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jueves, 6 de junio de 2019

Entrevista a Julián Nalber


Un cigarro y una copa con Julián Nalber, el creador del Detective Santré

"Por medio de la novela negra puedo escudriñar diferentes rincones de la ciudad, en este caso Bogotá, una urbe que me apasiona”.
Por Mauro Javier Hernández

Detective Santré de Julián Nalber
Portada Detective Santré
Mauro Javier Hernández. Su novela Detective Santré, el caso Chang (2017), ha despertado cierto interés entre los lectores del género. ¿Cuéntenos acerca de la génesis del texto?

Julián Nalber. La novela es una historia breve que sigue las peculiaridades típicas de la narrativa de crímenes; un detective que investiga asesinatos y desapariciones en una ciudad tan beligerante como la Bogotá del presente. El embrión de la novela tiene que ver con un hecho que sucedió en la ciudad, y a la vez con múltiples casos de tráfico de mujeres colombianas que terminan en el laberinto de la prostitución en los sitios más impensados del mundo.

M.J.H. ¿Tomó usted muchos elementos de la realidad colombiana?

J.N. Hay fragmentos, hechos y situaciones de esa realidad. El contexto de Bogotá, con sus barrios y calles está ahí. Pero como lo suelen decir muchos autores cuando se les pregunta sobre este juego entre la realidad y la ficción, la novela es ficción pura, un universo aparte, los personajes solo se deben a sus realidades, a sus mundos, a sus circunstancias. A veces no sé si es tan importante profundizar en esa oposición de la realidad versus la ficción. Por otro lado, uno puede decir que Santré se puede parecer a su creador o el creador se puede parecer a Santré, pero los dos son seres independientes.

M.J.H. Y hablando de Colombia, ¿cómo ve la situación actual de su país?

J.N. Colombia es una zona del mundo muy particular. Sus gentes cuentan con mucho talento y gran potencial en cualquier campo. Pero el país históricamente ha sido gobernado por élites terriblemente corruptas que siempre ha pensado en sus círculos familiares y sociales, nunca en las mayorías. Una nación que se la roban todos los días. Colombia, después de tanto tiempo, sigue teniendo una estructura social muy parecida a la de la época de la Colonia. Unos pocos mandan, se enriquecen, manipulan y dejan postrado al resto en la ignorancia y la desinformación. Desde luego esto tiene diversos matices y situaciones específicas que habría que considerar. Igual a pesar de todo, sigue siendo un país fascinante. En Colombia pueden pasar mil cosas en un solo día. Nadie se aburre.

M.J.H. ¿Por qué se inclinó por este género literario?

J.N. No es que tenga una tendencia marcada hacia él. Hay otras opciones que me llaman la atención. Sin embargo, por medio de la novela negra puedo escudriñar diferentes rincones de la ciudad, en este caso Bogotá, una urbe que me apasiona.

M.J.H. Se ha dicho que la trama de su novela llega a ser muy unidimensional y un poco predecible. Pero a la vez, también se ha mencionado que es entretenida.

J.N. Sé muy bien que esta novela no reviste ningún tipo de revolución estética. Nunca he pretendido nada de eso. Mi plan es muy modesto. La creé con el objetivo de que un lector cualquiera se distraiga al leerla. Yo mismo me divertí escribiéndola. Siempre he hablado de un experimento. Desde luego, la labor de narrador, como cualquier oficio, necesita práctica, es decir experiencia. Y tanto mi prosa como yo, estamos en ese proceso.

M.J.H. Entre la gran gama de personajes de este estilo (investigadores privados, detectives, policías, etc.), ¿qué tan original es su protagonista Santré?

J.N. Quizás no mucho porque él sigue los parámetros generales de estos personajes. Alguien podría decir que lo original está en que Santré es un profesor universitario que por falta de trabajo termina en esta profesión. Lo diferente, si en verdad hay algo, es el contexto. No es lo mismo desarrollar una historia en Pekín, Moscú o Bogotá. Para cada caso se precisa de conocer bien el medio, la idiosincrasia, las formas de hablar de la gente, la cultura de los personajes que sobreviven en cada espacio. Creo que ese mundo de la "colombianidad" o de la "bogotaneidad" se puede ver en la novela, hablo de rasgos particulares que son únicos. Esto último no lo digo yo, lo han afirmado algunos lectores.

M.J.H. ¿Pero entiendo que usted no pretende ser un narrador consagrado?

