Sobre la humana y poética « condición (humana) »
en Ave Soul [1]
de Jorge Pimentel
Por Mario Wong
Muerta palabra /
acuérdate / que eres / verso dormido.
(« Lavina »)
Dejar una ciudad / el
domingo / en los parques / donde
rompiste / tu soledad /
de extranjero.
« (J.P.,
« Entregas breves de amor y… »/ Balada)
A Carolina Bustos
reedición de Ave Soul de Jorge Pimentel (2014) |
« Parado entre dos avenidas encendí un cigarrillo / y mi voz
apretaba y un viento helado cruzaba / la noche / Qué me sucede. Qué me pasa. Y
de / pronto… » [2].
La ciudad de Lima y la experiencia brutal de la « des-subjetivización »
[3]
del poeta, « moi est un autre » (Rimbaud), se encuentra en los versos
de Ave Soul, segundo libro de poesía
de Jorge Pimentel, reeditado -después de más de tres décadas, el 2008 [4]. Y
en su condición humana, Pimentel se ve retratado, recorriendo las calles de la
ciudad (« terriblemente solo pateando / piedras… »), « como lo
que soy un poeta un ángel que circunda / el mundo con mis anotaciones salvajes
bajo / el brazo expandiendo mi sombra… » [5].
Había leido Kenacort y Valium 10 (Lima,
1970), su primer libro, en el Perú y también « Balada para un
caballo », poema éste de Ave Soul,
pero al volver a leer, después de varios años al poeta (en esta reedición), me
he sorprendido por la intensidad y frescura de su poesía [6]. Y
mucha agua y sangre (también de poetas) ha corrido bajo el puente…, ¡toda esa
historia de la infamia!
« Camino pedregoso no abras cuando toquen voces de / destrucción,
no te tuerzas con golpes, ni con gritos / ni con el terror de guerras y
matanzas. Sólo así / permaneceremos como ahora camino pedregoso…» [7],
escribía Pimentel. Y el canto del poeta, éste, es para siempre, cito in extensis versos que anteceden:
« (…) ¿A dónde fue a parar tanta tibieza tanta ternura? ¿En / qué túneles nos estará aguardando la mariposa que / tanto quisimos? ¿Cuál de los túneles será el que nos / conducirá finalmente o fatalmente? ¿Cuál de mis / manos penderá como una estatua hacia el final? ¿Cuál / de mis ojos será el lucero que cace el pájaro en su / recorrido hacia ti? Camino pedregoso que te alzas ante / mi vida cuando los ejércitos se aprestán a prenderte / a iluminarte y ese no es el fuego que tú quisiste sino la / luz de un extraño silbido del viento, quisiste / una tenue brisa en un río de retamas, caminos siempre / de moras, de hojas silvestres, de cantos de mujer, de los / solos que brotan cada tarde prendiéndole fuego al agua » [8].
La intensa frescura poética, y étonnement
frente a la vida misma, recorre las páginas de Ave Soul; cito de « Alabarda »: « Cuando en ti / se
haga perceptible / el aleteo / de un halcón / en el cielo azul / roza con tus /
manos / levemente / el aire / y estarás tocando / la paja tierna / donde el
pájaro / de la tarde / se despereza / y un rayo / de luz / lo aturde » [9].
