Mostrando entradas con la etiqueta Óscar Hahn. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Óscar Hahn. Mostrar todas las entradas

viernes, 5 de diciembre de 2014

Óscar Hahn: Premio Loewe de Poesía 2014

Óscar Hahn (Chile, 1938). 

Poeta, ensayista, crítico literario. Es Doctor en Filosofía por la Universidad de Maryland. Entre 1971 y 1972 fue miembro del Taller de Escritores de la Universidad de Iowa. Después fue docente de esa misma universidad por más de tres décadas. Actualmente es Profesor Emérito. Entre sus libros figuran: Esta rosa negra, Arte de morir, Mal de amor, Versos robados, Apariciones profanas, En un abrir y cerrar de ojos, Pena de vida y La primera oscuridad. De los múltiples reconocimientos a su obra destacan: Premio Casa de América de España (2006), Premio José Lezama Lima (2008), Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2011), el Premio Nacional de Literatura (2012) y el premio Loewe de poesía por su obra Los espejos comunicantes (2014). Es considerado una de las voces más importantes de la poesía Hispanoamericana.



Poemas de Los espejos comunicantes



DESNUDO BAJANDO UNA ESCALERA

Este es el traje
con el que el alma cubre
sus vergüenzas
el traje
que un día se convierte
en polvo
               en sombra
                                  en nada
y deja el alma a la intemperie
sin manos con que taparse
las partes pudendas
Entonces en algún closet por ahí
en algún colgador cuelga el alma
en la
          más triste
                          desnudez





TEORÍA DE LA RELATIVIDAD

Anoche
detrás de esa puerta que abriste
había un hombre tocando el piano

Junto al atril
un candelabro y un ramo de rosas

El hombre miró hacia el umbral
y vio tu silueta difuminada por la luz
El miedo lo paralizó y dejó de tocar

Cerraste la puerta con llave
y regresaste a tu dormitorio

La mañana siguiente
todo había desaparecido
No existían ni el hombre ni el piano
ni el candelabro ni el ramo de rosas
Sólo gotas de cera pétalos secos
y telarañas

El hombre de la habitación
hablará del fantasma
que una noche apareció en su puerta
Y tú hablarás del fantasma
que viste anoche en la habitación

Todos somos reales e irreales
Estamos aquí y estamos allá
dijo Einstein cuando presentó
su teoría de la relatividad
Pero nunca pudo saber
cuál de los dos era él:
si el hombre de afuera
o el hombre de adentro

A veces
como para olvidarse
toca el piano





EN LA TUMBA DEL POETA
DESCONOCIDO

Aquí yace Ene Ene
el poeta desconocido
No corrió la suerte de Lorca
ni de Neruda ni de Eliot
ni de Rimbaud ni de Rilke
ni de ninguno de los que duermen
en túmulos famosos
Escribió lo que pudo y como pudo
y su felicidad no fue la fama
sino la epifanía de componer unos versos
y releerlos y guardarlos
como un pequeño tesoro
Yo te admiro poeta invisible
por tu coraje para enfrentar el anonimato
sin claudicar jamás
de tu vocación creadora
Nadie conoce tus poemas
y casi nadie ha leído tu epitafio
escrito por ti mismo
para este nicho visitado
tan sólo por los que te quieren
Y en esta vida amigo mío
eso es lo único que cuenta





OSO BLANCO

Es un oso de mármol
pero él se siente más liviano que el aire

Aunque pesa lo que pesa un témpano
mueve sus níveas patas
con la gracia de un bailarín de ballet

Nada puede la fuerza de gravedad
contra el poder de sus convicciones

Los que llevaron maquinaria pesada
para arrancarlo de su pedestal
no lograron moverlo ni un centímetro

Y ahora miran atónitos como flota
entre las blancas nubes del cielo

El oso de mármol saludó desde lo alto
a los que no creían en él

y se alejó volando en la inmensidad
hasta que fue sólo un punto en el horizonte





SOLITUDE

In my solitude you haunt me
with reveries of days gone by.

