100 años de Parra:
no + mentiras piadosas
Por César Cuadra
Ayer, 5 de
septiembre se celebró nada menos que el
cumpleaños número cien de Nicanor Parra, el poeta vivo más importante de
la lengua castellana. Y al celebrarlo
nos recorre una escalofriante
sensación de vértigo, pues por una
parte, al autor de la antipoesía se le reconoce como un testigo
privilegiado de ese revolucionario siglo XX,
y por otra, su obra nos hereda la apuesta estética posiblemente más radical de la historia
literaria de ese siglo*.
Nicanor Parra. Archivo |
Estos hechos explican por sí
solos la magnitud de este acontecimiento. Es por eso quizás que intentar
hacerle justicia mediante unas cuantas pinceladas resultaría un gesto tan vacuo como impertinente, si con
ello se pretendiera dar cuenta de la
profundidad de esa impresionante revolución estética. Hacerse cargo de esta
revolución, nos lleva, de hecho, a una
encrucijada nada trivial, pues nos
enfrenta a las viejas y desgastadas premisas del paradigma crítico literario modernista. Éste ha
conseguido que críticos y profesores
hayan
anestesiado y reprimido los verdaderos
aportes revolucionarios de la antipoesía. En pocas palabras, esta celebración
debiera servirnos al menos como invitación a una lectura liberada del yugo esteticista de la crítica
literaria, es decir, serviría para
invitar a releerla más allá de las
premisas estético–metafísicas que la asfixian y mutilan intentando convertirla
en simple poesía, en circunstancias que ella misma, en su
radical complejidad antipoética,
deshace y problematiza precisamente ese hechizo “poético” que se nos aparece
cada día más lejano y anacrónico:
T O D O
E S P O E S Í A
Menos la poesía
(Artefactos, 1972)
¿Sabemos pensar esta contradicción? O
mejor ¿sabemos pensar la
contradicción? La antipoesía no es sólo una nueva propuesta poética, sino
también una herramienta privilegiada para reflexionar lo que se nos quiere
hacer pasar por medio de ese juego de lenguaje llamado poesía: es una
invitación para conocer nuestro modo de vivir y pensar. De aquí la importancia de incorporar la
contradicción en toda su radicalidad (no se olvide que fue Aristóteles quien la excluyó de su órganon) y eso, naturalmente va más allá de lo lógico y lo
meramente poético:
TAREA PARA LA CASA
aprender
a vivir en la contradicción
sin
conflicto
(Obras Públicas, 2006)
Hoy que celebramos el centenario del
autor galardonado con el prestigioso premio Cervantes nos da la oportunidad de
volver los ojos a su obra tan aparentemente difundida y a la vez tan poco conocida. Por eso
decimos que ha llegado la hora de dejar atrás esa simplicidad metafísica y
asumir de una vez por todas la complejidad
que nos introduce la antipoesía. Ya no podemos seguir aplicando modelos
teóricos preexistentes a esta escritura, pues si realmente se quiere trabajar
con su riqueza se necesitan herramientas
y paradigmas nuevos que permitan dar a luz a ese lector nuevo que esta escritura construye, es decir, se necesita expandir el
actual horizonte de lectura y de esa manera abrirse a la experiencia compleja de su legado. Algo que sin duda escapa a lo
que todavía hoy se sigue enseñando y difundiendo como poesía, literatura
incluso como cultura:
Doy x inaugurado el siglo XXI
Fin a la siutiquería grecolatinizante
Venga el bu
No + mentiras piadosas
Hay que decirle la verdad al lector
Aunque se le pongan los pelos de punta
Basta de subterfugios
Asumamos de una vez por todas
Nuestra precariedad agropecuaria
Lo demás es literatura
Mala literatura modernista
A otro Parra con ese hueso señor Rector
A mí me carga
la literatura
Tanto o + que la antiliteratura
(Discurso de Guadalajara, 1991)
* Para abordar esta revolución
antipoética remito a dos de mis trabajos sobre su obra: Nicanor Parra en serio & en broma Ediciones del
Departamento de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas y
Matemáticas de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1997 y La antipoesía de Nicanor Parra, un legado para todos & para nadie, Museo Histórico Nacional, Santiago
de Chile, 2012.
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