HETERODOXOS
Y DISIDENTES
ANTONIO
MACHADO: EL HOMBRE QUE QUISO HABLAR CON DIOS
POR PEDRO
GARCÍA CUETO
Antonio Machado |
La voz de Antonio Machado sigue presente en
los lugares de Soria donde cantó a Leonor, su joven esposa fallecida
prematuramente. Hasta las piedras por las que pasa el viajero van diciendo, en
susurros, la letanía de aquel amor, que ha impactado para siempre al paisaje
soriano.
Antonio Machado escribe acerca de sus padres,
los recuerda con el amor filial en la mirada y dice que sus padres “se habían
conocido en una tarde de sol, que yo he creído o he soñado recordar alguna
vez”. Muy importante esta idea de Machado, porque toda su obra es como un
sueño, aparecen en ella unos paisajes donde se siente soñar la vida y a su gran
amor, Leonor: “Yo soñé que tú me llevabas / por una blanca vereda / en medio
del campo verde / hacia el azul de las sierras / una mañana serena”.
Poema de Campos
de Castilla (1912), obra que nos habla del amor por la tierra, de la pasión
por Soria, en cada uno de sus rincones, como si la tierra adusta hablase,
soñando con el mar. Tierra de interior, con el Moncayo coronando la sierra, con
los destellos de luz que el poeta sevillano irá descubriendo, como si fuesen
oro en las manos.
Manuel Machado |
En 1872, el padre del poeta publicó Cuentos, leyendas y costumbres populares.
Pero sus hijos ya se hallan en la senda de la literatura, por influjo del
padre, su madre, Ana Ruiz, se dedica a criar a los seis hijos de la familia.
Se instalan en Madrid desde Sevilla en 1883,
en la calle de Claudio Coello, número 13, esquina a la calle Villanueva, en el
barrio de Salamanca. Machado Álvarez, el padre de los dos famosos poetas, no
dudó en matricular a sus hijos en la Institución Libre de Enseñanza, que dirigí
Francisco Giner de los Ríos, donde el afecto y la comprensión hacia los alumnos
rompía la educación autoritaria de la época.
El padre de los Machado vive míseramente en
Madrid, porque a nadie le interesa su monumental estudio sobre el folklore, porque
apenas le pagan los artículos que publica en varias revistas. Mientras, sus
hijos estudian y Antonio Machado aprobó el examen de ingreso en el Instituto de
San Isidro (donde la Institución Libre estaba colegiada). Suspendió allí Latín
y Castellano y aprobó Geografía.
El padre se marcha a Cádiz, buscando algo de
fortuna, pero pronto cae gravemente enfermo y muere el 4 de febrero de 1893, a
la edad de cuarenta y siete años, la causa fue una esclerosis medular.
LA LLEGADA DE RUBÉN DARÍO A ESPAÑA Y SU INFLUENCIA EN LOS HERMANOS
MACHADO
Llega
el año 1899, Darío ha vuelto a España, pero esta vez va trazando sus contactos
con todo el mundo modernista, trata, entre otros, a Valle-Inclán, a Villaespesa
y a los otros modernistas. Pero los hermanos Machado ya viven ese ambiente, que
tanto les interesa, la literatura, la poesía, su fulgor indescriptible.
Marchan a París y a partir de junio de 1899,
Manuel empieza a enviar unas impresiones parisienses a El País (periódico progresista que ha pervivido hasta la actualidad).
En “Una balada de Oscar Wilde”, podemos descubrir que el nunca olvidado
encuentro con el gran autor irlandés tuvo lugar en París, donde Antonio y
Manuel lo conocieron, en estado lamentable, sin dinero, dos años después de su
célebre paso por la prisión de Reading. Fue Enrique Gómez Carrillo el encargado
de presentar a los hermanos Machado al autor de tantas obras de gran prestigio
como La importancia de llamarse Ernesto o novelas tan magistrales como El retrato de Dorian Gray.