          Música de Duke Ellington


Mi soledad no está sola:
está conmigo
Me acompaña dondequiera
que voy: duerme en mi cama
come de mi mano: respira
el aire que respiro
Me habla con mi voz
camina como yo camino
siente lo que yo siento
Sólo una vez mi soledad
se alejó de mi lado
me abandonó: partió
Fue esa tarde que conocí
a la mujer de mi vida
Meses y meses sin mi soledad
noche tras noche con mi gran amor
ocupando el espacio
de mi desamparo
Hasta que un día todo terminó
como siempre terminan
los amores eternos:
en un abrir y cerrar de ojos
Y ahora
he regresado a mi casa
Mi soledad me recibe
con los brazos abiertos
no me dice nada
no me reprocha nada
me abraza me consuela
Llora conmigo





RELOJ DE PIE

I.
      
En mi casa
tengo un reloj de pie
que me saluda cada hora
con melodiosas campanadas

De noche camina
se para junto a mi cama
y se queda en silencio
velando mi sueño
hasta que despierto

Después va a la cocina
me prepara el desayuno
y regresa a su sitio
contra la pared

Y así
día tras día
noche tras noche

Cómo me gustaría
hablar con mi reloj
cómo me gustaría
preguntarle algo
que toda la vida
he querido saber

Cómo me gustaría

Pero tengo miedo
tengo mucho miedo
de que me responda

      
       
II.

Mi reloj ha muerto

Murió como siempre vivió:
de pie

Se le fue descascarando el barniz
poco a poco

Para avanzar sesenta minutos
se demoraba dos horas

Daba las campanadas muy bajito
con un sonido casi imperceptible

Una tarde las manecillas de mi reloj
se detuvieron
y el péndulo dejó de oscilar

No quise sacarlo de su sitio
y enterrarlo en el patio

Lo dejé ahí contra la pared
hasta que se convirtió
en un montículo de cenizas

Puse las cenizas en una pequeña
caja de chocolates

Ahora la cajita da la hora
puntualmente

Y toca música





MUERTE DE UN POETA

¿Qué estará pensando Gonzalo
Rojas qué poema imposible
estará fraguando su mente
en estos dos meses de agonía
qué pacto insondable
con las sombras?
Dijeron que se hallaba
en estado de sopor
Dijeron que le quedaban
dos días de vida
Pero yo me dije: el que supo vadear
las aguas de lo Oscuro
no se va a hundir tan fácilmente
en el río Aqueronte
No va a cantar victoria la Muerte
no va a izar sus negros pendones todavía
Y es así como Gonzalo Rojas
hondamente caído al fondo de sí mismo
pero colgando de una hebra
de esta vida
le dijo a la Muerte:
Un poco de paciencia amiga mía
no se ponga nerviosa
déjeme terminar este poema
como Dios manda
Y se pasó dos meses pergeñándolo
mientras los médicos iban
y venían de su cuarto
sin entender por qué
ese hombre seguía respirando
Puso el último verso
en la postrera estrofa de su vida
y el tiempo se detuvo
en la fecha precisa:
veinticinco de abril de dos mil once
Estoy listo le dijo a la Muerte
No tengo nada más que hacer
en este rumbo
Miró con ternura
su cuerpo tendido en la cama
se dio un beso en la frente
y desapareció en el infinito
con una sonrisa en los labios





LOS ESPEJOS COMUNICANTES

¿Con quién se comunican los espejos
comunicantes?

¿Con qué interlocutor inconcebible?
¿Con qué figura cautiva en el azogue?

De lo que hablan no sabemos nada
De lo que piensan lo ignoramos todo

A veces
cuando me veo reflejado
en un espejo de medio cuerpo
tengo miedo de que me succione
de la cintura para arriba
Mi otra mitad
de la cintura para abajo
saldría huyendo
como un grotesco enano

Anoche
vi que alguien del otro lado
del espejo había escrito:

“El día llegará”

Entonces oí la voz
del cristal que me decía:

Y las imágenes almacenadas
adentro de los espejos
serán vaciadas en la realidad:
sujetos lavándose los dientes
mujeres maquillándose y peinándose
señoras ajustándose el corset
caballeros arreglándose la corbata
jóvenes afeitándose
quinceañeras probándose
el primer sostén
gente mirándose desnuda

