domingo, 3 de enero de 2016

Voyageuse bleue, último libro de poemas de Porfirio Mamani

Voyageuse bleue (Viajera azul)

Editorial L'Harmallan, París 2015
Traducido al español por Sophie Ferreira Ramos
Prólogo de Daniel Vives

Viajera Azul

El poeta
Viajera celeste que en el fondo de la sima preparas tus nobles atuendos para encontrarte conmigo en el desierto. Yo siguiendo voy esta sombra  que sale de mi cuerpo, por un camino que nadie ha frecuentado. Callados van mis ojos, callados los ruidos de mis pasos, sólo el polvo se levanta cuando paso. Cuando llego al pie de una montaña, voz y llanto de un niño golpea las rocas de polvo no cubiertas. No sé si alejando o acercando me voy de tu mirada, extranjera azul, tú que en alguna parte ya me esperas, como la oscuridad espera al día.

La Viajera 
¿De quién es la voz que allá tirita, de quién la sombra que doblada se queda en una esquina? Estira sus brazos como si hablara con el aire, mas el viento, mientras intenta dar un paso, de sus negros pelos hacia atrás lo jala. Sus piernas soñolientas, como pegadas a la tierra lo retienen, y sus ojos como desterrados paradigmas, miran la sombra extraña, que desde el fondo de la ruta le hace un gesto.

El poeta
No sé si cruzar debo esta calle o la otra, viajera celeste, que pareces vigilar sin cuidado mi destino. Creo verte pero no te veo, es mi cansada memoria que confundiendo va los caminos y tu rostro. A veces siento frío, a veces duda y miedo cuando paso por lugares como estos. Allá veo un niño arrastrando la basura que en el desierto encuentra. Alguien se le acerca y sólo mira piedras en sus manos. Sólo el niño me mira, y mirándome no quiere alejarse, pero se aleja.

La Viajera
Hundiendo va sus pasos, ya en el polvo, ya en el barro que inunda su camino. Difícil ver su cara. Mas ese perfil me parece haberlo visto en alguna parte. ¿Quién entre todos podrá olvidar su herida? Cuando era niño lo vieron todos cruzar un río, y ya llevaba en la frente esa herida. Entonces sigue siendo él, la marchita hierba que nadie cuida.


Porfirio Mamami Macedo entre dos mundos, el de sus orígenes y el del exilio


                                                                                                              Por Daniel VIVES
                                                                                                              Université de Rouen

Porfirio Mamani
Porfirio Mamani Macedo… el nombre de un poema, el nombre de un poeta «  mediterráneo » entre dos tierras, el Perú de los orígenes y Europa del exilio, esta tierra del alejamiento  que testimonia desde 2003 el libro Voz más allá de las fronteras. Entre ambos, el del poeta es también el mestizaje, el doble origen ya inscrito en el nombre. El hispánico por “Macedo”, y el andino por “ Mamani”. Aunque escritos en un español muy puro, estos poemas; casi sin ninguna referencia socio-histórica, están,  sin embargo, situados. A pesar de la distancia, la tierra natal aflora: “es hacia el sur que dirijo mi mirada”, declara el poeta. En su búsqueda insatisfecha de la Viajera, la única y celeste Amante universal, se percibe en él,  el sufrimiento de un recorrido en un largo camino, la imposibilidad de por fin detenerse, de aprovechar el descanso en su compañía.  Eso será una tensión inacabada hacia la idea significada por el término quechua “Mamani ‘y”- tan próxima de la mención patronímica  del autor-, una palabra que, en esta lengua, reenvía al acto de detenerse, de acampar para reposarse después de un largo camino.

El sustrato lingüístico, culturalmente aún muy presente en esta región de América Latina, podría incluso reenviar a los morfemas “ma”, “man”, principalmente connotados en dirección  de un “ estar- allá”, que se constata, de una necesidad existencial que se le acepta, al  instar de la voz poética cuando se compara a los “ desgraciados que se quedan allá, a mirar su destino”. Pero esta apariencia de resignación va a la par con una tentativa incesante y renovada de reanudar con una pertenencia, una infancia, un más allá  del “hic et nunc” : el sobre pasamiento de un “ día  al día” sembrado de banalidad y de decepciones. A pesar de la aparente melancolía de los textos, la esperanza de una trascendencia queda en la obra de Porfirio Mamani Macedo, aunque todo “ más allá”, es esencialmente un des-conocimiento, una ignorancia “que es la condición sine qua non de nuestra vida” (Jules Renard)

