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martes, 21 de marzo de 2023

Escenario Malinche. Isabel Bueno Bravo

Las mañanitas de Malinche

Conferencia "El sol sobre el lago: Los aztecas antes de Cortés"  y presentación del libro 
El rostro de América prehispánica de Isabel Bueno Bravo

Recinto ferial IFEMA, Madrid

Día 25 de marzo a las 12:00 horas 


La especialista española en Antropología americana, licenciada en Bellas Artes, Isabel Bueno Bravo, impartirá una charla introductoria de cómo era la cultura mexica o azteca antes de la llegada de Hernán Cortés a tierras mexicanas. Desarrollará unas pinceladas por los aspectos más importantes, para después implementarlas en otras charlas que se irán sucediendo en distintos sábados. 

Por otra parte, firmará ejemplares de El rostro de América prehispánica, para aquellos asistentes que estén interesados.

El libro fue editado en México y es la primera vez que se vende en España.


El rostro de América prehispánica

Hablar de América Prehispánica es hacerlo de una las páginas más bellas y enigmáticas de la Historia. En ella florecieron numerosas culturas que las hicieron únicas: Olmecas, teotihuacanos, mayas, aztecas o incas, por citar solo algunas, crearon ciudades monumentales con impresionantes pirámides cuyas crestas respiran sobre las densas selvas tropicales o emulan montañas infinitas, donde habitaban los dioses.

En esta obra, la autora hace un recorrido por aquellas culturas que pusieron los cimientos para que incas y aztecas crearan sus poderosos imperios, de la mano de sus redescubridores en el siglo XIX y XX. Matthew Stirling nos mostrará las cabezas colosales que crearon los Olmecas, reconocida hoy como la cultura madre mesoamericana. Pasearemos por Teotihuacan, la ciudad de los dioses y de la mano de Stephens y Catherwood viajaremos hasta las ciudades sagradas de los mayas; conoceremos a grandes gobernantes como Nezahualcóyotl de Texcoco: el rey poeta y el gran Tezozomoc de Azcapotzalco, quien tuvo como vasallos a los impetuosos aztecas. Naturalmente, recorremos la fastuosa México Tenochtitlan, corazón del imperio azteca y contemplaremos el ocaso del imperio inca, sin olvidar dos verdaderos hallazgos de leyenda: la tumba nº 7 de Monte Albán y la cautivadora ciudad de Machu Picchu.