Y agregó con tono solemne:

Todos los reflejos de personas
y animales emergerán de los espejos
e invadirán aldeas y ciudades

Será el día de la confusión universal
el día en que nadie podrá distinguir
entre los objetos y sus íconos
entre los seres vivos y su imagen
entre los nombres y las cosas

Y después será el fin del mundo

Así habló el espejo comunicante
y estalló en mil pedazos 



domingo, 6 de octubre de 2013

Especial poesía mexicana. Ómnibus n. 44


Revista Ómnibus n. 44. Especial poesía mexicana / Especial Óscar Hahn



Estimados amigos:
La poesía mexicana tiene largas travesías. La presente es una ruta que toma varias direcciones, ya sea el sentido del humor, la complicidad con lo antiguo, la cadencia y la música, el verso en aparente desorden o el oído fino, la selva o el asfalto, la sugerencia o el énfasis.

Teniendo en México voces tan sonoras y diáfanas, que iluminaron los frentes poéticos del siglo XX, como las de Rubén Bonifaz Nuño, Alí Chumacero, Octavio Paz por supuesto, Enriqueta Ochoa, Jaime Sabines, Efraín Huerta, José Carlos Becerra, José Emilio Pacheco, Gabriel Zaid, Juan Bañuelos, Francisco Hernández y tantas otras que le dan mayoría de edad a la poesía de este país, esta suma de tonos poéticos es de ya un ejercicio de madurez y a la vez una propuesta de lectura.

La mayoría de los textos aquí antologados forman parte de libros o de antologías de los autores incluidos. Aunque algunos poemas se publican por primera vez. El compilador decidió quitar las evidencias de origen, fechas y demás señales que suele dejar la poesía y mostrar el poema al desnudo, sin datos que lo identifiquen más que su propia identidad.

Óscar Hahn
Edición y dirección de Margarito Cuéllar y M. Ángeles Vázquez


Por otra parte, Ómnibus os ofrece un especial sobre el Premio Nacional de Literatura, el poeta chileno Óscar Hahn, además de nuestras secciones de literatura, creación y La Mirada Maldita.





Equipo de dirección de Ómnibus
Revista intercultural

martes, 25 de junio de 2013

Tratado de sortilegios de Óscar Hahn

Tratado de sortilegios. Óscar Hahn. Edición bilingüe
Tratado de sortilegios
(Trattato di sortilegi)

