”.
Este Diario de los seres anónimos muestra la existencia de un mundo paradójico. El propio título es un ejemplo, ya que uno se sorprende al encontrar tantos nombres propios en su interior. Cada poema es un personaje, incluido el poeta, que inaugura el diario llamándose así mismo, “El curioso compilador”. Este ávido recopilador sabe que “Nos encanta esculcar, mirar, catar, / sonsacar al otro sus pequeñas historias” por esta razón nos da este “breviario”, no sin advertirnos, a su manera, que lo que leeremos son ficciones.
Con un humor presente desde el primer poema y conciliando, en el anacronismo que permite el texto literario, varias épocas, situaciones, personajes históricos, así como fuentes culturales diversas, construye un diálogo intemporal, como voces aisladas que hablaran de lo mismo sin llegar a escucharse. En contadas ocasiones se expresan relaciones entre los personajes, como entre los poemas de Graciela Ortiz y Hernán Moreno, madre e hijo, en el que el alma de la madre la emprende con los rufianes que lo asaltaron, o en el magnífico caso del último poema, el del poeta estadounidense Edgar Lee Masters, que nos habla del propio autor y del libro que estamos leyendo, tomando las distintas figuraciones de personaje, colega y lector. Este escenario escritural donde se mezclan los vivos y los muertos, con sus cuitas y sus penurias, donde los fantasmas, como Cornelia Cortés, pasean en tierra propia, no puede sino recordarnos la Comala del gran Juan Rulfo, este legado que la obra de Ortiz vivifica.
En este mundo representado por las paradojas, quiero citar, al menos, dos que han calado profundamente en mí por su hondura: la del hombre práctico Marcial Gardeazábal, que se hizo “librero en un pueblo de analfabetas”, o las de Dulima Mondragón, que entre las muchas que poblaron toda su vida, la más cruel es seguramente la última, cuando expresa: “Mi vida es idéntica al lugar que habito / finge ser un paraíso pero sus naturales / padecen las más atroces pesadillas”. Pero también el libro es rico en las antiparadojas, como la que se apunta en el poema del borracho Felipe Paredes, donde opone al “Poema de los dones” de Borges, la siguiente afirmación: “Dios no me entregó los libros y la noche / me dio la luz que palpita en la sombra”.
La poesía de Omar Ortiz obra el milagro de apresar y hacernos entrar en la complejidad de la existencia humana, ejemplificada en estas pequeñas vidas de modistas, zapateros, prostitutas, locos, vendedores, solteronas, aventureros, pequeños burgueses, arrieros, libreros, poetas, maestras, homosexuales, militares, tahúres, cocineras, agricultoras, ladrones, bailarinas, músicos o desaparecidos. La amplificación que cobra la vida de estos seres la logra por un método también paradójico, por una parte crea un registro definido para cada personaje, como el altanero acento de María Luisa de la Espada, o la sencilla simpatía del tono discursivo de El negro Marín, y, por otra, atestiguamos la identificación interna del autor con sus destinos, como si cada uno de ellos fuera o representara un trozo de la propia existencia, una posibilidad de observar desde diferentes puntos de vista la vida, la naturaleza, la historia del país, sus luchas, el dolor de los deudos, además de brindarle la ocasión para reflexionar sobre la  literatura y su relación directa con la vida, como en el poema de Isabella Zúñiga, la bailarina, que dice: “Tengo los oídos en la punta de los pies” y describe el placer de la danza, de la levedad, en esta frase que viene de Nietzsche. También está en el poema de Luis Enrique García, que recuerda con Ovidio, que “Los hombres han olvidado que hay que pisar lento y quedo”, para no despertar a las Erinias.
Por otro lado, el humor y la ironía hacen de todos estos discursos una expresión viva, a veces ingenua otras sagaz, a pesar de los sinsabores y las tragedias, como en el poema de Enrique Uribe que declara: “Nací un poco locato, / apto para ser presidente o senador vitalicio, / pero prefiero vender lotería y hacer versos clandestinos” y en el de Alfonso Parra que empieza contándonos con ironía la paradoja de su destino: “El día de mi nacimiento, / padre buscó en el libro un nombre. / -Serás luchador y guerrero-, dijo, / y desde las aguas bautismales conocí / mi vocación de librero.”
El libro concluye, como ya se dijo, con el poema de Edgar Lee Masters, donde el poeta norteamericano nos informa que el libro está hecho en homenaje a Spoon River (1915), la antología en la que Edgar Lee Masters recopiló los epitafios de hombres y mujeres de la América profunda. Lee Masters ha leído con el corazón todos estos testimonios que, con seguridad, no le resultan desconocidos. En un final sorpresivo y conmovedor, dice de todos ellos, como podríamos decir nosotros: “Por eso los abrazo y hago mías sus cuitas, / ellos también están sedientos de amor / y hambrientos de vida”.

Madrid, 24 de marzo de 2015       


jueves, 9 de abril de 2015

El canon abierto.Última poesía en español

CERCA de doscientos investigadores de más de cien universidades (Harvard, Oxford, Columbia o Princeton, entre ellas) han elegido a los poetas más relevantes de la lengua española nacidos después de 1970. El resultado es este canon heterogéneo y plural de la poesía más actual, en el que se ofrece una visión real alejada de dogmas o intereses culturales y en la que pueden identificarse todas las corrientes de la actualidad.