martes, 28 de mayo de 2019

Casa de cielo de Héctor Perea. Presentación


CASA DE CIELO

Por Andrés de Luna
Escritor mexicano

Héctor Perea es un escritor cuya eficacia se puede comprobar al leer los cuentos de Casa de cielo (La mirada malva, Granada, España, 2017).  En este volumen aparecen textos breves que son una suerte de apertura de lo que serán las narraciones más largas del resto del volumen.
De esta forma, “Ni la boca andaba” y “Abertura” son dos cuentos ráfaga que nos ponen en contacto con un mundo que se ha enriquecido muchísimo con los viajes de Perea, quien ha vivido en Madrid, en Roma y, desde luego, en la Cd. de México.  Estas tres ciudades forman un triángulo ideal para la escritura de un intelectual  que ha sabido habitar el mundo  con todo y sus contradicciones y sobresaltos, así como también con las buenaventuranzas de unas geografías propicias.  De este modo, “Casa de cielo” es un  libro que trabaja temas como la memoria, el recuerdo, el tiempo y el olvido. Su prosa tiene las armonías que le permiten deslizarse por estos temas para dejar claro que estamos ante un escritor que sabe ir de lo inmediato a lo que conoce y que resbala para llevarnos hacia otros rumbos.
            Mario Vargas Llosa escribió que: “La memoria es el punto de partida de la fantasía, el trampolín que dispara la imaginación en su vuelo impredecible hacia la ficción”. Esto es lo que hace de la escritura de Héctor Perea una riqueza conceptual  que se fortalece con el desarrollo de sus relatos.  En ‘Una mirada oblicua” se lee lo que piensa el personaje de una niña: “Estuvo un rato esforzándose por hacer coincidir en claridad el recuerdo y aquella imagen aún sin historia que veía a través de los gruesos cristales. Pero en realidad ni uno ni otro tiempo quedaban en el mismo marco. Peor aún,  ni en recuerdo era más  que un rápido boceto ni lo que veía con precisión y brillo en las esquinas significaban nada para ella. Al menos hasta ahora’.  Un texto que habla de desapariciones y vueltas a los recuerdos que sobreviven pese a los desgastes de una memoria que se aferra sin lograrlo para obtener un rico pasado que de pronto y sin más es simple borradura.  Por ello, Perea nos recuerda:  ‘Entre el recuerdo y el olvido del recuerdo había una delgada, delgadísima ranura sin nada’.  Incluso las palabras que podrían hacer frente al  fenómeno y resguardar lo que se anula en el cerebro, también se pierde y se esfuma en medio de luminiscencias que son fugas de los términos originales.  Tal vez por ello, la manera que tenemos de enfrentar esto es escribir en su momento aquello que luego recordaremos con mayor precisión.
‘El performance’  es un acto artístico que aquí está compartido, entre otros, por una niña y su padre. Lo que conforma  la obra tiene que ver con la sustancia viscosa y fosforescente que resbala de los muros de unas columnas de pelos. Todo esto resulta una suerte de aprendizaje para una pequeña que nunca ha visto semejantes cosas.  Al final del relato surge el nombre de la arquitecta del museo, que Joaquín, el padre de la menor, trata de recordar sin éxito, sólo se queda en  Zaha, el apellido se queda trabado en medio de otras cargas memorísticas más recientes. El apellido Hadid  se queda de las consideraciones del hombre.  Aquí podría escucharse  lo que comenta el filósofo francés Pierre Bertrand en su libro “El olvido” (Siglo XXI, México, 1977): “El recordar es ya comienzo de olvido en la medida en que desactualiza  el pasado, lo fecha o lo hace temporal. En el momento en que el pasado es deseternizado, temporalizado, el tiempo comienza  su trabajo: el pasado expropiado, reintegrado,  localizado, situado detrás,  perteneciendo a un mundo cumplido. Comienza a ser olvidado, poco a poco, sin perjuicio. El pasado es entregado al tiempo, que lo devora.”
La escritura de Héctor Perea de pronto adquiere sentidos y símbolos que derivan en una manera de contarnos hechos. Así en ‘Vista del interior’, el narrador cuenta que: “Cuando su vida era distinta y todo eso lo apreciaba entre un parpadeo y el próximo. Dentro del tiempo sin tiempo de aquellos viejos sábados. ´  Esto lo consigue Héctor con un trabajo de prosa fina que desgrana sus maneras al ponerlas sobre relatos que siguen estas líneas sin agotarse, con la complejidad  o la sencillez que el autor decida colocarlas en el momento.  ‘Vista del interior’  termina en una visita al club de parejas liberales, ahí aparece la música de los mariachis, las luces intermitentes, los cuerpos que se entregan sin descanso a una prolongada sexualidad. Todo esto lo cuenta el autor con una escritura que tiende a ser una prosa veloz, que se aleja de las posibles interpretaciones. Esto aparece con todo detalle en ‘Vista del  interior’, y que luego reaparecerá en ‘La lengua en dos´,  ‘El hecho’, ‘El barrio francés’ y ‘Ogni pensiero volta’. Cuatro textos formados con la mismas revelaciones en torno a un tiempo en quiebre permanente. Sólo que este fenómeno ocurre de cara a la ficción, pues la vida pasa, en términos generales en un presente perpetuo. En la existencia el tiempo comprime la vitalidad del sujeto, y por ello esta categoría está lejos de ser desplegada en el espacio, cosa que sí pasa cuando está uno frente a un escritor que se plantea hacer estas rupturas de la temporalidad. De este modo, Perea construye una serie de textos ligados a una sorprendente visión de lo que podía darse a través de estas rendijas por las que se cuelan otros hechos y donde el tiempo está lejos de ser un obstáculo, y mejor dicho funciona como un alerta ante las acechanzas de lo real.
Uno de los cuentos, ‘La lengua en dos’ narra la experiencia académica de un hombre que va a Italia para participar en un congreso. En ese texto Perea habla de : “La de la  lucha sin límites de tiempo. A una sola caída.”  Utiliza los términos con los que se describe la lucha libre, sólo que aquí la lectura otorga más valor al simbolismo .  El principio y el final de ese cuento traba contacto con un hecho que se pierde en el vacío, un vomito. Sólo que en este relato admite otras interpretaciones. Perea casi en las últimas líneas del cuento añade: “ Y con la idea de no ser ya nada sino vértigo puro. Sino derrumbe al aire libre. En un tiempo indeterminado. Abstracto. Tiempo sin cuerpo ni alma.”
Estos son los mecanismos que emplea Héctor Perea en un libro escrito con la madurez literaria a la que nos tiene acostumbrados el autor. Sus últimos relatos “El barrio francés” y “Ogni pensiero vola”, son dos estructuras narrativas que forman parte de “Casa de cielo”, los experimentos que hace el escritor en ambos relatos se pueden considerar dentro de lo mejor de la prosa de Perea.
En ambos cuentos susbsiste ese espíritu abstracto que domina casi en todos los textos del libro. Perea quiere dejar atrás el cuento que describe una anécdota, sólo eso, para él escribir es dejar un hueco que sólo puede rellenarse con la intencionalidad de hacer otra cosa con los textos. De tal forma que muchos de los relatos de “Casa de cielo” apuntan hacia lo abstracto, hacia otra dimensión literaria que va más allá de una formulación anecdótica.  Por  todo esto, el libro de Perea es un trabajo que debe leerse a la brevedad, pues sus aciertos hablan de un escritor capaz de dominar el tiempo literario y darnos un avance de sus logros.

