Las voces que no callan
Por Fabio Martínez
Jaime Priede, el traductor de ese extraordinario libro, titulado: Antología de Spoon River, afirmaba que Edgar
Lee Master inventaba sus personajes a partir de los nombres que leía en las
lápidas de los cementerios.
Parafraseando a Priede, podemos decir que el poeta Ómar Ortiz Forero, en
su exquisito libro, titulado: Diario de
los seres anónimos (Editorial La Mirada Malva, 2015) recrea sus personajes a
partir de los nombres enigmáticos que deambulan en su pueblo.
Son hombres y mujeres de carne y hueso que nunca han tenido voz, y les
ha tocado vivir en el limbo de la vida; en aquella línea de sombra donde se
confunden la vida y la muerte.
Por el Diario, que podría ser,
así mismo, el teatro de nuestras vidas, discurren unos cincuenta personajes
maravillosos, llenos de humor y patetismo, que en medio de una violencia
crónica, están sedientos de amor y hambrientos de vida.
Por allí deambula Lino Mora, el propietario de circos de pájaros y
nubes; Ifigenia Franco, la dibujante de corazones, golondrinas y sueños
livianos; José David López, el voceador de periódicos; María Luisa de la
Espada, la exterminadora de indios; Agobardo Potes, el padre de una docena de hijos
naturales; Evangelino Zuluaga, el músico celestial; Jaime Lázaro, el dueño de
una destilería de güisqui que resucitó dos veces; el loco Ceballos, jefe de
policía, de traficantes y bandidos, a quien no le entraban las balas; el negro
Marín, que siempre lo confundían con Jorge Isaacs; Dulima Mondragón, que casó
con Walter, el fabricante de condones inútiles; Florita Franco, la modista que
con su máquina Singer (como en el poema “Una carta rumbo a Gales” de Juan Manuel
Roca), quería viajar al fin del mundo; Enrique Uribe, lotero de profesión y bisnieto
de Rafael Uribe Uribe, a quien lo mataron de hachazos subiendo las escalas del
Capitolio Nacional; Marcial Gardeazábal, el librero de un pueblo de analfabetos,
que espera desde ultratumba que su nieto, Gustavo, termine con éxito la saga
literaria que prometió; Nilsa Polanía, la hotelera que fornicaba con la
clientela; Julio César Patiño, el sepulturero que vivía colmado de trabajo; y
Edgar Lee Master; a quien el poeta Ortiz Forero invita a participar en el
libro.
Diario de los seres anónimos es un poemario lleno de imágenes ricas y con referencias claves a aquellos poetas infernales, que como
Dante, Rulfo y Lee Master, se han aventurado por las tierras del Hades, que no
siempre están en el más allá, sino aquí, entre nosotros.
Omar Ortiz |
En el texto introductorio del Diario,
titulado: “El curioso compilador” el poeta, que figura como narrador y fisgón
de la vida, advierte al lector que este breviario es fruto de su “ociosidad y
de su ingenio”. Y arriesga tres cualidades tempranas que debe tener todo escritor:
una obstinada pasión por la belleza, un exagerado apego a sí mismo y un notable
apetito por la desmesura y el engaño.
En estos tiempos donde abunda tanto poeta y muy poca poesía, vale la
pena que el lector se acerque a este breviario, a este teatro de la vida que
hoy nos presenta el poeta Ómar Ortiz, donde desfilan vivos y muertos, y se
estila el licor a borbotones, la risa y el encanto.
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