 Fernando Valverde (España), Raquel Lanseros (España), Jorge Galán (El Salvador), Elena Medel (España), Alí Calderón (México), Andrés Neuman (Argentina), Federico Díaz Granados (Colombia), Andrea Cote (Colombia), Ana Merino (España), Lucía Estrada (Colombia), Xavier Oquendo (Ecuador), Álvaro Solís (México), Carlos Aldazábal (Argentina), Sergio Arlandis (España), Antonio Lucas (España), José Luis Rey (España), David Cruz (Costa Rica), Victoria Guerrero (Perú), Yolanda Castaño (España), Pablo García Casado (España), Josep María Rodríguez (España), Daniel Rodríguez Moya (España), Frank Báez (República Dominicana), Javier Bello (Chile), Luis Enrique Belmonte (Venezuela), Hernán Bravo Varela (México), Gabriel Chaves (Bolivia), Catalina González Restrepo (Colombia), Roxana Méndez (El Salvador), Julián Hérbert (México), Héctor Hernández Montecinos (Chile), Aleyda Quevedo (Ecuador), Erika Martínez (España), Francisco Ruiz Udiel (Nicaragua), Javier Alvarado (Panamá), Luis Felipe Fabre (México), Mijail Lamas (México), Mario Meléndez (Chile), Urayoán Noel (Puerto Rico) y Luis Bagué (España).

miércoles, 1 de abril de 2015

La geografía creativa de una diáspora: Sobre Los Viajes de la música

Los Viajes de la Música de Fabio Martínez:

La Geografía Creativa de  una Diáspora


Crítico literario colombiano

Fiel compañera de toda empresa humana,  en la música han viajado  los versos canónigos, las letanías religiosas,  los cantos tribales y los lenguajes del cosmos.  Desde  el rugido gutural que celebraba la presa en manos del primate y se iluminó con la tea en el paleolítico; hasta el canto melismático y  las danzas medievales;  pasando por el  jadeo incesante de los hombres montaraces de estas tierras equinocciales;  ya sea con el laúd o el tambor, en la música  se han reinventado los alfabetos para feliz ventura del ingenio humano.

En El Odio a la Música, Pascal Quinard, en uno de sus  luminosos  fragmentos,  afirma que su propósito es interrogar los lazos que tiene el arte de Euterpe con el sufrir sonoro. Si la música es un testimonio de época, y al igual que las otras artes se nutre de lo adverso y aciago que ha padecido la especie humana; hemos de ver ella algo más que un divertimento.  El aforismo del escritor francés, parece haber obrado como divisa en las búsquedas esenciales del ensayo de Fabio Martínez.

Viajar implica mudanza, cambio de piel y transmutación de códigos. Fueron once millones de  esclavos, nos recuerda el autor, los que llegaron al nuevo mundo.  Un arribo impelido por el látigo y bañado por la sangre que  en las ancestrales ceremonias de la tradición Yoruba solo era vertida como  tributo y regocijo;  nunca como sojuzgamiento y genuflexión. La llaga más lacerante, la del alma, se cicatrizaría con el canto lastimero y un acezante golpe en el tambor Batá que provocaría en las nuevas tierras la invención de las músicas del Caribe.

Las resonancias secretas de los rituales africanos, la readaptación instrumental y una inescrutable mixtura de saberes y universos sensoriales, catalizarían un sincretismo bañado de asombro en los parajes tropicales de la nueva tierra.

Los Viajes de la Música (Editorial La Mirada Malva, 1ª edic., 2015) de Fabio Martínez explora las coordenadas  en las que se  engendraron las fusiones musicales. De estos fértiles encuentros eclosiona, entre muchos otros ritmos, el son cubano, que en palabras del autor, es una síntesis maravillosa del romance español, los areítos indígenas y el tambor africano.

Las pieles musicales que irán a cubrir los cuerpos vejados de los esclavos que arribaron a esta parte del mundo, no sólo contaron con la  frenética expresión instrumental. El romancero español, profundo legado de la lírica ibérica, condimentó con las formas sonoras de los versos de Jorge Manrique, Lope de Vega y Luis de Góngora y Argote, los sones, guarachas y montunos.  De esta manera surge una singular poética en quienes se aventuraban a componer y cantar.

Fabio Martínez celebra con este libro el periplo de  la música que ya sea como canto de vida, de trabajo, de muerte, de carnaval y rumba, ha hecho parte del torrente sanguíneo de los hombres de América.  En las fiestas del San Pacho del Pacífico Colombiano, en el santoral de la Regla de Ocha de Cuba o en los ritos de festejo en cualquier latitud,  la poesía de Afroamérica restaña el dolor y esfuma las penas.


El Viaje ensayístico de Fabio Martínez, es también una indagación a los nuevas vertientes del hispanismo. El español, esa lengua que se rehace en cada hablante y que hoy configura una fraterna comunidad de hombres itinerantes, bebe de la savia de las músicas populares que se crean en los barrios de latinos en Nueva York  y en las estribaciones andinas de Suramérica.  Es la lengua de inmigrantes que guardan en sus entrañas los rescoldos del África negra, las endechas de la guitarra española y los frenéticos ritmos de litoral.  Los géneros urbanos como el calipso, el reggae, el zouk, y lo que de manera genérica se denomina salsa,  se escuchan en las calles de cualquier capital Latinoamericana,  y dan cuenta, lo explica el autor, de la apertura del firmamento musical de un continente que no sólo ha revestido de policromía un idioma, sino que lo ha hecho música y celebración.