lunes, 11 de marzo de 2019

El otro laberinto de Julio Carrasco Bretón




Primera aproximación crítica a El Otro laberinto [1], libro de ensayo del artista mexicano Julio Carrasco Bretón

Por Mario Wong
Escritor peruano

« L’hétérogénéité constitutive du réel se donne à nous sous le masque de l’unité, de l’unité homogène. Pour la perception superficielle, le masque est le réel même. Tomber le masque, c’est prendre le risque du vertige  (…) »
Moses Dobruska (*)
« Cuando llegamos a examinar las nociones fundamentales de nuestros políticos, descubrimos que esas nociones son, en gran parte, ilusiones. Se deduce de esto que la unión no es  si misma una buena cosa como tampoco lo es en si la separación. Es también absurdo tomar partido en favor de la unión  y/o de la separación, como estar a favor de subir una escalera o de bajarla ».
G. Keith Chesterton

El otro laberinto, Julio Carrasco Bretón
Portada El otro laberinto
I
El sugestivo título del ensayo de Julio Carrasco Bretón me  remitió a mis lecturas, allá en Lima (años 70-80s), de Octavio Paz. Me dije, Julio Carrasco se propone actualizar, de alguna manera, la problemática de lo que es el « carácter del mexicano » en el nuevo siglo, en esta otra etapa de la globalización, marcada por la quiebra de las identidades  y las tradiciones que acompañaron la formación de los estados-naciones.
A una pregunta que le hiciese, a Octavio Paz, Claude Fell sobre si podía « concebirse El laberinto de la soledad como un « décryptage » de los mitos mexicanos », él respondió: « … Yo creo que El laberinto de la soledad fue una tentativa por describir y comprender ciertos mitos; al mismo tiempo, en la medida en que es una obra de literatura, se ha convertido a su vez en otro mito » [2].
Bien, quiero abordar la problemática de la psicología del mexicano, en el siglo presente, a partir de uno de los « événement-mitos » que han marcado a la generación de Julio Carrasco, una generación rupturista, el del « 2 de octubre del 68 » ; sobre ésto Paz escribió:

« El carácter de México, como el de cualquier otro pueblo es una ilusión, una máscara; al mismo tiempo es un rostro real. Nunca es el mismo y siempre es el mismo. Es una contradicción perpetua: cada vez que afirmamos una parte de nosotros mismos, negamos otra. Lo que ocurrió el 2 de octubre de 1968 fue, simultáneamente, la negación de aquello que hemos querido ser desde la Revolución y la afirmación de aquello que somos desde la Conquista y aún antes. Puede decirse que la aparición del otro México o, más exactamente, de uno de sus aspectos. Apenas si debo repetir que el otro México no está fuera sino en nosotros: no podríamos extirparlo sin mutilarnos. Es un México que si sabemos nombrarlo y reconocerlo, un día acabaremos por transfigurar: cesará de ser ese fantasma que se desliza en la realidad y la convierte en pesadilla de sangre. Doble realidad del 2 de octubre de 1968: ser un hecho histórico y ser una representación simbólica de nuestra historia subterránea o invisible. (…) » [3]

Me interesa esto de la historia subterránea e invisible y subrayo también, en la cita (las itálicas son mías), lo del otro México que si sabemos nombrarlo y reconocerlo… ; en ese événement, traumático, que fue la matanza de estudiantes en la plaza de Tlatelolco, se entrecruzaron los dos Méxicos: el México pretendidamente « moderno », desarrollado, y el México tradicional, « arcaico » (para utilizar el término, sesgadamente ideológico, al que recurre Mario Vargas Llosa, en su libro sobre el escritor peruano José María Arguedas). ¿Cómo interviene el « sincronismo », de esas dos historias (de esos dos Méxicos) en el presente siglo ? ¿Continúa a determinar, con las atingencias que hace Paz (sobre la máscara y lo real), el carácter de México, lo mexicano en nuestro mundo fragmentado ?

