La estrella negra del animal (1)
de José A. Velarde: un recorrido cosmogónico en su escritura (a partir de la
experiencia interior del dolor y la muerte)
Por Mario Wong
Escritor y ensayista peruano
Up all the night got
demons to fight.
Anónimo
Depuis dix ans, ma jambe gauche,
Tu me jouas combien de tours!
Valery
La tête a ses faux-pas comme les pied les siens.
Vigny
Im
memoriam Betty W.
José A. Velarde |
En este su último libro de poesía, el
mundo de las imágenes del poeta J. A. Velarde, como si de un ritual se hubiese
tratado, ha tomado un determinado rumbo en que, desde el título, se impone el
negro de la visión. Cito:
« Recuerdo el chillido/ del pájaro negro/ del dolor/ allí donde no hay
viento/ donde está/ quedo/ el silencio» («Pájaro negro»). ¿Qué
es lo que ha ocurrido en la vida del poeta para que suceda esto? ¿Cuál ha sido
la experiencia crucial, el événement,
que ha suscitado esta « escritura en negro » (Black is black o, más preciso, Paint
is black)?
Todo gran libro de poesía -y La estrella negra del animal lo es-,
todo poema es el lugar del lenguaje en que el poeta se confronta con lo real; y
no es, ciertamente, cualquier real (una apariencia o semblant du réel), sino el « real-real », la
« imagen de la imagen » en el lenguaje perspectivístico nietzschiano
(5), aquel que implica un punto de ruptura, de inversión en la continuidad, en
la cotidianidad, de la vida. Así el poeta, en el poema, extrae de la lengua
« un point réel d’impossible à dire » (6).
Encuentro un a extraña belleza en los
poemas iniciales de este libro, que hacen que rememore otros textos, de libros
anteriores (7) de J. A. Velarde; esa transparencia melancólica, esa luminosidad,
súbita, de la presencia de la naturaleza, del mar, del sol, del cosmos que esta
marcada (y se suscita en una gran ciudad como es París) también, sin duda, de
las impresiones de una infancia andina. Cito: « De dónde vienes/
alucinante belleza/ de dónde llegas/ ingrávida/ como nube/ invadiéndolo
todo… » (« Poética »); « Radiante abanico de energía/
estrella de mi esperanza/ quisiera llegar a ti/ como un deseo/ un
fulgor… » (« Lucero »); « Olas danzantes/ tu vuelo/
envolvente/ ave Marina/ tus alas como espejos/ en el pleamar radiante… »
(« Ave Marina »); « Hierbabuena morada de tu boca/ trébol de
belleza en flor/ ensalmo divino inefable/ Orión de mi cielo estrellado… »
(« Orión »); « Desposeído/ de los temperamentos/ del cuerpo/ el
rito supone el contacto cósmico/ con el águila/ del deslumbramiento… »
(« Cactus ») y, del antepenúltimo poema, « Vagar en París/ es
fácil/ con el despuntar del día/ el Sena/ se desliza raudo/ fluye en la ciudad/
como una música íntima/ y… » (« París »).
Pero el dolor existe, y ¿quién puede
negarlo? El dolor se hace presente en la vida del poeta: « Existe el
dolor/ como rayo suspendido/ una luna colgada/ de la nada/ un grito/ un pasillo
oscuro/ de la mente/ donde acaso…/ de un detenido corazón/ Abismo –quizá
sombra/ quizá pájaro solo/ de taciturno vuelo… » (« Morfina »).
El pájaro negro del sufrimiento se hallaba ya anticipado en este texto; se
trata de un dolor, que se vierte en logradas imágenes (en ambos poemas) del
padecimiento (físico, mental, emocional, nervioso) del poeta; retengo -de ambos
textos citados (las palabras)- chillido,
grito, quedo, silencio, pasillo oscuro, detenido corazón, abismo, sombra...
