viernes, 9 de marzo de 2012

Reseña a Prohibido salir a la calle de Consuelo Triviño Anzola



PROHIBIDO SALIR A LA CALLE
Por Danilo Albán
(Colectivo “Sábados literarios”, Cali, Colombia)
Tal vez, no sea absolutamente necesario referirse a muchos apartados académicos de las humanidades o inmiscuirse en ladrilludas o floridas investigaciones para decir que el comportamiento humano ha ido refinándose un poco y que ahora o quizá más adelante seremos mejores personas que en el pasado. Eso denota algo de evolución por supuesto y de cambios dramáticos, pues esta raza humana ha pasado (y pasa) por muchos regímenes: desde los más anárquicos hasta los más castrantes y muy sufridos estados tiránicos. Pero lo que se mantiene en las culturas es la concepción de sociedad o de humanos que se quieren  representar. Y en esto, grandes filósofos, políticos, escritores  y pensadores de toda la humanidad han dado sus más inteligentes propuestas, propuestas que han cambiado el curso de la humanidad. Y esto de cierta manera encierra la universalidad, porque desde cualquier parte de este planeta donde se empiece un nuevo rumbo de la humanidad esto afectará quiérase o no al resto habitantes de la tierra; aunque, es preciso aclarar que para que esto sea así, este cambio lo deben proponer las grandes potencias por ahora, occidentales; porque ¿de qué valdría que haya un cambio social  en una de las tribus de África, por ejemplo?

Todo este ladrillo anterior que no tiene nada de amenazante (no pretende descalabrar ni matar) es sólo para decir que la novela de Consuelo Triviño Anzola: Prohibido Salir a La calle, tiene todo el carácter universal que hace que la novela sea imprescindible y tal vez, como los buenos vinos o bebidas que destilan alcohol, sólo con el pasar de los años sea entonces un clásico universal de la Literatura, que en mi concepto, ya lo es.

De la mano de una niña que aún no ha empezado el bachillerato pero que ya empieza a tener su primer ciclo menstrual, vamos recorriendo la vida de una familia de origen campesino que se aviene a la gran ciudad. Esa ciudad es Bogotá, y por supuesto,  esa no es una ciudad cualquiera, es la capital, donde los cambios, los valores, las éticas y el dinamismo de la humanidad  están a la orden del día. La descripción minuciosa de los integrantes de la familia está tan bien llevada a cabo que los personajes se pueden ver, así como sus comportamientos se pueden o no entender ya que se está o no de acuerdo con ellos y en ese sentido la novela te invita a dialogar. Entonces, tomados de su mano, observamos el crecimiento de los mellizos; vemos los cambios de comportamiento de la madre que vive una vida de zozobra pues le toca resolver la vida, no sólo la de ella sino la de toda la familia y es así como debe valerse de burócratas para poder continuar con su trabajo de maestra, para preparar la primera comunión de su hija, para estar pendiente de los mellizos que recién han llegado al mundo  y de Tomás el segundo de sus hijos, para exigirle a su marido ausente siempre que se pellizque, que ya está harta de él, de sus ausencias, de su irresponsabilidad y de su vida contemplativa. Todo está pasando en esa Bogotá y en esa Colombia aún convulsa; el hipismo;  las faldas cortas; la menstruación; el ir al colegio sola, pero el no salir a la tienda porque ya las hormonas empiezan a reclamar espacios y los hombres son groseros y atrevidos.

La minucia entonces con que ha sido urdido toda la trama novelesca de Prohibido Salir a la Calle, ese desarrollo familiar, su dichos, sus maneras de educar, sus formas de ir tejiendo un entramado social en fin… son universales, además,  Prohibido Salir a la Calle es una novela de una bella resistencia,  porque fácil sería escribir de la violencia que ha atravesado toda la historia de Colombia y de allí generar una novela tal vez, con los mismos argumentos,  tramas, desenvolvimientos de la novela misma, pero no, Consuelo Triviño Anzola, se arriesga a ser universal pues lo que sucede en su novela acontece en cualquier lugar del mundo o sino, ¿De qué nos habla el Tambor de Hojalata?

No se, pero a mí me parece raro verme reflejado en tanta ficción, gracias, maestra,  por su imprescindible obra.


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