II
Sobre esto de la nación y la identidad, sobre la « fractura histórica », comienzo citando, in extensius (del capítulo intitulado « Dicotomía de la identidad nacional »): 

« …, en la identidad nacional del mexicano perdura un tajo histórico, que divide en dos su identidad y al mismo tiempo separa esas dos mitades, que deberían estar juntas para dar unidad al « ser mexicano » y por ende identificarse plenamente con su axiología de nación. Lo cierto es que no sucede así desde el mismo nacimiento de la patria, pues lo señala con tino la misma lápida dispuesta en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, plaza también de las tres torturas, de las tres masacres: la prehispánica, la de la Conquista y la del movimiento estudiantil de 1968; lápida en fin, que dice que ahí no hubo ni vencidos ni vencedores, que fue el parto doloroso de una nación.
Ese tajo histórico natal no ha cerrado plenamente, no ha terminado de cicatrizar en el subconsciente colectivo mexicano. La cicatriz no está concluida porque si fuera cicatriz… »[4]

Se requiere,pues, una especie de entendimiento « intespectivo » (Nietzsche), paradójicamente « fuera del tiempo », para entender el « secreto » de ese periodo histórico, la « razón » (de la sin razón) del México de esos años; a partir de descubrirle la fisura, la brecha, la « zona de riesgo », de vértigo, que nos aproxima al abismo, y que desde una « perspectiva oblicua » arroja una mirada única  sobre ese tiempo, esa época [5].
No hay identidad que no sea problemática en el mundo globalizado del capitalismo, neoliberal, distópico; en el que la dinámica de las desterritorializaciones coexisten y/o se apoyan con las intervenciones siempre más autoritarias del poder del Estado y de sus aparatos de dominación. Julio Carrasco, en el Corolario a El otro laberinto, constata: « …México está hoy sumergido en la atopía y la anomia; la utopía al alcance de su consciencia hoy también la tiene secuestrada la Iglesia, entre otras instituciones aliadas al poder. Por ello es que no se contempla un futuro viable para nuestra patria como país de justicia, probidad y equidad » [6]. ¿Qué ocurrió para que esto último no sea posible? Ese es el trabajo de examen de la psicología del mexicano, emprendido por Carrasco en este ensayo, para poder diagnosticar el mal que corroe su país (y en el que encuentro más de una similitud  y/o coincidencia con las realidades de otros países del Hemisferio Sur). En este ensayo escribe, sobre la esquizofrenia social que, como una enfermedad endémica, ha contagiado a todo el país; y cito seguido : « La esquizofrenia social es un padecimiento colectivo en todos los componentes de la sociedad mexicana, sean estos gobernantes o gobernados. Ambos sectores padecen de esta disfunción psicológica, en términos de acciones sociales y políticas; ambas partes no quieren o están incapacitadas para entender, valga la expresión, la verdadera realidad del país. Realidad lamentable, pero susceptible de ser transformada. El común de los mexicanos no quiere ver dicha realidad y mucho menos ser participe de su transformación, tal como si fuera una atmósfera mental permanente de autismo hacia la política de injusticia, inequidad e impugnidad que prevalece » [7].
Esta problemática de la identidad, de la fragmentación du réel (de la no-cohesión, de la antropofagia social), está marcada por el estigma racial que impera en México desde la Conquista. Retengo la opinión de Julio Carrasco Bretón, sobre un cuadro de Alfaro Siqueiros, cuya imagen para él sintetiza « la condición existencial del ser mexicano »; cito, otra vez, in extensius:

 « Cada vez que contemplo el cuadro del rostro de Siqueiros me estremezco, por la fuerza pictórica de este genio del muralismo mexicano y maestro nuestro. Ese cuadro que tiene un rostro de piedra y dos manos en perspectiva, que visualmente reclaman a quien contempla la pintura la ausencia metafórica de la identidad, nos ilustra el drama del rostro de piedra, del no rostro, de la ausencia de identidad, o de asumirla con conocimiento de causa, o por qué no decirlo, de aceptación de nuestro pasado de parto sangriento de nación para considerarnos como mexicanos. Rostro de piedra, frío, informe, sin vida, herencia volcánica. « Rostro no rostro » por ser cabeza de piedra que no obstante, gesticula con los brazos y las manos abiertas pidiendo…, esperando recibir algo» [8].

… y el párrafo antepenúltimo - a esta parte (de los inicios de este libro), intitulada « Herencia de vicios coloniales »- sobre el verbo « chingar », considerando la hipocresía y la tolerancia, que se entremezclan, y la relatividad del respeto y las consideraciones sociales, cita a Paz: « … Extremadamente lúcido, Octavio Paz nos brindó las coordenadas gramaticales de un mapa psicológico del mexicano, donde existía una poliangularidad del verbo chingar. México se caracteriza por tener una población que se chinga mutuamente: el jefe medio le paga al empleado (o sea que se lo chinga), y el empleado simula que trabaja (o sea que se chinga al jefe, « trabajando a medias »). Por ello, podemos concluir que en el fondo no sólo todos se chingan, sino que han chingado a la nación en su conjunto, permitiendo a su vez que de afuera los imperios modernos nos chingen como nación »[9]. Y debería concluir yo, (mi lectura de) esta parte señalando que lo que ocurrió el 2 de octubre de 1968 fue « una verdadera chingadera », y (pero…, antes) me atrevería a preguntarle (…, con una cierta aprensión) a Carrasco, si es que podríamos decir que en ese ritual sangriento de la plaza de Tlatelolco, una tragedia (y no hay que olvidar que Paz renunció a su cargo de embajador en la India [10], el gobierno de turno, de Díaz Ordaz, del PRI chingó al pueblo mexicano.