Y entre ambos, se halla « Nox Aeterna »; cito: « …la noche y sus
alas/ misteriosas/ la desesperada búsqueda/ de mi mismo/ como otro/ el dolor
siempre presente/ el frenesí primitivo/ del lento y secreto/ trabajo de la
muerte ». El dolor se convierte, pienso, en el nova organa -en los intersticios de la vida y la experiencia de la
muerte- de una visión cosmogónica más profunda, abismal, del ser y del mundo,
de la vida y de la desaparición de los seres y las cosas; una tal percepción de
la « vraie réalité » brota de la experiencia psíquica del dolor.
Me ocupo seguido, para concluir, del poema
que da título al libro; antes señalo que de los siete poemas que siguen (hasta el
antepenúltimo, « París », que he citado), en « La antesala del
delirio » se impone la mirada fragmentada, alucinada (están los
« paraísos artificiales »), laberíntica, que acompaña la
« experiencia del yo » en la gran urbe: …«Escalera// Espejo//
simetría en las miradas/ indiferentes al cielo raso/ de las ideas… » (I);
« Los labios del más drogo/ tiemblan y dicen Trilce/ las paredes tambalean bajo las camisas y… » (II);
…«Las miradas son crepusculares/ todo es una herida/ las palabras
ruedan… » (III) y, parte (IV): « La cumbre se precipita/ entre lo
denso/ la antesala es una chicharra/ crepitando entre los dientes/ las cabezas
moños rojos// « Rojas y verdes luces
del amor/ prestidigitan bajo un halo de rush… »/ Spinetta dixit//...
Lectura de poemas de La estrella negra del animal
Es la visión del vértigo lunático, de la
atracción abismal en « La estrella negra del animal »; cito:
« …en la calle los wayquis danzan/ el rito del Sol Negro Turuguri/ invocan
a la luna/ ¿Quién eres, quién eres, quién…? » (I); « Vértigo lunático/
expones las razones del salto al vacío/ la atracción por el abismo/ niegas la
evidencia/ reconoces… » (II). Y, en la parte III, final, la escritura, la
poesía con que J. A. Velarde exorciza, como si de un mal suéño se tratase, el
dolor, el sufrimiento: « …como un lobo temerario/ buscando la figura
salvaje/ el nocturno esplendor/ de una estrella negra/ inmersa en el abismo
urbano/ tendiendo una mano/ buscando otra mano/ codiciando el sueño/ solo para
soñar/ y para el otro sueño lustral/ que nos purifica de ser/ el que somos/
sobre la tierra/ entonces que todo sea/ más que un mal sueño… » Sin
ninguna duda, el poeta ha extraído de la lengua « un point réel » de
lo indecible.
Notas:
(1) José Alberto
Velarde, L’Étoile Noire del animal,
París, Éds. L’Oreille du Loup, 2013; edición bilingue.
(2) « …Hugo et
Mérimée donnent à entendre combien les transformations de Haussmann
apparaissaient aux Parisiens comme un monument du despotisme napoléonien. Les
habitans de la ville ne s’y sentent plus chez eux, ils commencent à prendre
conscience du caractère inhumain de la grande ville. L’œuvre monumentale du
Maxime Du Camp, Paris, doit son
existence à cette prise de conscience. Les eaux-fortes de Meryon (vers 1850) prennent le masque mortuaire du
vieux Paris. » (Walter Benjamin, Paris, capital du XIXe Siècle, Paris, Éds.
Allia, 2005, p. 38).
(3) « …, le
labyrinthe est fondamentalement un espace de parcours, qui incite le sujet à un
dynamisme permanent. La mobilité est devenu valeur première du système urbain
haussmannien (au sens large), elle devient également, par un effet de mimétisme
profond, une des structures nouvelles de la poésie moderne : non seulement
c’est le sujet lyrique ui se met en mouvement, mais avec lui son texte, dont
les parties se fragmentent, s’agent de façon plus discontinue. » (Ver Pierre
Loubier, Le Poète au labyrinthe. Ville,
errance, écriture, Fontenay-aux-Roses, ENS Éds Fontenay/Saint-Cloud, 1998,
p. 316-317).
