JUAN
GOYTISOLO, NUEVO PREMIO CERVANTES:
LA LUCIDEZ DE UN INTELECTUAL CONTEMPORÁNEO
Por Pedro García Cueto
Como dijo M. Carmen Porrúa en su artículo
“Un itinerario ético y estético”, publicado en la revista de la Asociación de
Escritores, República de las Letras,
en el monográfico dedicado al escritor en julio-agosto del 2007, la escritura
de este está afincada al compromiso:
“La
escritura goytisoliana refleja una actitud éticamente comprometida en relación
a las cuestiones políticas y morales de nuestra época” (p. 27).
Libros como Cuadernos de Sarajevo, Argelia
en el vendaval o Paisajes de guerra
en Chechenia al fondo, son claros
ejemplos de esta actitud, la del hombre que piensa el mundo, que reflexiona
sobre su devenir, un escritor que conoce el dolor, lo expone y medita sobre él,
acerca de la injusticia de un mundo que se desangra por guerras y conflictos
continuos, un lugar que merece este espacio de meditación que Goytisolo dedica,
porque solo así podemos intentar ser mejores y buscar una solución al caos que
nos rodea.
El afán del escritor es apoyar la
integración, el multiculturalismo, la pervivencia de razas en un mismo ámbito
(temas presentes en sus famosas novelas Señas
de identidad o Juan sin tierra).
Es la trilogía de Álvaro Mendiola el
testimonio más fiel de ese sincretismo, de esa búsqueda de un hogar común que
rompa los laberintos del tiempo y que consolide la unión de razas que deben
encontrar su sintonía, su armonía a un mismo lugar.
La presencia árabe en la Península, su
legado, es el leit motiv de esas
novelas de indudable peso en nuestra literatura contemporánea, son la búsqueda
de un eslabón cultural que no debe romperse y una crítica soterrada a la idea
de los Reyes Católicos sobre la unidad de España. Goytisolo reafirma el
culturalismo, la herencia árabe como un sustrato que enriquece nuestra cultura,
por ello, utiliza el árabe en sus novelas, ya que en Juan sin tierra (1975), termina el relato con formas escritas en
caracteres arábigos y Makbara (1980)
es un relato donde pervive lo oriental en cada página.
Para el escritor, todo proceso nace de una
búsqueda de lo oriental que da luz a las ventanas de nuestra historia. Es lo
árabe la mejor vidriera, donde se debe filtrar la luz del edificio de nuestra historia, donde los
rayos iluminen nuestro presente desde un pasado que no podemos olvidar ni
rechazar.
También el escritor es un amanuense que da
caligrafía a sus textos, genera, desde el relato de la ficción, otros textos
secundarios que enriquecen el basamento original. Sin duda alguna, hay relatos
interiores, diálogos, ensayos dentro de la novela, para conformar una
arquitectura del pensamiento, un sólido edificio de palabras donde convivan, en
armonía, lo ético y lo estético.
En el escritor catalán, pero universal, la
radiografía del tiempo es ineludible, en una buena y profunda lectura de su
obra, la Guerra Civil, la época contemporánea, son eslabones necesarios para
generar un discurso sobre nuestra historia, el cual no eluda la Edad Media,
como la semilla de una cultura creciente, con el legado de los árabes y los
años de las Conquista musulmana y el Renacimiento, esplendor que debe ser
recuperado en tiempos de crisis como estos. Todo encaja en el caleidoscopio de
este novelista, ensayista, que busca el multiculturalismo como una razón de
ser.
Los personajes de sus libros también tienen
múltiples rostros, son seres hilvanados con la mirada del entomólogo, lo
podemos ver en novelas como El sitio de los sitios, Las semanas del jardín,
Paisajes después de la batalla. Los seres que aparecen en sus novelas-ensayos
son ejemplos de protagonistas polifónicos, seres que pertenecen a un lugar y a
ninguno, desterrados del paraíso terrenal.
Como dijo Marco Kunz en su artículo “En
torno al otro lado: La escritura transfronteriza de Juan Goytisolo”, aparecido
en la revista República de las Letras
en el monográfico ya citado, el escritor es una combinación de culturas, en un
espacio que abarca el mundo y lo borra, en su afán transfigurador.
Dice así: “Juan Goytisolo es, sin duda, el
escritor menos español de la literatura española contemporánea, y al mismo
tiempo, el más mudéjar y el más hispanoamericano”.