ÓSCAR HAHN: DE FANTASMAS Y OTRAS REVELACIONES
Prólogo de Mario Meléndez

La poesía chilena ha dado a la lengua española una de las tradiciones más significativas en la primera mitad del siglo veinte. Los nombres de Gabriela Mistral (Tala), Vicente Huidobro (Altazor), Pablo de Rokha (Los Gemidos), Pablo Neruda (Residencia en la tierra) y Nicanor Parra (Poemas y antipoemas), han nutrido nuestro acervo literario con obras fundacionales cuya repercusión visualizamos en toda la poesía latinoamericana posterior. Autores no menos influyentes, como Humberto Díaz Casanueva (Réquiem), Eduardo Anguita (Venus en el pudridero), Gonzalo Rojas (Contra la muerte), Stella Díaz Varín (Sinfonía del hombre fósil), Enrique Lihn (La pieza oscura) y Jorge Teillier (Muertes y maravillas) complementan dicho legado y lo transmiten a las nuevas generaciones de manera vital y permanente.
Óscar Hahn (Iquique, 1938), forma parte de esta tradición. Desde su primer libro, Esta rosa negra (1961) reconocemos a un autor original y lúcido, cuya impronta se ha ido instalando de manera definitiva en el actual panorama de la poesía hispanoamericana.
Su maestría radica en fusionar las formas clásicas con los nuevos lenguajes y metalenguajes, y llevarlos a su propio radio de acción. Se vale de todo un sistema de significados (derivaciones, palimpsestos, intertextualidades) que adquieren en su imaginario una fuerza centrifuga que arrastra al lector por aguas caudalosas e inesperadas. Nada le es ajeno. Todo le resulta funcional a la hora de abordar la página en blanco. Sus fuentes son diversas, y en ellas están resumidas todas las disciplinas del arte. Hahn entiende la importancia de cada palabra, el trabajo que exige un proceso creativo, la síntesis contenida allí.
Óscar Hahn
Replantea el tema del amor a través de un fantasma que se transfigura en los objetos domésticos para volver donde su amada. Adquiere la forma de una toalla, una sábana, una funda de almohada, una camisa sucia. El abandono y la memoria cobran vida en Mal de amor donde los resabios de un extraño erotismo se abre paso, como una sombra que deambula por los rincones con la esperanza de recuperar lo perdido.
La presencia de lo bélico como denuncia, es otra de sus características, desde su ya clásico “Visión de Hiroshima”, devastador testimonio de la Segunda Guerra Mundial y punto de partida tal vez de una serie de textos que se sucederán con frecuencia en libros posteriores. Una toma de conciencia reveladora donde al final todos los muertos pertenecen a un mismo bando.
La muerte siempre está rondando su escritura, ora lúdica, ora ritual. Incluso encontramos esa derivación que va de lo solemne a lo festivo, como se manifiesta principalmente en la cultura mexicana y toda su alegoría fúnebre. Una muerte que le habla al oído, que se sienta a los pies de su cama con una familiaridad que sobrecoge.
Sin duda es uno de los grandes poetas aparecidos en la segunda mitad del siglo XX, que sigue vigente entregándonos libros notables como La primera oscuridad.
Aquí el autor explora una variante pocas veces tratada en poesía: el tema de lo fantástico. Lo vemos en diversos textos donde las cosas que describe caben en el terreno de lo insólito, lo maravilloso, lo desconocido. “Cosas que se escuchan”, “Cajones”, “La memoria de los espejos” por nombrar sólo algunos. Esto se venía anunciando de manera más sucinta en otros libros anteriores. Poemas como “A la una mi fortuna”, “Una noche en el café Berlioz”, “Los fantasmas de Lisboa” son un claro ejemplo. Aparecen sus inquietudes de siempre (el amor, la muerte, la guerra, la desolación, el pasado, la historia, la nostalgia, etc.), pero tratadas desde una perspectiva distinta, tan lejos de lo convencional, de lo predecible.
Su escritura a ratos es muy visual, como si fueran pequeñas escenas en blanco y negro que desfilan ante nuestros ojos y nos sorprenden por su estructura y alcance. Las imágenes se suceden vertiginosas y a veces nos llevan de la mano por regiones remotas e imprevistas donde “el inconsciente es un árbol lleno de pájaros muertos / que se echan a volar cuando uno menos lo espera”.
Resulta muy interesante su propuesta para las nuevas generaciones, por ser  uno de los autores que mejor ha sabido reactualizar las claves y derivaciones. El doble juego o lucha de contrarios sintetiza su obra a través del amor y la muerte. Eros y Thanatos se atraen, se repelen, se juntan, se reconocen y finalmente permiten, en los distintos estadios de su relación, la suma de un todo que deviene en herencia, en testimonio de vida.
Hahn se reinventa en cada libro con una percepción que asombra, juega con el lenguaje, le da sentido y plenitud, lo utiliza siempre de una manera funcional, lo revitaliza y destila antes de ponerlo otra vez en circulación. Su poesía es una lección de rigor y lucidez mayor.
Al releerlo, se nos viene a la mente lo que sostenía Picasso sobre el proceso creativo: “Si el tema me pide cierto medio de expresión, adopto ese medio sin vacilar. Móviles diferentes exigen métodos diferentes. Ello no implica evolución ni progreso, sino un acuerdo entre la idea que quiero expresar y los medios de expresar esa idea”.

Esta pequeña antología que lleva por título Tratado de sortilegios y publicada bajo el sello Rayuela Edizioni de Milán, da cuenta de algunos de sus grandes poemas y ofrece al lector italiano la posibilidad de conocer una obra conmovedora y singular, que seguramente permanecerá en la memoria colectiva como un testimonio vivo de su tiempo.