(4) La crisis de la
tradición que otorgaba autoridad y garantía a la obra de arte -por la cual se
realizaba sin cesar la soudure entre
el presente y el pasado-, y que según Walter Benjamin se manifiesta como
« décadence de l’aura », fenómeno que es evidente, particularmente,
en Baudelaire, poeta que afronta la disolución de la autoridad de la tradición,
poniendo la « experiencia de choc » en el centro de su trabajo
poético. « Le choc est la force
de heurt dont se chargent les choses quand elles perdent leur transmissibilité
et leur compréhensibilité à l’intérieur d’un ordre culturel donné. Baudelaire
comprit que si l’art voulait survivre à la ruine de la tradition, l’artiste
devait essayer de reproduire dans son œuvre la destruction même de la
transmissibilité qui était à l’origine de l’expérience du choc : de cette façon il réussirait à faire de l’œuvre le
véhicule même de l’intransmissible. Par la théorisation du beau comme épiphanie
instantanée et insaisissable (« un
éclair…puis la nuit ! »),
Baudelaire fit de la beauté esthétique le chiffre de l’impossibilité de la
transmission. » ). Es esta « estética del choc » la que subyace
en la poesía desde los romanticos a Baudelaire como expresión de esa tendencia
finisecular (en el sentido de que aparece con los románticos, a fines del Siglo
XIX) baudeleriana, vinculada a lo que Giorgo Agamben denomina la
« expérience du choc », del rechazo de la novedad, y a la experiencia
de la creación, como libertad absoluta del artista, acentuando la brecha con
los juicios estéticos sobre la poesía ( que según Lautremont tienen más
importancia que la poesía misma), que trata ahora de objetivar su propio mundo
y de poseerse él mismo, lo que llevó a que Baudelaire sostuviese que :
« la poésie est ce qu’il y a de plus réel, ce qui n’est complètement vrai
que dans un autre monde ». Esta especie de « alienación del artista »,
en que el arte ha devenido una potencia nihilista, un « néant
s’auto-anéantissant », es un hecho fundamental de las sociedades
contemporáneas, que nos reenvía a la alienación misma del espacio histórico del
hombre. (Ver G. Agamben, L’Homme sans
contenu; Clamecy, Ed. Circé, 1996, pp. 137-144).
(5) Sobre la abbild, la « imagen de la
imagen », o « l’image immémoriale », que es más que lo
« real », G. Agamben comentando un fragmento tardío de Nietzsche,
escribe: « … il n’y a pas d’abord un être dont l’image doit être imprimée
sur le devenir : l’être, au contraire, ne naît qu’à partir de cette
impression. Mais il y a néanmoins un devenir comme donné originaire que
l’impression transforme en être car, autrement, le perspectivisme serait
dépassé ». Y agrega, en el siguiente párrafo: « La paradoxe que
Nietzsche nous invite ici à penser est celui d’un abbild, d’une image qui précède aussi bien ce qui est image que ce
sur quoi elle s’imprime, d’une ressemblance qui anticipe sur les termes qui
doivent être rendus semblables. Non seulement la pensée de l’eternel retour
contient un *lig, une image, mais ce *lig, cette image est l’original qui
précède aussi l’être que le devenir, le sujet que l’objet. Mais comment une
image peut-elle anticiper ce dont elle est image ?... » (G. Agamben,
« L’image immémoriale » ; in :
La Puissance
de la pensée. Essais et conférences, Paris, Éds. Payot & Rivages, 2011,
p. 386-87).
(6) « …tout
grand poème est le lieu langagier d’une confrontation radicale avec le réel. Un
poème extorque à la langue un point réel d’impossible à dire. » (A.
Badieu, Á la recherche du réel perdu,
Paris, Fayard, 2015, p. 39).
(7) El primero es Casa sin puerta y, el segundo, Palabras anudadas.
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