« César A. Vallejo, en promeneur baudelairiano » –Manuel
Moreno (artista)
… la camisa que vestí mañana.
(C.V., Trilce)
...pero el cadáver hay, siguió
muriendo/ Vinieron (…)
(« Masa », de España,
aparta de mi este cáliz)
Un éclair –puis la nuit !
(Ch. Baudelaire, Les fleurs du
mal)
A Ljublana Curich, « yuyu » &, también, a
mi
amigo, el poeta,
Homero Alcalde (por algo
será esta « déd…)
Asistí -hace unas tres semanas, en la Unesco-
a la conferencia « La obra dramatúrgica de César Vallejo » (*), de mi
amigo Manuel Moreno, que recupera, para la posteridad, la obra teatral escrita,
avantgardiste, del vate peruano; de
uno de los personajes femeninos, Okawa (hablando para sí), de La piedra cansada (diciembre, 1937),
cito (1) seguido: « ¿Tantos platos para qué? Plato que sobra -dice el
proverbio- es boca de un ausente que
no come (alzando la voz). Madre,
¿Cómo son los platos que yantan las
vírgenes del Sol? » (C.V., Ob. Cit., Acto II, « Cuadro Séptimo »;
el lenguaje de la ausencia, del poeta, es característico; como la memoria del
« bien perdido » en el Inca Garcilaso de la Vega; las itálicas de las
palabras son mías); y lo comparó, como autor teatral, con la obra de Bertolt
Brecht (1898-1956) y su « mise en distance »(1935), en la puesta en
escena: ¿Qué códigos de representación utilizar, si el teatro no nos invita a
escapar de la realidad social (ficción) ni tan solo a reflejarla (mimesis, imitación), sino a distanciarla
para poder transformarla? Luego de ella pude apreciar el video, y la parte
teatralizada, in situ, que hizo Manuel;
y me sorprendió la visión actualizada, del « Vallejo parisino », que
tiene el artista: Vallejo, en la primera parte del video, salé de su tumba, en
el cimetière de Montparnasse (lugar
de múltiples peregrinaciones de peruanos y extranjeros; la última se realizó
recientemente, por los 80 años de su…), y en « promeneur baudelairien »,
flâneur (Walter Benjamin, Passages), vestido de negro, todo un
dandy, la cara cubierta por una media de nylon negra (en « anónimo
veneciano »), su sobrero y bastón que lo caracterizaban, y va por las vías
del cementerio, con andares chaplinescos, hacia una de las sorties (salidas)), sorprendiendo a su paso a todos los visitantes
del campo santo, y ya en las calles parisinas a transeúntes y gentes que se
hallaban en las terrazas de restaurantes y bistros,
se encamina hacia el métro y, luego
(segunda parte), llega al salón de la Unesco, donde aparece el artista, Mánuel
(trajeado en « Vallejo-Chaplin », con la media de nylon, que le
dificulta la dicción; « Santos, el enmascarado de plata », o
« Máscara », « Me llaman Máscara (« Persone »; en el
juego de la representación) », contra « Blue Démon », con
sombrero y bastón, diría « Clark-Chimbote », el escritor peruano Miguel
Rodriguez Liñán), casi a las 8:30 pm (o un poco más tarde), teatralizando la
« resurrección » en acto, de un « Vallejo vindicativo »
(que pide cuentas, interpela a los presentes, de lo qué es y no es, en lo que
concierne a su vida y a las diversas interpretaciones sobre ella, y de la obra misma
del poeta. Pienso que, esta parte, podría trabajarse, afinarse, mucho más;
quitarle esa carga de resentimiento que trasunta la mise en scène, del artista, y plantear (representar) la cuestión
del « événement-Vallejo »
en el ámbito de la literatura mundial, en el periodo de entreguerras (Alain
Badiou, Le Siècle des poètes) e incorporar, también, al texto la
cosmovisión de la condición humana y de la naturaleza, ambas indesligables, que
tenía el gran César Vallejo). Después de esto, desaparece el artista; y en ese
instante, parte tres, continúa el video, con el Vallejo, fílmico, que vuelve a
su tumba... Ave César A. Vallejo (« Bruja » Manuel Moreno)!
Vallejo en París |
París-Montmartre,
1 de mayo del 2018
(*) Citación del afiche publicitario
(Unesco-Asoc. « Capulí »): « El amor -todo el amor y todos los
amores de las plantas, animales, piedras y astros-, todo el amor del mundo nace
del pecho humano » (De La piedra cansada; « propuesta »
vallejiana, que la encuentro muy próxima a la de José María Arguedas, sobre
todo en su novela Los ríos profundos).
(1) Cito, también, el inicio de La piedra cansada; el personaje es un
siervo (tras un canto recita): –Las
lluvias han empezado. Los sacerdotes escrutan, en el color de las serpientes
nuevas, el incierto porvenir y la mortalidad del año. ¡Viracocha sonría a su
raza! ¡Que la tierra produzca el tallo que da sombra y frescura, la semilla que
nutre y prolifica, la flor, que se abre para los tabernáculos, para las cunas y
las tumbas! … (C.V.,
Acto I, « Cuadro Segundo »).
No hay comentarios:
Publicar un comentario