III
Recurro aquí, en esta parte final, a la reflexión que Julio Echeverría, compatriota de Carrasco, hace sobre la fórmula « dialéctica negativa » o « dialéctica en suspenso » de Teodoro Adorno, uno de los grandes teóricos de la Escuela de Frankfurt; se trata de mantener el espacio de la crítica, como forma de conocimiento, al mismo tiempo que se denuncian las síntesis en términos, valga la redundancia, de « totalidades totalitarias » (no está demás mencionar, que para Adorno se trataba de pensar después de Auschwitz; « hay que pensar, decía Adorno, de manera que Auschwitz no se repita »).
« La humanidad -escribía Adorno- ha debido someterse a un tratamiento espantoso para que naciese y se consolidase el yo, el carácter idéntico, práctico, viril del hombre, y algo de todo esto se repite en cada infancia. El esfuerzo por mantener unido el Yo pertenece al yo en todos sus estadios, y la tentación de perderlo ha estado siempre asociada a la ciega decisión de conservarlo… La angustia de perder el Yo, anulando así la frontera entre éste y el resto de la vida, el temor de la muerte y de la destrucción, está estrechamente ligado a una promesa de felicidad que ha amenazado constantemente a la civilización ». « Por detrás -y esto corresponde a la reflexión de Echeverría- surge entonces una doble denuncia del carácter « total », diríamos « fuerte », de la dialéctica. Por un lado, la dialéctica como razón cumple la función de sustituir o compensar la debilidad del yo; por otro, el pensamiento y la primacía lógica de la identidad no son sino la otra cara de la subordinación que la sociedad exige a « cada quien ». Un poder de unificación y de cohesión que termina por sacrificar a la individualidad, por « deteriorarla », en cuanto supone la expulsión de todos aquellos elementos que están demás en la propia economía  identificatoria del sujeto ».
Julio Carrasco Bretón
Julio Carrasco Bretón
Y concluyo esta nota crítica, ya bastante extensa, con el siguiente párrafo de la reflexión de Echeverría, por lo que concierne al común, al individuo y a la problemática de la identidad (en referencia al proceso cultural y civilizatorio, en México), sujetos de los cuales he tratado de ocuparme en esta mi primera aproximación a El otro laberinto:

« La dialéctica en Adorno se revuelve contra si misma. La « vida deteriorada » del individuo se opone a la sobrepotencia del Sistema. Pero a su vez, el poder del Sistema se asienta en la debilidad del individuo, que es vista como incesante búsqueda de socialización, de comunidad. Pero en la débilidad y en el « deterioro » está la capacidad de resistencia y de modificación del Sistema. Solo el individuo o pequeñas agregaciones, pueden oponerse al poder y a sus formas en una dinámica en la cual su reducido peso cuantitativo se compensa con la enorme carga simbólica de su impugnación. Impugnación que es tal justamente porque alude a otras posibilidades de agregación que no están presentes en el programa sistémico, o que en su defecto no logran ser « integradas » o introducidas en él, y cuya presencia implica de todas maneras la posibilidad de « modificarlo » (11). Y esto me permite reconocer el carácter transgresor, de impugnación del Sistema, y también de transformación social y política que tuvo el 2 de octubre del 68 en México (y los otros movimientos événementiels como el mayo francés, del mismo año, y la « Primavera de Praga »)[11].

París-Montmartre, 19 de febrero del 2019.
.

(*) Prefacio al libro Fragmenter le monde, del psicólogo y psicoterapeuta Josep Rafanell i Orra.
P.S., esta nota crítica la escribí para la presentación de El otro laberinto, en el Centre Culturel du Méxique, París, el 6 de marzo último; por cuestiones de tiempo sólo fue posible que mi exposición se limitase a la primera parte, y a algunas menciones rápidas de la segunda. Es esto lo que me lleva a publicarla completa. 


