domingo, 5 de julio de 2015

Poemas de Cristián Gómez O.

Cristián Gómez O. (Santiago, Chile, 1971). Poeta y traductor. Entre sus libros publicados se cuentan: Inessa Armand (2003, La calabaza del diablo), Pie quebrado (2004, Amarú ediciones), Como un ciego en una habitación a oscuras (2005, Conaculta), Alfabeto para nadie (2008, Fuga), Homenaje a Chester Kallman (2010, Luces de Gálibo), La casa de Trotsky (2011, La isla de Siltolá), La nieve es nuestra (2012, Ediciones Liliputienses) y la traducción de Cosmopolita (2014, Ediciones Liliputienses), de Donna Stonecipher. En el segundo semestre del año 2002 fue escritor en residencia del International Writing Program, de la Universidad de Iowa. Recientemente, fue escritor en residencia en The Banff Center, en Alberta, Canadá. Fue también miembro del taller de poesía de la Fundación Neruda. Co-editó junto a Germán Carrasco la antología Al Tiro. Panorama de la nueva poesía chilena (2001, Vox ediciones), y con Mónica de la Torre firma la antología Malditos latinos, malditos sudacas. Poesía hispanoamericana made in USA (2009, El billar de Lucrecia). Junto a Christopher Travis, preparó el dossier de la revista Crítica Hispánica “Después del centenario: asedios a Pablo Neruda y la poesía chilena contemporánea” (2006, Duquesne University).

  

Poemas de Cristián Gómez O. 



ÚNICA FE
(My only faith's in the broken bones and bruises I display)

Lo único que le pediría a los encargados de los departamentos de
español es que de una vez por todas comenzaran a enseñarnos
español. No creo en la inmersión, no creo lo del communicative

approach, perdónenme: pero tampoco le creo a ninguno de
ustedes (cada vez que dicen la tema de hoy en una clase
de estudiantes de post-grado, cada vez que me preguntan

¿cómo está tu marida? y ganan esos mismos ochenta
mil dólares con que podría financiar las visitas al
médico de mi hija. No tengo nada en contra de

ustedes, pero de una vez por todas déjense de confundir
literatura con buenas intenciones, no hay nada más
insoportable que la mentira consuetudinaria de

elevar la visión de los vencidos a la categoría de un
clásico que les asegurará un par de becas y muchas
pasantías en esos lugares de los que tanto han

aprendido, salvo su lengua: han visitado tantas veces
el mismo Santiago que me vio morir, pero literalmente
no se han bañado nunca en el mismo río que nosotros:

al menos dejen de cobrarnos los impuestos que antes
nos cobraron con la figura ominosa de una tradición
a la que tampoco pertenecimos ni me interesa: esos

listados infinitos son la guía telefónica de la exclusión,
la evidencia de que no les interesa ni en lo más mínimo
la poesía dolorosa de los adolescentes si no viene con el

respaldo de la familia, esas casas patronales de las que
el patrón todavía no ha salido, acuérdense por un momento
antes de subirse en el avión que los llevará a la próxima

conferencia de esa hambre por saber cuáles eran las
verdaderas influencias de neruda, cuál (de todos los
vanguardistas parisinos había sido verdaderamente

amigo de huidobro. Por eso olvídense de las justificaciones
que llevan al pie del cañón y/o debajo de la manga para
sacar de las listas de lectura obligatoria a virgilio

piñera pero incluir por obligación a borges, no vuelvan
a preguntarnos con desdén de dónde salió bolaño ni
qué ha escrito el junot díaz ese porque de borges

(ni más ni menos) es de donde provienen bolaño y
tantísimos otros, no vuelvan a dejarse llevar por
esas ridículas cartas de recomendación que han sido
escritas en la misma serie de producción que el ford T
y las zapatillas de michael jordan, no sigan menospreciando

las publicaciones hechas en revistas marginales de
latinoamérica ni la tristeza de ese peer reviewed system
que sólo puede convencerlos a ustedes, los estudios

culturales están tan caídos en desgracia como la agenda
que los justifica, la paz seguirá dominada por santa cruz
mientras los mismos bolivianos no decidan lo contrario

aun cuando vuestras clases sobre alcides arguedas sean
profundamente intrascendentes, al igual que los amantes
de sendero refocilándose en la lectura de arguedas, que no

tenía mucho que ver ni con sendero ni con ustedes, borges
era asquerosamente clasista pero no por eso deberíamos
dejar de leerlo, sino aprender por sobre todo a releerlo

hasta el cansancio y recordarlos a ustedes con cariño
pensando en la manera en que han envejecido tanto
ustedes como su hippismo trasnochado, su acomodo

resiliente desde esa academia con la cual no pudieron
cambiar ni el mundo ni la academia, pero tal vez nosotros
puesta la fe en nuestros huesos quebrados, en nuestros moretones

tengamos que cruzar el río cuando las cartas nuevamente
estén echadas y el final ya se conozca y aunque todos nos
digan que ya no queda nada por hacer juntemos las manos

para rezar: pidiendo gallardía en el combate.