El encuentro de los hermanos Machado con Pío
Baroja en París se produjo en 1899. Para los hermanos Machado el descubrimiento
de la poesía de Verlaine marca un estilo de hacer literatura que va a calar
cada vez más en la pluma de los dos hermanos, si Manuel se deja llevar por el
Modernismo (su libro Alma o Ars Moriendi) Antonio queda para siempre
influido por la poesía más arraigada al espíritu noventayochista, al que
pertenece, dada su amistad con Baroja, Maeztu y Azorín, entre otros.
LOS PRIMEROS POEMAS DE ANTONIO MACHADO EN LA REVISTA IBÉRICA
Una vez que regresa a España desde París en
1902, Antonio Machado empieza a deslumbrar ya desde el principio, porque
publica en la Revista Ibérica poemas
cuyo tema gira en torno a la búsqueda del amor siempre esquivo:
“Ante el balcón florido / está la cita de un amor amargo. / Brilla la tarde en el resol bermejo… / La hiedra efunde de los muros blancos… / A la revuelta de una calle en sombra / un fantasma irrisorio besa un nardo”.
Todavía no ha encontrado Machado su voz, pero
sí deslumbra cierto amor por la palabra y el eco sonoro que deja su música
poética. Pero la Revista Ibérica se
extingue el 15 de septiembre de 1902, en su cuarto número. Machado, sin
embargo, ya escribe su libro Soledades,
en homenaje a las de Góngora, pero con distinto tono, sin el barroquismo del
andaluz. Lo llama al libro Soledades.
Galerías. Otros poemas (1907). Aparecen en Soledades diecisiete poemas aparecidos en la Revista Ibérica, se
centra en ellos en los sueños, son caminos donde vaga el fantasma o el alma del
poeta, siempre en soledad, podemos contemplar la mejoría de su nivel poético en
cualquiera de ellos, con respecto al citado antes:
“¿Mi amor?... ¿Recuerdas, dime, / aquellos juncos tiernos, / lánguidos y amarillos / que hay en el cauce seco?...”
Ya dialoga con la noche, con el campo, con
las estrellas, Machado ya es un conversador con la Naturaleza, en esa búsqueda
de Dios en las cosas del mundo. Son temas de este libro el anhelo del amor, el
paso inexorable del tiempo, la vida como eterno caminar.
LA CONSAGRACIÓN DE ANTONIO MACHADO CON CAMPOS DE CASTILLA: SOÑAR EL
TIEMPO.
Con Campos
de Castilla, Antonio Machado se enfrenta al paso del tiempo, pero también a
la idea de soñar la vida, reflejada en la Naturaleza, en la belleza de las
cosas, como si todo el campo hablase con el poeta en un diálogo intimista que
va a producir el mejor libro del poeta sevillano.
Machado había estado en Soria años antes,
pero será en 1907 cuando se prepara para el curso que empezará a impartir ese
año. Su estancia en aquel lugar, es el inicio de un libro de poemas que dejará
huella en el mundo literario hasta la actualidad, Campos de Castilla, un libro
que nos ofrece la mejor poesía del sevillano, donde se hace una crítica a una
sociedad ignorante, a un pueblo casi medieval todavía, en la senda de su
espíritu del noventa y ocho:
“Castilla miserable, ayer dominadora / envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora / ¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada / recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espalda? / Todo se mueve, fluye, discurre, corre, o gira / cambian la mar y el monte y el ojo que los mira…”
En estos versos ya vemos su mirada hacia una
tierra que está bendecida por la Iglesia, un paisaje que lleva el poso de la
Edad Media, pero que ha sufrido una decadencia irreversible, un proceso de
marcha atrás que no tiene parangón.
Y sobre todo el retrato donde se confiesa,
donde nos regala su voz de hombre llano que conoce el dolor y la soledad,
también su profundo amor por la literatura:
“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla / y un huerto claro donde madura el limonero; / mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; / mi historia, algunos casos que relatar no quiero”.
La idea de Dios del hombre en soledad
merodea en su corazón, todavía no tocado por Leonor Izquierdo, la casi niña que
conocerá en Soria y con la que se casa poco después. La muerte temprana de
Leonor le lleva a una tristeza profunda que canta en sus poemas:
“Soñé que tú me llevabas / por una blanca vereda / en medio del campo verde / hacia el azul de las sierras / una mañana serena”.