[1] Julio Carrasco Bretón, El otro laberinto. Ensayo sobre la psicología del mexicano en el nuevo siglo, México DF, Grupo Editorial Canzontle, 2018.
[2] Claude Fell, « Vuelta a El laberinto de la soledad (Conversación con Octavio Paz) »; In: Octavio Paz, Pasión Crítica, Barcelona, Ed. Seix Barral, 1985, 1990, p. 110.
[3] Octavio Paz, El laberinto de la soledad, Madrid, Eds. Cátedra, 1993, 2012, p. 391.    
[4] Julio Carrasco Bretón, Ob. Cit., pp. 121-122.
[5] Véase Ilan Stavan/Juan Villoro, El ojo en la nuca, Barcelona, Anagrama, 2014, p. 40. Y agrego yo que Peter Sloterdijk, en uno de sus libros, sobre un cuadro de un artista coreano, en que el yin y el yan, aparecía atravesado, de derecha a izquierda, por una cuña, la que rompía las viejas armonías asiáticas (el tao), sostenía que testimoniaba, así, una experiencia catastrófica del mundo, en la cual no se puede adicionar l’Un et l’Autre en una unidad superior. Y que resultaba inquietante y reconfortante, al mismo tiempo, ver como el artista coreano había llegado al límite de la mentira holística: la fractura atravesaba la imagen del Tao mismo. Ciertamente, el círculo y la cuña formaban una nueva estructura, « pero esta estructura se hallaba delante de nosotros, como algo que se había -¿acaso para siempre ?- fragmentado, dislocado, mutilado. En la pintura, ni el círculo del tao, en otro tiempo armonioso, no podía integrar la cuña gris que lo atravesaba, agresivamente, ni la cuña llegaba a alienar, desde luego, las mitades del círculo, la una respecto de la otra, volviendo, así, irreconocibles los antiguos ajustes. Sin embargo, aunque separadas violentamente, ellas podían recordarnos que una comunidad partida podría expresarse, también, en un mundo que se deteriora. (…)  » (P. Sloterdijk; la traducción es mía).
[6] Ob. Cit., p. 169.
[7] Ob. Cit., p. 79.
[8] Ob. Cit., pp. 57-58.
[9] p. 58.
[10]  « …En 1968, después de la matanza de Tlatelolco -dice el escritor mexicano Juan Villorro- hubo una ruptura entre los intelectuales y el poder, pero un par de años después el presidente Echeverría lanzó la «apertura democrática» y muchos escritores se precipitaron a apoyarlo con Fuentes a la cabeza. Lo que me interesa destacar es que nunca ha quedado muy claro cual es el sitio de la independencia. Lo único que le faltó al PRI fue fundar un fideicomiso de apoyo a la disidencia, para controlarla desde dentro ». (Véase Ilan Stavan/Juan Villoro, Ob. Cit., p. 69). 
[11]  (11) Julio Echeverría, « Las rupturas postmodernas y la temática de la identidad »; In: N. Lechner, W. Schmidt, B. Echeverría, J. Hernandez, G. Vattimo, G.E. Rusconi, M. Ferraris, J. Echeverría, Debates sobre Modernidad y postmodernidad,  Quito, Editores Unidos Nariz del Diablo, 1991, pp. 180-181. Solo añado, a esta nota final a pie de página, por lo que concierne a la impugnación, de la revuelta (y el jugement del sujeto), el primer epígrafe (de un capítulo inacabado con el que debía concluir La Vie de l’esprit, libro póstumo de Hannah Arendt, sobre el análisis de la actividad de juzgar), que es un verso de Lucain, de La Pharsale (I, 128): « La cause victorieuse plaît aux dieux mais la cause vaincue plaît à Caton. » (el segundo epígrafe es un citación del Fausto de Goethe. Ver « Endurance du thaumazein et carence de jugement », Cap. VI del libro de Jacques Taminiaux La fille de Thrace et le penseur professionnel. Arendt et Heidegger, Paris, Éds. Payot, 1992, p. 212). 

viernes, 8 de marzo de 2019

Presentación Casa de cielo de Héctor Perea


Casa de cielo, libro de relatos de Héctor Perea
Feria Internacional del libro. Palacio de Minería. 23 de febrero de 2019

Por Norma Patiño
Profesora e investigadora mexicana

Casa de cielo de Héctor Perea
Portada Casa de cielo
Parece que todo se ha dicho sobre las diversas formas de narrar y de escribir los relatos. Sin embargo cuando se lee Casa de cielo, queda la impresión de que no es así, este libro es un experimento fabuloso de los viajes de la imaginación y del lenguaje. Héctor Perea nos demuestra que no hay reglas en este género. ¿Cómo empezar a describirlo? Este es un libro insólito, una serie de historias de los pensamientos y un ejemplo de la libertad de la imaginación literaria.

Hay que decir que estos cuentos de Héctor son suigéneris, nada los puede etiquetar en un estilo narrativo clasificado, son verdaderamente una “varia invención”, para jugar con aquel título del siempre admirado Juan José Arreola. ¿Por dónde asir Casa de cielo? Perea nos da una clave cuando cita, en uno de sus epígrafes, a Alfred Polgar: “Era un grano de arena en la orilla de la existencia” (pág. 17). Esa es una de sus estrategias, contar la importancia de cosas aparentemente tan insignificantes como un grano de arena en la vida de alguien, ¿o de algo?, al grado de llegar a la abstracción pura. Y sobre esa “norma”, el autor nos sacude con sus idas y venidas, digo venidas y valga el doble sentido en alguno de sus textos (Vista del interior, pág. 67), del mundo real a la fantasía más sublime, del presente al pasado o al futuro, las ideas y la memoria corren más rápido que la lengua y que los dedos sobre el teclado. Los vaivenes del deseo se vuelven palabras/textos.

