Milthon, la « Gran Guerra » (1914-18),
el soldado desconocido (« poilu ») y su perro…
Por Mario Wong
Escritor peruano
In memoriam Jean y Emilie Carles,
pacifistas ejemplares
Obra premiada de Milthon |
El gran artista colombiano Milthon
acaba de obtener un premio -convocado por un prestigioso jurado, cuyos
miembros forman parte de los jurados de « Trofeos de Perros Héroes » y del
« Premio de Bellas Artes » de la Société Centrale Canine-, por una escultura que
« simboliza la poderosa unión del soldado y su perro », en la « Gran Guerra »…
Ocurre que leía y releía el libro autobiográfico de Emile Carles, Une soupe aux herbes sauvages (*),
lo que me suscitó escribir esta nota, mirando en la net la foto de la escultura
del artista. Cito seguido, in
extensium, dos párrafos de la interpretación que hace el artista de su obra
premiada :
« Serrées l’un contre l’autre face à l’adversité environnante, proche et imprévisible, le chien et l’homme font face et ne doivent pas faillir.
Ils se tiennent là, en attendant de contrer le destin en une seule pensée, en une attitude unique sous la pèlerine qui leur sert de refuge… »
… El soldado desconocido de Milthon
vive, esta etapa de la historia, con su fiel perro « Céline », en un Voyage au bout de la nuit (Jean y
Emilie Carles s’y retrouvaient en
lisant les pages de cet chef-d’œuvre de la littérature); el soldado y su
perro étaient pris, en una
trinchera, en esa fuga en masa hacia la muerte, en común hacia el fuego; ocurría
en el presente y ça venait des
profondeurs et c’était arrivé (Céline). Él y su fiel perro, en un acto de
heroicidad extraordinaria se encuentran bajo el intenso fuego enemigo, dos
soldados alemanes (otros dos brothers
in arms, dos puntos negros, igualmente desconocidos…) que les disparan,
desde hace más de un cuarto de hora… ; él no tiene más de veinte años y, bajo el
fuego del enemigo sienten (animal y soldado) toda la locura y la absurdidad de
la guerra :
...tout cela m’apparaissait soudain comme l’effet d’une formidable erreur. Dans une histoire pareille y’a rien à faire, il n’y a qu’à foutre le camp que je me disais après tout… Au-dessus de nos têtes, à deux millimètres, à un millimètre peut-être des tempes venaient vibrer l’un derrière l’autre ces longs fils tentants que tracent les balles qui veulent vous tuer dans l’air chaud d’été… Le vent s’était levé brutal de chaque côté des talus, les peupliers mêlaient leurs rafales de feuilles aux petits bruits secs qui venaient de là-bas vers nous… (Céline).
(*) Emilie Carles, Une soupe aux herbes Sauvages,
Paris, Éd. Jean-Claude Simoën, 1977. Emilie estuvo casada con el obrero
anarquista y pacifista Jean Carles; ésta es una historia de Francia (y no sólo
de ella) que desde el « mirador » de un pueblo, Val-des-Prés (Les Haûts Alpes),
a través de su vida da cuenta desde comienzos del siglo pasado, de más de
siete décadas de dicha historia, signada por los acontecimientos de entre las
dos guerras mundiales...
París-Montmartre, 27 de noviembre del
2018
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