Antonio Machado y Leonor |
Machado ya era catedrático de Instituto y a
la boda asisten el claustro de profesores del centro donde trabaja, oficia el
capellán Isidro Martínez González. La gente maliciosa que entró en la Iglesia
para burlarse de ellos se arremolinó a las afueras para reírse del enlace.
Leonor, enfermiza, va quebrando su salud,
hasta morir poco tiempo después, en 1911. Campos de Castilla, su libro
clarividente, donde canta a su amada y al dolor de Soria en la mirada, sale a
la luz en 1912.
Machado canta a la tierra amada, al recuerdo
de su querida mujer, que no puede olvidar en ningún momento:
“¡Adiós, tierra de Soria, adiós el alto llano / cercado de colinas y crestas militares, / alcores y roquedas del yermo castellano, / fantasmas de robledos y sombras de encinares”.
Y dirá, sombrío, como si el aire hubiese
desgajado su vida: “Mi corazón está donde ha nacido, / no a la vida, al amor,
cerca del Duero…/ ¡El muro blanco y el ciprés erguido!”.
Se marcha a Baeza para seguir dando clases,
mientras la luz de Soria se imprime en su corazón, con sus azules soñados y sus
campanarios, con la mano de Leonor que le llevaba a la vereda, mientras
contemplaban el Moncayo y el río Duero, como si fuesen ángeles en el camino
trazado por dos seres que se amaron tanto.
Los años de
Baeza imprimen ese aire de nostalgia que ya anida en el poeta, preso del
recuerdo y del malogrado amor, las palabras hieren al pronunciarse, porque
viven solo para concitar el recuerdo de su amada Leonor.
Pero no será en Baeza, donde logre vivir la
plenitud de nuevo, sino en Segovia, donde vuelve a recuperar el pulso vital ,
conoce a una mujer, Guiomar (Pilar Valderrama, una mujer casada que conoció
allí) en su poesía, que le devuelve el aire fresco de la vida. De hecho, será
Pilar Valderrama la mujer que haga olvidar, en parte siempre, a Leonor, donde
el poeta llegó a confesar que se había enamorado de nuevo.
También es en Segovia donde se hace íntimo
amigo de Blas Zambrano, un año más joven que él, hombre parecido al poeta, por
su desaliño indumentario, lo que fue siempre una característica de Antonio
Machado, su poco cuidado en el vestir, pero también había en Zambrano un
espíritu despistado y romántico, como el del poeta andaluz.
Era Zambrano profesor también, extremeño,
había sido previamente profesor en Vélez Málaga y en León. Mientras Machado va
escribiendo más versos y en 1923, estando en Segovia, saca a la luz sus Proverbios y Cantares, en ellos sigue
viviendo el dolor, como una honda tristeza que le parte en dos:
“Salió a la calle un día / de primavera, y paseó en silencio / su doble luto, el corazón cerrado…/ De una ventana en el sombrío hueco / vio unos ojos brillar. Bajó los suyos, / y siguió su camino…¡Como ésos!”.
La mirada de Leonor sigue dentro de él, lo
mira en sus paseos diarios, en sus horas de clase, en sus momentos de reflexión
e incluso le encuentra en sus instantes con Guiomar, Leonor nunca desaparece de
su corazón.
Nuevas canciones, 1ª edición |
Si en 1923 el general Miguel Primo de Rivera
da el golpe de estado con la imposición de la dictadura, el poeta andaluz sigue
su senda de poeta, logrando que el 22 de abril de 1924 se termine de imprimir Nuevas canciones, donde vuelve el
recuerdo de su amada: “Contigo en Valonsadero / fiesta de San Juan, / mañana en
la Pampa, / del otro lado del mar. / Guárdame la fe, / Que yo volveré”.
Son pequeños poemas que surgen como
destellos, como luces que abren los ojos a la claridad del día: “Para dialogar,
/ preguntad primero; / después…escuchad”.
