Portada de Las calles de tu piel. © Carlos Larracilla: "La caricia de lo irreparable" |
LAS CALLES DE TU PIEL
Mario Meléndez
Tú me recuerdas a esa mujer
que enjuagaba sus pies
en un estanque de lágrimas
I.
Concierto a dos labios
1
Un día volveré a tus ojos y comenzaré de nuevo,
volveré con un sonido hueco de metal y sol mojado, buscaré entre los papeles
del tiempo tu cuerpo verde y tus cabellos de uva, te coronaré en silencio con
mi boca y con mis manos que no terminan. Volveré por ti y por tu sangre
estrellada, viendo pasar la tarde como una sombra antigua; algo se romperá allá
arriba y no seremos nosotros, algo se quemará de pronto con el eco de tus
sábanas. Y volveré más vivo, más puro, más hambriento, y volveré volando y
desgarrando plumas, todo lo haré por ti, todo en silencio, que hasta los gallos
prolongarán la noche cuando te vean desnuda.
2
Llévame hacia el sur de tus caderas, donde la
humedad envuelve los árboles que brotan de tu cuerpo. Llévame a la tierra
profunda que asoma entre tus piernas, a ese pequeño norte de tus senos. Llévame
al desierto frío que amenaza tu boca, al desterrado oasis de tu ombligo.
Llévame al oeste de aquellos pies que fueron míos, de aquellas manos que
encerraron el mar y las montañas. Llévame a otros pueblos con el primer beso, a
la región interminable de lengua y flores, a ese camino genital, a ese río de
ceniza que derramas. Llévame a todas partes, amor, y a todas partes conduce mis
dedos, como si tú fueras la patria, y yo, tu único habitante.
3
Si fueras calva también te amaría, me volvería loco
besando tu cabeza, tu pequeña luna dorada. Si fueras calva, oh, si fueras
calva, te llevaría por el río de la memoria, me sentaría junto al fuego de tus
ojos callados, derramaría un cisne en medio de tu frente. Pero la larga y ciega
cabellera, el largo aliento de cristal, la larga hebra de ceniza y polen que tú
eres, todo lo que la vida se guarda para sí en tus cabellos, lo que la noche te
roba en suspiros, todo lo que el color del éxtasis te lame como en un vuelo
relámpago, como en un sol prolongado, como en un juego de luces apiladas en tu cuello,
todo eso, amor, y más arriba esta ola, esta corriente, este aire, este racimo
de algas enjuagadas al viento, este cordón humano amontonado a ti, esta marea,
este soplo, este susurro que me ata hasta las últimas raíces, y lo que nace, y
lo que acaba, y lo que cae al gran abismo de tu sangre, lo que no ha sido
escrito, amor, todo el misterio, porque en la sombra de tu pelo yo me ahogo
para siempre.
4
Quién apagará los árboles cuando ella muera de frío,
cuando mi corazón la cubra en una lluvia de palomas y el amor resbale como un
trapo viejo. Quién deshuesará lombrices en señal de luto, cuando en los
jardines llore una niña hasta partir la noche en dos y la tierra se abra de una
sola estocada. Quién amanecerá contigo cuando el sol reviente, y por la lengua
del olvido corra un río de pies sin patria o una sopa de ojos tristes que al
rozar el cielo se desgranen. Quién se mirará por ti al espejo. Quién se
acostará en tus sueños. Quién derramará la sal sobre esa gran ausencia. Quién
recordará tus manos cuando ya no sangres y este beso herido jamás llegue a
destino.
5
La niña del vestido abierto se levanta a la hora en
que las palabras están de fiesta, porque ella misma es una fiesta cuando tiende
sus muslos al sol y el viento la recorre con sus dedos infinitos. Un triciclo
de cristal la espera junto a las flores del patio, y un nido de mariposas
ciegas se
desnuda entre sus huesos de miel. Y en su lecho de plumas azules, ella cuelga sus trenzas de trigo y cuenta sus abejas muertas hasta quedarse dormida, mientras la tarde la envuelve con sus labios amarillos. La niña del vestido abierto se despierta a la hora en que los relojes sueñan, porque ella misma es un sueño cuando abre su vestido y los gorriones se amontonan, locos de amor, sobre sus pechos de papel.
desnuda entre sus huesos de miel. Y en su lecho de plumas azules, ella cuelga sus trenzas de trigo y cuenta sus abejas muertas hasta quedarse dormida, mientras la tarde la envuelve con sus labios amarillos. La niña del vestido abierto se despierta a la hora en que los relojes sueñan, porque ella misma es un sueño cuando abre su vestido y los gorriones se amontonan, locos de amor, sobre sus pechos de papel.
6
Me acostaré contigo aunque ya no estés, aunque el
fantasma de tu piel se escurra entre las sábanas de mi recuerdo, aunque
envejezcas en otros brazos y en otros labios y en otras calles y en otros
cielos, me acostaré contigo, amor, te lo prometo, y seguiré tendido en ti y
sobre ti, aún bajo la tierra.
II. Variaciones
para soñar sobre tu piel
Me acostaré con tu sombra
mientras vuelves
2
Cada beso tuyo
le enseña a nadar a mi soledad
3
Esta noche la
luna resbalará por tu espalda
hacia el país de
Nunca Jamás
4
Te estiras como un gato recién nacido
Fellini nunca lo supo
que los techos tienen tu olor
y maúllas hacia adentro
5
Cuando Alba
sonríe
a Dios se le caen
los dientes
Cuando Alba está
triste
los juguetes
envejecen de nostalgia
6
En noches de luna
llena
tu sombra cambia
de piel
y sale a vagar por
las calles
convertida en
ceniza
7
Dentro de un viejo árbol está tu corazón
No cortes el árbol ni arranques su corteza
Tu corazón se desangrará junto con él
8
Mirando el mar
durante horas
encontré al único
pez que te conocía
9
Tu mano enjaulada
de pájaros
se echa a volar
sobre mi pecho desnudo
10
Invéntame un paisaje donde
sólo habites tú
III. Epílogo
Las calles de tu piel, agrupa textos amorosos y eróticos
escritos en distintas épocas y circunstancias. El conjunto da cuenta de
diversas formas de interpretar al otro y cómo ese otro cobra vida en las
palabras y gestos diseminados, como señales que tratan de fijar un tiempo en el
cual volvemos a habitar y a refugiarnos, a escapar de la rutina y del tedio que
nos produce el inevitable peso de la realidad, como diría Eliot; promesas o
sueños que nos evaden de lo cotidiano. Eso son los distintos fantasmas que
desfilan por estas líneas.
Mario Meléndez |
Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y
Comunicación Social. Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo, El circo de papel y La muerte tiene los días contados. En
1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares.
Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en
antologías nacionales y extranjeras. A comienzos del 2005 obtiene el premio
"Harvest International" al mejor poema en español otorgado por la
University of California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se
encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán,
rumano, búlgaro, persa, catalán y macedonio. Durante cuatro años vivió en
Ciudad de México, donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó diversas
antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. Actualmente radica en
Italia. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República
Italiana, concedida por la Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Es considerado una de las voces más importantes de la nueva
poesía latinoamericana.
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