En la prosa impecable y libre de Héctor Perea se encuentra una voz coloquial fascinante, o mejor dicho, varias voces, porque hay muchos interlocutores, a veces dentro de una misma historia; hay en ella una expresión deleitable, una intimidad inesperada que apenas se deja ver por los intersticios. El uso del lenguaje autónomo, a veces abstracto funciona sin reglas. El autor entra y sale de esa intimidad, nos cuenta una escena y de pronto está en otro lado, corre, conduce, viaja, siente, saborea, recuerda y regresa a la escena. Funciona como los pensamientos mezclados con las emociones, no es verdad que hay una perfecta linealidad en cómo pensamos, a veces estamos trabajando en algo y de pronto trascurren por nuestra mente ideas e imágenes de forma desordenada: “olvidé apagar la luz del cuarto”, “tengo ganas de algo frío”, o llega algún recuerdo familiar, en fin, cualquier otra distracción, y volvemos a lo que nos ocupa. Perea vuelve a la historia una y otra vez y nos involucra en ese ir y venir, y esa es la lógica de sus cuentos, un poco como la lógica de los sueños, trabaja en un orden “desordenado”. Como dije antes, Casa de cielo es un espléndido ejercicio de la imaginación.

“La memoria encubierta” (pág.21) es uno de mis favoritos, es especialmente cautivador. Un hombre nos cuenta: “Una mañana, camino del trabajo, me detuve a comprar cigarros en un changarrito y sin querer junto al portón de la vecindad, escuché esa plática por primera vez. En seguida puse el ojo frente a la cerradura enorme y oxidada. La mujer frotaba ropa en el lavadero del patio mientras hablaba sobre su hijo con otra vecina, muy bajita y como tímida. Inesperadamente, de un día para otro, el joven había tenido que abandonar el vecindario y el país. Y a la pobre no le había dejado sino recuerdos con claridades diversas…” Este hombre, que va a comprar cigarros, alcanza a escuchar esa historia que apenas se boceta, desde una cerradura consigue medio a ver a las mujeres, la curiosidad que se le despierta al personaje nos contagia, de pronto la revelación que implican sus palabras cobra una importancia inimaginable. La frustración al no poder escuchar el final de la historia, ni poder ponerle caras a los protagonistas, es desesperante. Me hizo recordar algo que de seguro nos ha pasado a todos, alguna vez, mientras me relajaba en el vapor del gimnasio, un par de chicas a las que no les pude ver el rostro, ni pude identificar sus voces, contaban una historia que me hizo quedarme más tiempo de lo planeado, me acaloré hasta el agotamiento a más de 45 grados de calor húmedo, llegué tarde a mis citas, las cosas se me alteraron, todo con tal de escuchar el chisme. Y ni siquiera llegué a enterarme del desenlace. Es algo raro, una historia que no nos incumbe para nada, pero que nos causa una enorme curiosidad y expectación, puede hacernos sentir que algo no se ha completado en nuestro día. Pero en la literatura esto sólo sucede cuando algo está bien contado.

Cuando leí “Ni la boca andaba” (pág. 17) no pude dejar de recordar “La pasión según G.H.”  de Clarice Lispector, novela extraña que cuenta la obsesión de la protagonista por una cucaracha que se le aparece de pronto en la puerta de un ropero, un viaje insólito e insoportable por ese universo minúsculo, mezclado con lo cotidiano, aparentemente insignificante, pero que crece en importancia vinculado a la vida y a la memoria de la narradora, un juego de poderes: “La cucaracha con la materia blanca me miraba. No sé si me veía, no sé lo que una cucaracha ve. Pero ella y yo nos mirábamos, y tampoco sé lo que una mujer ve. Pero si sus ojos no me veían, su existencia me existía –en el mundo primario donde había entrado, los seres existen en los otros como un modo de verse…”[1] Y toda la novela gira alrededor de este pequeño cosmos, son ella y la cucaracha. Hasta ahí Clarice Lispector. Pero sigamos con un fragmento del cuento de Héctor (“Ni la boca andaba”): “Con la espalda bien untada al pan se escurrió por un costado, poco a poco, hasta descubrir a lo lejos, en una esquina de la mesa, la torre cilíndrica y avidriada. De no haber sido por el frío, que comenzaba a hacer de piedra sus extremidades, hubiera trepado sobre el hielo de la limonada para alejarse del peligro. Al contrario, y sin más remedio, siguió a flote sobre la marea tranquila y pegajosa,  con el cuerpo estirado, las nalgas sobresalientes del líquido. Bien dormidas.” Personaje minúsculo, un enano sacado de un cuadro fantástico, o bien podría ser un insecto mostrando su mísera existencia en un mundo de gigantes. El autor nos deja la tarea de interpretar a nuestro juicio. Ese es el efecto de este cuento, de pronto todo parece enorme y vital en las palabras de Perea.  