Goytisolo que vive desde hace muchos años
en Marruecos, lugar que engloba su visión del mundo, entiende el mismo como un
espacio lleno de traducciones, donde debemos transcribir las palabras para
entender su significado profundo, cualquier lengua es recipiente de ese paisaje
de ideas que es la literatura del escritor español.
No hay duda que Goytisolo se nutre del estilo
cervantino, como demuestra Las semanas
del jardín, ya que se trata de historias que tienen un decidido afán
didáctico, pero también son espejos de cajas rusas, unas dentro de otras, lo
que enriquece el conjunto, pervive también la influencia de Bocaccio y su Decameron, donde el relato oral pesa
como un legado que no podemos eludir, una literatura contada unos a otros, para
buscar el sentido de la vida. El relato cervantino, su famoso Quijote, está dentro de ese espíritu de
Goytisolo, las diferentes perspectivas y un afán por desdramatizar al
personaje, hacerlo risible y, a la vez, profundo.
Hay un afán en el escritor de realzar lo
ficticio sobre lo real, como ocurre con Don Alonso Quijano, hacer que el
personaje traspase las páginas y esté más vivo que nuestros amigos o amores,
más carnal y, a la vez, esencialmente, espiritual, en este proceso de
vivificación del personaje inventado.
Hay ecos en el escritor de Pirandello y
Unamuno, en su famosa Niebla, donde el personaje se rebela al autor que lo ha
creado, hay, también una algarabía de voces y puntos de vista, Goytisolo impone
la voz del personaje, su alter ego que sirve para explicar el mundo y sus
contradicciones.
Sobrevuela otro tema en la obra del escritor
catalán, la idea del exilio, que está presente en Reivindicación del Conde don Julián, el punto que lo domina es la
ciudad de Tánger, que sirve de perspectiva multicultural para hablar de un
territorio que quiere y siente a España, que ama el pasado que los une y que
lamenta el tiempo que los separa.
Y, como último tema, el humor, muy presente
en su obra, porque la ironía lo asola todo, una mirada que burla las
apariencias, pero que presencia ese tiempo de crítica y censura que fue el
franquismo, hay una lucidez presente en el hombre que ha entendido la
mediocridad de la España de la dictadura y el afán, siempre vivo, de ir más
allá, hacia una modernidad, que no anule lo bueno de nuestro enriquecimiento
cultural en el Medievo.
Hay un último Goytisolo, el poeta, que hace
lirismo de su prosa, como dijo Luis Vicente de Aguinaga en otro artículo del
Monográfico dedicado por la revista República
de las Letras al escritor catalán, dice lo que sigue: “la obra de Goytisolo
es arriesgada y compleja”, sin duda alguna, porque su prosa está imbuida de una
poesía que radica en lo mejor de nuestra lírica española, como muestra en su
libro Reivindicación del conde don Julián, donde late Góngora, el poeta
cordobés que hace del verso una luz interior, llena de sombras y de claroscuros.
En su Polifemo, entiende Goytisolo la
España lúcida, pero trágica, fea, pero hermosa, pacífica, pero con genes de
violencia, la España que genera arte y lo destruye.
Como conclusión a esta mirada a un escritor
que ahora recibe el Cervantes por su alto compromiso con la literatura y con el
pensamiento, cabe decir que se trata de un escritor de gran calado intelectual,
casi un visionario, que en la época de la dictadura ya alumbró el deseo de una
España multicultural, que recuperase aquel espíritu perdido por los Reyes
Católicos y su afán homogeneizador y de pedante beaterio, donde la Iglesia era
el poder omnímodo en sintonía con el de la Monarquía.
Hubo, nos dice Goytisolo, una España
plural, sabia, sincrética, multicultural, que el tiempo ha recuperado y que no
debemos perder, tierra de emigrantes como de emigrados, se trata de una España
que algunos quieren olvidar, aquellos que de forma sectaria imponen sus
criterios, pero que debe seguir creciendo, tal es el legado de este hombre que
ha cultivado la narrativa como si fuese un ensayo y este como una novela,
porque no entiende de géneros, todo es literatura y esta anida dentro de
nosotros, como espejo de nuestra vida, merecido Cervantes el de este hombre
lúcido de pensamiento inquietante y provocador, como deben ser los grandes
hombres de la cultura de cualquier tiempo que se precie de serlo.
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