NORMAL

Entonces la profesora nos llamó
y nos advirtió aunque no pareciera una advertencia
que debíamos empezar a asistir con más frecuencia

a las reuniones de padres y apoderados, que el distrito
escolar tiene muy en cuenta la participación de los
padres a la hora de continuar entregando los

cupos para los niños que más los necesitan, la parte
que nosotros pudiéramos hacer en casa -agregó-
era fundamental en la consecución de las metas

trazadas en el programa educativo que el estado
de iowa a través de sus entes competentes se
había trazado como uno de sus principales

objetivos. Luego hizo una pausa. Como
si hubiera estado esperando que nosotros
tomáramos la palabra. Luego dijo que

esperaba vernos más seguido y que no dudáramos
en llamarla si teníamos alguna pregunta
o necesitáramos cualquier otra cosa.

No alcanzamos a mirarnos
cuando ya estaba abriéndonos la
puerta con la misma sonrisa con

que nos había hecho pasar en
un principio.





LOS POEMAS PROMETIDOS

Estos son los poemas que Huidobro y Francisco del
Valle me corrigieron. Estos son los poemas que
el Carlitos de Rokha y Gustavo Ossorio me

corrigieron juntos. Estos son los poemas que Olga
Acevedo y Victoriano Vicario me corrigieron
después de mostrárselos al Pancho Véjar.

Estos son los poemas que Lucho López-Aliaga
me dijo en el Panamericano que mejor los
tirara por el water y me tomara a cambio

una pílsen: estos son los poemas que Germán me dijo
que mejor me los metiera por el culo porque era pésimo
como persona en primera persona. Estos son

los poemas que el David me dijo que mejor los
leyera de nuevo, que mejor volviera a respirar
y terminó pidiéndose la próxima (Cerro San Cristóbal,

más Sergio Valero): estos son los poemas que el
Javier siempre ha rechazado, estos son los poemas,
estos son los poemas, estos –y no otros: son los poemas.





HOMENAJE A DONALD JUSTICE

Un hombre cumple cuarenta años
orgulloso de su potencia sexual
e infinitamente temeroso de perderla.

Sabe al menos que una de las mujeres
con las que habló de amor eterno
se mantuvo fiel a ese lenguaje

que asimila las palabras a las cosas
y estudia las carreras de los domingos
a través del nombre de los jinetes.

Sabe también que es mejor estar agradecido.
Un hombre cumple cuarenta años casi sin darse
cuenta. No está obligado a repetir

lo mismo que le pasó a su padre:
por eso se dedica a escalar los cerros
que rodean las ciudades donde habita

para no olvidar que incluso en las alturas
está obligado a ser un hijo. Se sienta
en las escaleras de la casa que todavía

tiene que pagar contando los pasos
que le faltan para llegar al segundo piso.
Su edad podría resumirse en lo que

va del comedor a la cocina, en la máquina
que ha reemplazado a la hoja de afeitar
desde que le cuesta levantarse de la mesa.

Así como sería imposible entender a los cerdos
incluso si los cerdos hablaran, esta noche
no hace tanto calor como para darlo

todo por perdido.





LA POESÍA ES LO QUE SE PIERDE EN LOS PUEBLOS CHICOS

Vivo en un poema de Robert Frost
del que nadie ha salido todavía.

Siempre quise escribir poemas
como los de Hinostroza, pero

terminé escribiendo como los míos.
Hubiera querido que alguna muchacha

entrara a una tienda de París
para convencerla de que hiciéramos

el amor tendidos sobre los pastos
que rodean algún castillo de esos

reyes cuyos nombres desconocemos
por parejo. Pero sólo he podido

hacer clases y caer rendido
a los pies de una mesera

en el bar más torrante de
Santiago-centro, allí donde nos

confundieron con los peruanos recién llegados
que es lo más cerca que estuve alguna vez

de la poesía de Hinostroza.
Sin embargo vivo en un poema

de Robert Frost, en un pueblo
cuyo alumbrado público

ha sido el tema de otros profesores
de college, enmarañados como

el abajo suscrito en lo que pudimos
recoger de la resaca neoliberal: no debiera

poner así las cosas, pero los años
dorados quedaron tan atrás como

los años locos que alguna vez
nos ofrecieron. Los faroles

viven de la energía eléctrica
generada por el carbón de las

minas de otro estado.
Nosotros de los faroles

que en lugar de la historia
nos han absuelto.


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