J.N. No me interesa del todo el protocolo que eso implicaría. También sé bien que tal consagración nunca llegará, hay que ser realista. Además, no dedico todo el tiempo de mis días a esta labor. Tengo otra profesión definida y ella toma buena parte de mi cotidianidad. Lo que me atrae es desarrollar historias que a la gente común y corriente le puedan gustar y divertir. Después de eso todo será ganancia. En tiempos de la era digital que nos avasalla, la gente poco está interesada en el placer de la lectura. A veces, el ejercicio de tomar un libro y leerlo se convierte en una tarea titánica para muchos.

M.J.H. ¿Entonces no se asume como escritor?

J.N. Me asumo como un simple y humilde trabajador de la palabra que desea superarse cada día. Y esto último no me suena muy original, aunque sea verdad. Me suena hasta cursi. Seguro que alguien lo tuvo que haber dicho antes.

M.J.H. ¿Y entonces cuál es su meta como narrador?

J.N. Por ahora, ninguna. De hecho, mi primera meta era escribir una novela policial y publicarla, y ya la cumplí. Lo he dicho un par de veces, si un muchacho de un colegio público de Bogotá (o de Colombia) escribiera un ensayo sobre la novela me haría feliz. 

M.J.H. ¿Y lo del seudónimo?

J.N. Ese es otro enigma más que coincide bien con el género.

M.J.H. Su escritura se encuentra muy ligada al estilo episódico de las historietas (comics), que se leían mucho en América Latina hace unas décadas. ¿Es consciente de eso?

J.N. Sí, desde luego. De niño y adolescente mis primeras lecturas fueron las historietas de legendarios personajes de aquellos días. Hablo de personajes creados en América Latina, no de Superman o Batman que no me interesaban tanto. En muchos casos, de esos héroes no queda nada. Solo las recuerdan los adultos mayores de cuarenta años. En países como Colombia, estas historietas eran muy populares y los muchachos las devoraban. Si logro que mis novelas lleguen a tener ese ritmo ágil de aquellas aventuras trepidantes; ese interés de parte del lector en seguir con el siguiente capítulo hasta llegar al final, me daría por bien servido.

M.J.H. En esas historietas frecuentemente había una moraleja, ¿en su novela la hay?

J.N. Supongo que los lectores responderán mejor esa pregunta.

M.J.H. ¿Vendrán más aventuras de Santré?

J.N. Sí, pero por ahora me interesaría promocionar más esta primera. Es posible que este año salga una nueva edición.

M.J.H. ¿Se puede conseguir en Colombia el libro con facilidad?

J.N. El trabajo de distribución y promoción de un libro no es sencillo y no tendría que corresponderle al autor. Lo he dicho también antes, si no tienes un buen respaldo editorial, un agente literario, una empresa detrás de ti la tarea es casi que imposible. Antes el libro tenía mayor distribución, incluso se vendía en una librería muy acreditada de Bogotá que no hace mucho cerró sus puertas y por ahora nada se sabe de esos ejemplares. Es por eso que este año espero que se concrete una nueva edición con mayor alcance.

M.J.H. Finalmente, ¿por qué y para quién escribe?

J.N. Escribo porque es un ejercicio intelectual que me satisface. Es una acción intimista que me permite viajar, caminar mentalmente por lugares conocidos (incluso desconocidos). Es también un regreso a la niñez en el que por medio de la escritura vuelvo a jugar, a crear y me siento momentáneamente feliz. Y escribo para mí y para los que generosamente deseen leer lo que escribo.

sábado, 10 de febrero de 2018

Entrevista a Esther Andradi. Por Cristian Jara

Esther Andradi. Mi Berlín: crónicas de una ciudad mutante

Por Cristian Jara
Escritor y periodista peruano

Esther Andradi
Esther Andradi
Esther Andradi: Escritora y periodista, ejerció el periodismo durante largos años, residió en diferentes países, y actualmente vive entre Berlín y Buenos Aires. Nació en Ataliva, un pequeño pueblo de la pampa argentina, estudió Ciencias de la Comunicación en Rosario y en 1975 emigró al Perú. En Lima fue reportera, articulista, jefa de redacción. En 1983 se estableció en Berlín, enseñó español, realizó entrevistas para la Voz de Alemania, escribió guiones para tv y reportajes para radio. Ha publicado testimonio, cuento, microficción, poesía y novela. Sus relatos figuran en numerosas antologías en diversos idiomas. Sus ensayos sobre cultura, migración y memoria circulan en diferentes medios de América, España y Alemania. Es autora de las novelas Tanta Vida, Sobre Vivientes y Berlín es un cuento. Tradujo la poesía de May Ayim al español. Editó la antología Vivir en otra lengua, presentando la literatura latinoamericana que se escribe en Europa. Ha sido traducida a varios idiomas, últimamente al islandés.