Rafael Cansinos Assens, el célebre novelista
y crítico, dice lo que sigue en su periódico Los Lunes de El Imparcial: “el poeta de Nuevas Canciones es el mismo de Soledades. Galerías. Otros poemas,
salvo que mucho más cansado y grave, si es posible, y más cargado de
experiencia al final del camino”.
Y mientras
los hermanos Machado se inician en el mundo del teatro, escriben obras
tan famosas como La Lola se va a los
puertos o La niña de plata,
representada en el teatro Lara de Madrid el 19 de enero de 1926 con la famosa
actriz Lola Membrives.
Y uno de los mayores aciertos de Antonio
Machado fueron sus reflexiones dejadas en el llamado Cancionero apócrifo donde dio vida a dos alter ego, Juan de Mairena
y Abel Martín, dos seres que disertan sobre la vida, ambos docentes, envueltos
en el mundo de la enseñanza y de la filosofía.
LOS AÑOS TREINTA. LA ÚLTIMA ÉTAPA DE ANTONIO MACHADO. UN RECORRIDO POR
LOS DUROS AÑOS DE LA II REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL.
Fue
el 19 de febrero de 1931 cuando se levantó la censura gubernamental, por
primera vez desde el inicio de la dictadura (1923) y los periódicos
progresistas empezaron la denuncia a la dictadura de Primo de Rivera y a la de
los sucesores en el poder. La Segunda República está a punto de comenzar.
El 14 de febrero de ese año, Ortega, Marañón
y Pérez de Ayala acuden a Segovia para dar el primer mitin de su campaña
republicana en el teatro Juan Bravo, junto a Antonio Machado, que preside el
acto y presenta a los oradores.
El domingo 12 de abril comienza el
advenimiento de la Segunda República. El
13 de abril resulta evidente que el triunfo republicano en las urnas
municipales significa el fin de la monarquía. El martes 14 de abril la Segunda
República ha triunfado.
Pilar Valderrama (Guiomar) |
El 15 de abril cuenta Machado todo lo que ha
ocurrido a su amada Pilar Valderrama, su Guiomar, en ella expone el principio
de la Segunda República, pero también su cautela ante el éxito de la causa y,
además, que no se transformase en un movimiento de exaltados, como ocurrió
después.
No solo Antonio se declara republicano, sino
también Manuel, quien ha puesto letra a la música que acaba de componer el
alicantino Óscar Esplá para el posible himno nacional del nuevo régimen. Hay
que recordar que al empezar la guerra, Manuel Machado simpatiza, sin embargo,
con el bando de Franco, frente a la decisión de Antonio de mantenerse fiel con
la República.
El proyecto de Esplá y Manuel Machado no
prospera, pero queda como demostración del republicanismo, entonces, del mayor
de los hermanos Machado.
En mayo de 1931, el Gobierno Provisional
lanza una de las grandes iniciativas de la República: las Misiones Pedagógicas,
cuyo cometido es llevar la cultura a los pueblos y las aldeas más aisladas de
la geografía española.
Pilar Valderrama se marcha ante los
acontecimientos que están ocurriendo, ya que, de tinte más conservador, está
preocupada por la deriva de los hechos, se marcha a Hendaya, aconsejada por el
insigne doctor Gregorio Marañón.
En el otoño de 1933, en España se respira un
ambiente preocupante, las izquierdas se disgregan en infinidad de grupos, las
derechas, aprobando la nueva ley electoral, han formado la coalición de la CEDA
(Confederación Española de Derechas Autónomas), cuyo líder es José María Gil
Robles.
En marzo de 1934, los hermanos Machado
consiguen que su obra de teatro, La Lola
se va a los puertos, se transforme en
zarzuela. El compositor y guitarrista Ángel Barrios, buen amigo de García Lorca
y de Manuel de Falla, trabajó en la partitura desde 1932.
Machado ya está en Madrid, en el Instituto
Calderón de la Barca, ha dejado Segovia, porque su amada Guiomar ya no vive en
España.