En el nuevo libro que propone Porfirio Mamani Macedo, el mundo es visto, o mejor dicho entrevisto, en la oscura claridad “ de un azul virginal”. Vestida con sus “ nobles atuendos”, La Viajera es la diosa de una iluminación que el poeta interroga con un llamado doloroso. Su mirada lleva hacia una especie de eternidad que tiene a la vez espejismo, y un vértigo  y que no es sin recordarse el lirismo de un gran místico como San Juan de la Cruz. Incierto, el camino recorrido parece llevar hacia otro espacio, más profundo, y sin embargo siempre más lejano, más atenuado hasta lo impalpable. Paralelamente; al filo de sus deambulaciones, la celeste divinidad confiesa su desconcierto de no poder establecer el diálogo con aquella que apenas distingue tanto como una sombra incierta, portadora de un discurso plural, difícilmente audible; tanto como un niño errando en un  desierto cuya palabra desesperada vacila, estremece y se pierde en un grito que queda sin respuesta. Muy seguido, el frente conversacional con la Viajera se transforma en lo que se denomina : “un desencuentro”, un no encuentro, una cita no cumplida. Poesía del sueño, de la mirada, del deseo, de la soledad, de la memoria, de la infancia, de la duda, del desamparo y del encierro,…poesía de la infancia, del cuerpo, de la vida y de la muerte, de la huida del tiempo…; al ritmo de los días, de las noches…; simplemente todo, muy simplemente…

El autor de La Viajera azul es un poeta de lo elemental. El tiempo de ese lirismo es de  aquel de un “ahora”, de un “medio día”, de un “alba” o de una “ caída de la noche”, lejos de toda referencia histórica, geográfica o sociológica. Las líneas, los motivos, los contornos muy agudos de la cotidianidad se borran. Al mismo tiempo, el lector esta invitado a penetrar en un universo primordial, un esbozo donde solo se dibujaría un cosmos bruto, fundamental, vital: el sol, el viento, la montaña, la roca, la nieve, la lluvia la luz, la sombra…





La prosa poética de Porfirio Mamani Macedo
Por Javier Morales Mena
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

La prosa poética de Porfirio Mamani Macedo confirma aquella añeja idea respecto a que la poesía vive no necesariamente en el poema. A doble banda, Viajera azul posee la virtud de condensar en un lenguaje estremecedoramente lírico, el peregrinar de un personaje que va tras un imposible. Tramo a tramo este peregrino atraviesa el horizonte, se detiene en el abismo, repasa el espesor de las rocas y avanza con cuidado por el resbaloso légamo sin perder de vista su azul anhelo. Es cuando la palabra poética de este peregrino busca ser espacio para una revelación o un encuentro con lo imposible. Efectivamente, Viajera azul es la aventura dramática del poeta-peregrino por tratar de encontrar la revelación poética de lo imposible: la poesía.  




Conversación entre el poeta y la poesía
Por José Gabriel Valdivia Álvarez
Arequipa-Perú, diciembre 2014

Esta es una conversación entre el poeta y la poesía. De una forma paródica se remonta al diálogo místico amoroso del Cantar de los Cantares, para plantearnos otro diálogo entre la Vida y la Poesía, entre el hombre depositado en su mirador terrestre ante un universo vasto e infinito.
Diálogo intenso, de profundas connotaciones filosóficas y reminiscencias míticas, por donde transita la incertidumbre del mundo junto al misterio de la propia palabra poética, dichosa en sus artilugios pero temerosa del olvido y la condena de un ser nómade sin destino.
Pero este diálogo se extiende y parece interminable e inconcluso, como si la existencia que lo produce fuera incompetente para culminarlo, como la muerte que todo lo cubre de sueño, polvo y silencio.
Quizás el amor explique en parte la condición humana y sea la única respuesta feble e insensata, como un bastón a lo largo del camino. Y aún así, la gran pregunta asoma para consuelo de las tribulaciones humanas que provocan la soledad, el abandono. Pero hay que continuar sobreviviendo por las rutas que a duras penas araña con sus manos indescifrables el poeta desamado hasta por la misma poesía que permanentemente implora.
En suma, una prosa poética, cuestionadora de la civilizada condición humana, en estos días  que fumigan las flores del mal.    

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