Mi Berlín: crónicas de una ciudad mutante, (Mirada Malva) es un libro que recoge crónicas, entrevistas y perfiles de vida, donde la periodista y escritora Esther Andradi, ofrece visiones diversas sobre la ciudad de Berlín, antes y después de la caída del muro, sin dejar de lado lo actual y cotidiano que se respira en la capital alemana.

"Para todos el muro de Berlín significaba algo omnipresente"


Principio trágico
Esta historia comienza en enero de 1985, con el estallido de un avión poco después de iniciar despegue, en La Habana. Fallecieron todos los pasajeros. En aquel vuelo iba también el profesor que Esther Andradi había elegido para trabajar su tesis. Ella tenía dos años viviendo en Berlín pero muchos deseos de hacer un doctorado, recibió la noticia con estupor, el frío berlinés (20 grados bajo cero) hacían que el estupor se convirtiera en una innombrable tristeza, el silencio se tornaba espeso, los coches no se atrevían a circular. Esther había salido de Argentina huyendo de la dictadura, había ejercido periodismo en varios medios de comunicación de Perú, y ahora se encontraba al otro lado del charco, en Berlín, con una tesis incipiente y sin beca; padeciendo además una infección de ovarios que la obligó a permanecer tres semanas en el hospital.

Berlín, un laboratorio social
Una vez recibió el alta, abandonó la tesis y decidió sacar sus ficciones del cajón y ser escritora; además de eso, aun sin ser Berlín Occidental una ciudad de interés periodístico, ella a través de colaboraciones periodísticas siguió dando cuenta de que en esta ciudad la historia cotidiana latía en cualquier rincón, era “un lugar donde podía vivir mi ser mujer libremente, no era acosada en la calle con piropos, no importaba cómo me vistiera o desvistiese, era un ser más”, así fue como también en Berlín encontró oportuno registrar con su pluma lo que iba surgiendo a su paso, sintiéndose capaz de atravesar obstáculos, —a pesar del clima y el idioma,— para vivir tal experiencia. Pronto supo que deseaba quedarse a vivir en Berlín, “porque aunque encerrada en un muro, era un laboratorio social, artístico, diferente a todo lo que yo había conocido”.

Mi Berlín. Crónicas de una ciudad mutante
Portada Mi Berlín
Historias cotidianas
Esther Andradi que actualmente vive en Berlín, donde escribe y lee en alemán, poco a poco fue cayendo en cuenta que su condición de extranjera le permitía mostrar una visión distinta; gran parte de ese registro es lo que ha plasmado en Mi Berlín: suma de colaboraciones periodísticas en diversos medios de América Latina, y donde confluyen un desfile de personajes que conforman pequeñas historias cargadas de un poderoso significado, como el caso de un frutero kurdo que ha podido descubrir la fórmula para vivir feliz, también un ruso dispuesto a jugarse el pellejo por amor, al interior de un tanque de guerra; descubriremos la historia de un barco cuyo nombre es “Amor” y que casualidades de la circunstancias, se debate entre dos aguas alemanas. Se reúnen también significativos episodios históricos como la tragedia de Rosa de Luxemburgo, además de testimonios de injusticias, que todavía perviven en la actualidad.



La Alemania dividida
Durante la Alemania dividida, esta escritora y periodista después de pedalearse en bicicleta calles, tiendas y mercados, tomó consciencia de que para todos, el muro de Berlín significaba algo omnipresente. A su juicio y viéndolo desde la distancia añade que tal división sólo pudo tolerarse porque ambas ciudades disponían “de innumerables espacios verdes, lagos, bosques, lo que alimentaba la ilusión, al menos en Occidente, de no estar amurallados”.

La caída del muro
Pero la noche del jueves 9 de noviembre de 1989, cayó el muro de Berlín. Esther Andradi estuvo ahí para contar la sorpresa y la fuerte repercusión en la vida cotidiana de alemanes y extranjeros. Al margen de las muestras de euforia y perplejidad conocidas por todos, abundan datos curiosos que se recogen también en el libro. “Con el paso de los años gran parte de la ciudadanía de una y otra Alemania han admitido”, se trata de “las amplias ventajas sociales de la Alemania del Este, tanto en salud como en vivienda”, asegura y está convencida de que fueron mujeres las primeras en sufrir aquella diferencia, porque en la ex RDA la pregunta de “carrera o familia” no era tan decisiva como en Occidente para ellas.