En 1936, hay nuevas elecciones, será en
febrero de 1936 cuando triunfe el
gobierno del Frente Popular. Una de las primeras actuaciones del Gobierno es
amnistiar a los 30.000 presos políticos del llamado “bienio negro”. Los hechos
dramáticos se suceden en un ambiente prebélico: el 11 de marzo un grupo de
pistoleros falangistas casi logran asesinar al célebre penalista Luis Jiménez
de Asúa.
El 14 de marzo El Sol publica el segundo manifiesto de la Unión Universal de la
Paz, firmado otra vez por Machado. El 15 hay un fallido atentado contra el
líder sindicalista Francisco Largo Caballero. El 18 de ese mes se declara ilegal,
por asociación ilícita a Falange Española.
Mientras continúa la vida académica de
Machado, el 1 de abril de ese año toma posesión de la cátedra de Lengua y
Literatura Francesas del Instituto Nacional Cervantes de Segunda Enseñanza.
El 18 de julio de 1936 empieza la Guerra
Civil. Poco después, Machado y toda España reciben la noticia del fusilamiento
de Federico García Lorca a cargo de los fascistas. Machado escribe “El crimen
fue en Granada”, publicado en la revista Ayuda. Semanario de la Solidaridad.
Dice así:
“Se les vio caminar…/ Labrad, amigos, / de piedra y sueño, en el Alhambra, / un túmulo al poeta, / sobre una fuente donde llore el agua, / y eternamente diga: / el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!”
Sería muy extenso entrar en todos los
detalles de ese período, por ello, me centro en los últimos momentos de la vida
de Antonio Machado. Tras acabar la Guerra y habiendo perdido la República,
aconsejados por Corpus Barga, los Machado acceden a parar por el momento (en su
salida de España al exilio) en el cercano y pintoresco pueblo pesquero de
Colliure, muy frecuentado en verano por artistas y bohemios desde que Henri
Matisse y André Derain lo descubrieran a principios de siglo y pintaran allí
sus cuadros, llenos de color y fantasía.
Lápida del mar |
La madre de Antonio, Ana Ruiz, está delicada
de salud, pero el poeta también ha quebrado su mermada salud y se va acercando
al final de su vida. Fue alrededor del 20 de febrero de 1939 cuando Machado,
haciendo un último esfuerzo, dictó una carta para su amigo Luis Álvarez
Santullano, ahora secretario de la Embajada de España en París. Le asegura a
éste que está mejor, pero no es cierto, ya que el 22 de febrero de ese año
Machado muere, a las tres y media de la tarde.
Lo más impactante es que unos días antes de
su muerte, encontró un amigo, en un
bolsillo del viejo gabán, “un pequeño y arrugado trozo de papel”, allí,
escritos a lápiz, había tres apuntes: el primero, las palabras iniciales del
monólogo de Hamlet, el famoso “Ser o
no ser”, el segundo, un verso alejandrino, que empezaba por “Estos días azules
y este sol de la infancia” y, el tercero, cuatro versos de “Otras canciones a
Guiomar”, donde decía:
“Y te daré mi canción / Se canta lo que se pierde / con un papagayo verde / que la diga en tu balcón”.
Machado canta a Guiomar, pero dentro de él,
sigue Leonor, dejando el corazón herido que no pudo sanar nunca, ya que el
dolor sigue en pié, en una España que le obligó a exiliarse, que mermó su
salud, hasta dejarlo en un estado delicado y quebrado, que precipitó su muerte.
El legado de Machado sigue allí, en la
emoción de su poesía, en la hondura de sus reflexiones, donde podemos ver la
fuerza de un hombre único que un día creyó hablar con Dios (célebre aforismo
fue aquel que dice: “Quien habla solo espera hablar a Dios un día”) y que soñó
con una España mejor, más humanizada y no envuelta en la barbarie que precipitó
la Guerra y que condenó a tantos inocentes. Hoy, más que nunca, las palabras de
Machado deben servirnos como luz en el túnel en que vivimos.
1 comentario:
Gran poeta...
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