Hay algo característico en estos relatos, la minuciosa observación de los espacios, hay un conocimiento y un disfrute de lo urbano, de las calles y de los paisajes en las ciudades que describe, Roma y otros sitios italianos, la ciudad de México, pueblos y carreteras, su gusto por la comida, como la pasta farfalle italiana en “El barrio francés”, con todo esto Héctor se “revela” como en una fotografía, se advierte a un sibarita, a un viajero incansable, a un amante del arte, de la vida y de sus placeres.

Los cuentos de Casa de cielo son el observatorio de las cosas inesperadas, despiadadas, donde los detalles son el centro de todo. Es tremenda la energía que demanda la lectura detallada de estas narraciones, donde se termina agotado de hacer los viajes por el tiempo, o por carretera, o por las sombras de una pared, o por los colores de una pintura, o por los recuerdos de algo que está en otras geografías, en fin, cada pieza, digámoslo así, es una idea narrativa libre y caprichosa en su forma y estructura, sin embargo, aunque su lenguaje coloquial, urbano, parezca tan espontáneo, detrás de toda esa libertad, hay un rigor inquebrantable, porque no cede en su propósito, en sus “pistas” breves, porque Héctor Perea es un estudioso de la lengua, un amante de las palabras y de su importancia, y un académico e investigador empedernido.  Sabe lo que hace.


[1] Lispector, Clarice. La pasión según G.H. Ed. Gandhi. México 2015. Pág. 87.

jueves, 3 de mayo de 2018

Prensa Casa de cielo de Héctor Perea

Héctor Perea, Casa de Cielo, Mirada Malva 2017
NOTAS DE PRENSA Y ENTREVISTAS

http://www.eldiariodevictoria.com/2018/04/21/presentan-casa-de-cielo-el-mas-reciente-libro-de-hector-perea/
Héctor Perea presenta Casa de cielo, libro escrito entre México e Italia

http://www.notimex.gob.mx/ntxnotaLibre/522192
México, 19 Abr (Notimex).- El escritor Héctor Perea presentó su más reciente libro “Casa de cielo”,...

https://www.informate.com.mx/index.php/mexico/informacion-general/34-actualidad/360536-hector-perea-presenta-casa-de-

https://www.gob.mx/cultura/prensa/presentan-casa-de-cielo-el-mas-reciente-libro-de-hector-perea

https://www.20minutos.com.mx/noticia/358602/0/hector-perea-presenta-casa-de-cielo-libro-escrito-entre-mexico-e-italia/

https://sites.google.com/site/omnibusn57/literatura/hector-perea-monica-lavin
Prólogo a Casa de cielo por Mónica Lavin


Entrevista publicada por Bellas Artes en el portal de su Coordinación Nacional de Literatura.

https://literatura.inba.gob.mx/6124-caminatas-que-se-convierten-en-historias-e-historias-que-se-convierten-en-parte-de-la-vida,-esos-son-hechos-de-la-casa-de-cielo.html

Entrevista en La Razón, México
https://www.razon.com.mx/una-mirada-narrativa-entre-mexico-e-italia/








Presentación: Casa de cielo (Mirada Malva, Granada, 2017), 
Palacio de Bellas Artes, México DF

Fotografías: copyright Secretaría de Cultura  


Mesa presentación
Héctor Perea
Héctor Perea, Casa de Cielo, Mirada Malva 2017
Ejemplares Casa de cielo


https://literatura.inba.gob.mx/

https://www.inba.gob.mx/actividad/3475/casa-de-cielo

https://palacio.inba.gob.mx/cartelera/750-presentaci%C3%B3n-editorial-casa-de-cielo-de-h%C3%A9ctor-perea.html

http://cdmxtravel.com/es/eventos/casa-de-cielo-de-hector-perea.html

http://www.mexicoescultura.com/actividad/187821/casa-de-cielo-de-hector-perea.html

http://culturacentro.gob.mx/detalle.php?act=187821

cielo-libro-escrito-entre-mexico-e-italia.html

http://www.mex4you.net/articulo.php?n=19546



ALGUNAS LIBRERÍAS DONDE ADQUIRIR EL LIBRO

Casa de cielo by Héctor Perea on Latin American Book Store
www.latinamericanbooks.com
Granada: Editorial La Mirada Malva, Col. Mirada narrativa, N. 22 , 2017. First Edition. Paperback. 143p., wrps. new. Item #65002 ISBN: 9788494568145 Casa de cielo is a diverse collection of short stories with varied protagonists that hold a magnifying glass up to the human experience -- including rebellious adolescents, academics, parents, and

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