Regreso a Argentina y el corralito
A principios de los años 90 Esther Andradi deja Berlín y se traslada a Buenos Aires; quizá rememorando la pampa santafesina donde nació y transcurrió su infancia, fueron años de grandes experiencias pero también de contrastes desafortunados dado que se topó con esa restricción monetaria conocida como corralito cuando, “en diciembre del 2001 explotó la burbuja neoliberal en Argentina, “la gente se largó a las calles a quemar los bancos que se quedaron con sus ahorros, el país entero era un cacerolazo, desfilaron varios presidentes en una semana”, recuerda.

Berlín una vez más
Tuvieron que transcurrir todavía 2 años para que en 2003 se volviera a dar cara a cara con un nuevo Berlín que conforma un segundo capítulo de su vida en Alemania, y que en el libro opera como un contraste fuerte con todo lo anterior que ella vivió y vive actualmente. A la pregunta cuál es el Berlín de Esther, ella responde que todos: el de los ochenta, el de la unificación y el de la actualidad. Y es que “después de vivir tanto tiempo vinculada con esta ciudad, siento que también Berlín es una parte mía, así como yo soy una parte de Berlín. Parte de mi juventud está aquí, y el comienzo de la escritura, el nacimiento de mi hija, el amor…

Los refugiados y la guerra
En lo que respecta a la historia alemana reciente, Esther cuenta que ha vivido dos momentos impactantes: “en 2003, cuando el entonces canciller Gerhard Schroeder se opuso a que Alemania participara en la guerra de Irak, “porque la guerra siempre es un fracaso” y por ser él mismo, un huérfano de guerra; y en 2015, cuando la canciller Ángela Merkel, confrontándose con sectores de su partido permitió el ingreso de miles de refugiados al país. La situación era absolutamente inédita, las fronteras estaban desbordadas, pero la ciudadanía inventó rápidamente miles de iniciativas de acogida y recibimiento, fue una situación sin igual y no sin consecuencias”, advierte.

Y es que el tema de los refugiados en Alemania “ha puesto sobre el tapete un debate que la política alemana viene eludiendo parcial o totalmente desde hace años: ¿Es Alemania una nación de inmigrantes o no? Después de más de seis décadas de ingreso de migración turca y europea y asiática y latinoamericana y africana, era hora”. Así pues y en todo lo que pueda acontecer de cara al futuro con los refugiados que actualmente se encuentran en Alemania, Esther considera que “la experiencia muestra que la política inmigratoria propone y luego la realidad dispone.

Cuando hace 50 años llegaron los primeros trabajadores turcos jamás se pensó en una integración a la vida alemana, y ya ves, con el tiempo los trabajadores trajeron a sus familias, los hijos crecieron aquí, y ahora ya existe una cuarta generación de turco-alemanes en el país”.

Defender la sencillez
Aunque Berlín, una ciudad mutante, el año pasado fue atacada por el terrorismo islamista, cierto es que las calles de aquella ciudad donde hace casi tres décadas cayó el muro, sigue siendo un espacio vital de libertad. Para Esther al igual que muchos, una forma de resistencia a la violencia y al terror consiste en “defender el disfrute de la sencillez de la vida”. Ella lo hace desde su labor periodística, la misma que exige cierta capacidad de movimiento y eso le ha valido para huir de tópicos y conocer de cerca culturas y personas que conforma todo lo que somos al final de cuentas: seres humanos o, “como dice un personaje de Eduardo Galeano un mar de fueguitos, ninguno igual a otro… todo depende de la distancia que tomemos para observarnos. Estemos donde estemos, nos diferencian nuestros sueños”. En Mi Berlín encontraremos mucho de eso.