El poeta que camina, por las calles de la ciudad, como « todos los
que humanamente caminan », no es el « flaneur » de Baudelaire;
se siente « un completo animal, un caballo salvaje / que trota por la
ciudad alocadamente sudoroso que va pensando / muy triste en ti muy dulce en
ti, mis cascos dan contra / el cemento de las calles. Troto y… » ; lo
encuentro más próximo al « hombre de la multitud », de uno de los
relatos de Poe, « todo el mundo trata / de cercarme, me lanzan piedras y
me lanzan sogas / por el cuello, sogas por las patas, me tienden toda clase / de
trampas, en un laberinto endemoniado donde los hombres / arman expediciones
para darme caza armados con perros policías / y con linternas y… ». Se
trata de la « cotidianeidad paranoica » de la vida en las urbes
modernas; todo esto, lo sé, es muy pigliano (y muy actual). Pero, la
« condición humana » del poeta, su esencia, en su afán de libertad lo
lleva a huir de la ciudad: « Atrás / van quedando millares de kilómetros y
sigo libre. Libre / en estos bosques dormidos que despierto con el sonido / de
mis cascos. Piso la mala hierba y… » Versos más adelante, cito: « Y
con la luz solar que todo lo invade / suelo dar golpes hacia la vida. Allí /
donde mi presencia es esperada me hago realidad. / Allí donde mi sueño se revela
me hago realidad / me hago realidad en esos ojos que están cansados / de ver
las mismas cosas. Y es en verano cuando la vida / se enciende y mis cascos
recogen la hermosura de la tarde / y asciendo a la cumbre donde diviso
extensiones / de mar de cielo de tierra… »
Jorge Pimentel |
Anochece, y el ser amado,
« melancolía de la Quimera », se halla siempre muy presente y…; el
pensamiento y la palabra se simultanizan, aquí: « Y por un instante pensé
muy triste en ti / Cae la noche en estos bosques, pareciera que la tierra / se
difunde con la noche se propaga se manifiesta. / Y toda la noche he ido
creciendo. Y crecía y crecía / aún más aún más ¿hasta donde crecerás? / ¿No
tienes miedo? No, contesté. Soy libre. / El día, el nuevo día como algo fresco
se anuncia solo… » Es la humana condición del poeta, que sabe del horror
de…, que lo lleva a mantenerse alejado más, sin embargo, persiste: « Yo
sabía / lo que sucede a un caballo en la ciudad. Y / por ello me mantengo
alejado de ella. Pero a veces / me interno y sucede lo que tiene que suceder.
Pero si yo / me rebelo persisto y amo terriblemente mis posibilidades / de
realizarme en un medio donde la civilización se mata / y permanecen odios,
prefiero ser caballo. Mojaré / la tierra con… » [10].
Este poema, « Balada para un caballo », como toda Ave Soul, es como una « moneda
antigua » que acaba recién de…, AVE
SOUL, Jorge Pimentel!
París-Montmartre, 07/08/2017.
[1]
Jorge Pimentel, Ave
Soul, Lima, doble principe Ed., 2008 (Primera Edición: Madrid, El
Rinoceronte, 1973).
[3]
El
acto de creación poética, y quizás todo acto de palabra, supone algo como una
des-subjetivización; los poetas, en la tradición literaria occidental, siempre
han dado el nombre de « Musa » a esta des-subjetivización. Se trata
de un « yo-poético » que no es un yo, esto es un yo idéntico a si
mismo; un caracter que correspondería a una « persona » (y
« persona » desde la Odisea
quiere decir « nadie »); en ese sentido el « yo-poético »
es un « caracter » que no es el mismo. Él no es el mismo, no tiene identidad; él es todo y nada.
El poeta es siempre otro, moi est un autre (Rimbaud),
que él mismo. Keats decía que « él
esta constantemente en el lugar de otro cuerpo y tratando de rellenarlo »
(*); (*) « … heis continually in for – and filling some other body…»
(Véase Giorgio Agamben, Auschwitz. L’archive
et le témoin, Éditions Payot e& Rivages, 2003, p. 122-125).
[4]
Incluye « Pimentel en el recuerdo »,
texto de Roberto Bolaño y, también, dos cartas del escritor chileno al poeta
fundador, junto a Juan Ramírez Ruiz y a otros poetas, del movimiento poético de
los 70s « Hora Zero ».
[6]
Acierta, sin ninguna duda R. B., cuando dice que
« los poemas de Ave Soul no han
envejecido un ápice. Siguen tan frescos y legibles como cuando Pimentel los
escribió. », y es pertinente su pregunta, seguida, « ¿De cuántos
poetas latinoamericanos podemos decir lo mismo? (...) ».
[7]
« Camino pedregoso » ; véase la
parte de « Poemas no recogidos en la primera edición », Ob. Cit., p. 119.
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