miércoles, 4 de diciembre de 2013

Elena Poniatowska: Nuevo Premio Cervantes

Elena Poniatowska

ELENA PONIATOWSKA: UN NUEVO PREMIO CERVANTES



POR PEDRO GARCÍA CUETO

   Nació en 1932 en París, pero con la sangre mexicana en las entrañas, también de su familia polaca, llegando a México a los nueve años, en un barco de refugiados que salió de España, la primera etapa de su vida la pasó junto a su abuela materna, mientras su padre luchaba en el frente.
   Elena ya vivió el mundo de las imágenes, portentosas en su imaginación, porque la escritura, como si fuera un tapiz donde sentir la vida, iba conformando sus espejos invisibles, donde la escritora empezó a sentir la llamada de la palabra, en la línea de los grandes escritores hispanoamericanas, palabra llena de savia, germinal, desveladora, como un crisol donde pervivían múltiples llamadas de los siglos pasados.
   A los 19 años comenzó a escribir crónicas sociales en el diario mexicano Excelsior, lo que le ha llevado a cultivar el periodismo toda su vida, como un poderoso influjo donde denunciar las arbitrariedades de los gobernantes, la corrupción de su país y de toda Latinoamérica, en esa búsqueda de la verdad, que ha hecho de ella una mujer íntegra y de gran ética en nuestro tiempo.
   Fue una activista convencida de la izquierda, cuando escribió la impactante La noche de Tlatelolco, novela que narra la matanza de los estudiantes ocurrida el 2 de octubre en la ciudad de México, la escritora nos narra con pluma ágil, pero con verbo profundo para desvelar las oscuridades de un mundo donde prevalece la ignorancia y la violencia.
    Vinculada al líder de la izquierda López Obrador, la escritora ha defendido los derechos de los oprimidos en múltiples ocasiones, ha denunciado el poder de la derecha y el capitalismo atroz que defiende, donde los hombres y mujeres no son nada comparados con los bancos y el mundo de los poderosos.
    La piel del cielo (2001) es una novela que merece reseñar, poderosa, llena de influjos, donde vive el espíritu alucinado de un hombre, Lorenzo de Tena, que busca en Fausta, una entidad monstruosa que encuentra el protagonista en su camino de investigador, pero que representa el omnipotente mundo del cosmos, en una estrecha relación con su insignificancia como ser humano, donde el cuerpo de Lorenzo representa el vacío existencial, como si nos hablara Carlos Fuentes en su magistral La muerte de Artemio Cruz o el gran Sábato en la inolvidable El túnel.
    La escritora acumula premios, el Rómulo Gallegos con la excelente El tren pasa primero (2005) o el Seix Barral con Leonora (2011), donde la vida de Leonora Carrington es diseccionada por la mirada femenina de la escritora, donde la pulsión de la vida corre pareja a la pulsión de la muerte, en un entrecruzamientos diabólico que la novela va logrando y que demuestra la gran calidad de Poniatowska para entender al ser humano y sus eternas contradicciones.
    El Premio Cervantes logra reconocer su sentido de la prosa, que se enlaza con la de otros grandes, García Márquez, gran amigo, Sergio Pitol o el que fue uno de sus mejores compañeros de literatura, el escritor Carlos Monsivais, ya fallecido y que mostró en su vida y en su obra una calidad de pensamiento muy difícilmente comparable.
    Nos viene el sonido del universo, cuando leemos La piel del cielo, que fue Premio Alfaguara de novela, como si el mundo fuese uno y bailase con nuestras emociones, como nos trasmite estas líneas de esta gran novela:
“Millón de aventuras se movían y apresuraba, así como dentro de un cuerpo tejían una red de circuitos que retenía su vida sobre la Tierra, la textura de su cuerpo. Él era su propio Universo y mucho más. La unidad desierta, nada se movía sobre la Tierra. El silencio venía de las estrellas”.

    Poniatowska se pregunta lo que somos y en su búsqueda se encuentra con el hombre, solo ante sus interrogantes, en el difícil sendero de la vida, donde vamos desgastando nuestras fuerzas, pero la escritora, en un ejemplo de ética y de amor por la literatura, nos ofrece el misterio de la vida en las páginas de sus libros, merecedores de los mayores elogios, porque su lectura invita a vivir más la vida.

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