Publicado en
http://tipotapa.es/2017/11/13/esther-andradi-mi-berlin-cronicas-de-una-ciudad-mutante/

martes, 19 de septiembre de 2017

El sonido y la furia. Narradores peruanos del 80

Encuentro narradores de los 80
Encuentro narradores de los 80
GENERACIÓN DE NARRADORES DEL 80: EL SONIDO Y LA FURIA

(Entrevista a Mario Suárez Simich)

El periodo histórico y los hechos acontecidos en Perú durante la década de los años ochenta del siglo pasado han generado en la sociedad peruana un intencionado e incompresible olvido y el consecuente desconocimiento de este espacio de tiempo, el cual es asociado solo a la violencia y la crisis económica. Olvidan, entre otras cosas, que en esos mismos años se inicia un proceso de revitalización en la narrativa peruana que ha repercutido hasta nuestros días. La consolidación de la novelística, el  (re) surgimiento de nuevos subgéneros, la renovación y surgimiento de nuevas generaciones que han dado al proceso de nuestra narrativa una continuidad de la que carecía en el pasado. A pesar de esta realidad, comprobable en la cantidad y calidad de textos y autores, la crítica ha pasado por alto la importancia de la denominada “Generación del 80”.
Con la intención de difundir el aporte de este grupo de escritores, se ha organizado el evento GENERACIÓN DE NARRADORES DEL 80: EL SONIDO Y LA FURIA, que se celebrará los días 6 y 7 de octubre de  2017 en la Casa de la Literatura Peruana

Con motivo de la celebración de este Encuentro, la revista Ómnibus ha entrevistado a uno de sus organizadores, el escritor Mario Suárez Simich

viernes, 17 de marzo de 2017

Palabra de autor (Conversaciones con escritores)

Marcos Fabián Herrera Muñoz, Colombia, 1984. Poeta y periodista cultural ha ejercido la crítica literaria en diversos periódicos y revistas de Europa y América, entre ellos Prensa Latina, Revista Universidad de Antioquia, Aurora Boreal,  Alhucema, Ómnibus, Puesto de Combate y Cuentosymas. Autor de los libros El Coloquio Insolente: Conversaciones con Escritores y artistas colombianos;  Dialogantes; Silabario de Magia y Huerto de olvidos (poesía). Varios de sus cuentos y poemas han sido traducidos al francés, italiano y el inglés
Sus diálogos con escritores y artistas para la prensa cultural hispanoamericana, le han reportado unánimes elogios y lo han ubicado como uno de los cultores más versátiles, documentados y agudos de la conversación literaria.

Palabra de autor (Conversaciones con escritores) es su última publicación en Sílaba editores (2017) donde entrevista a Consuelo Triviño Anzola, Julio Ortega, Fabio Martínez, Fernando Cruz Konfly, Darío Ruiz, Sergio Ramírez, Javier Vásconez y  Pablo Montoya, entre otros.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

ómnibus n. 51. Monográfico Papeles latinoamericanos

Ómnibus n. 51: Monográfico Papeles latinoamericanos
Estimados amigos:
Este número monográfico, coordinado por Mario Meléndez y M. Ángeles Vázquez,  que lleva por título Papeles latinoamericanos, reúne textos de variada índole, sin otra motivación que el acercamiento a ciertas voces que han nutrido y nutren el inquieto panorama de la poesía en este continente. Voces que dialogan con la tradición mayor, con otros ritos y edades, ratificando una vez más que los "ríos profundos" de Arguedas siempre traen nuevas aguas y configuran en su devenir la presencia de un legado insoslayable.
A través de estos escritos, de estas visiones, quizás la poesía, como señalaba Borges, “anhela volver a esa antigua magia, la del estrépito que sucede al relámpago”.  [Mario Meléndez]
Gracias de nuevo por seguirnos en esta aventura literaria.
Consejo Editor de Ómnibus.
Revista intercultural



martes, 1 de abril de 2014

Dialogantes, nuevo ebook de Marcos Fabián Herrera

Portada de Dialogantes de Marcos Fabíán Herrera
Dialogantes (Entrevistas)

El diálogo entraña una poética singular que ha obsesionado siempre a los hombres. El fecundo juego de las preguntas y las respuestas se ha tornado en estelar ejercicio del ingenio humano. Los escritores han sido por excelencia, –ya sea en su rol de entrevistados o entrevistadores– los exponentes de uno de los géneros protagónicos del debate. Dialogantes, segundo volumen de entrevistas de Marcos Fabián Herrera, compila una serie de encuentros con varios de los más descollantes artesanos de la palabra en América Latina. Con una admirable obstinación y creatividad, el entrevistador le concede un nuevo ropaje a la entrevista para desentrañar, con acierto y perspicacia, las claves y los enigmas que atesoran las obras de cada uno de los entrevistados. Dotado de un estilo singular y profundo en el desarrollo de los diálogos, este libro hace de la reinvención del género, una apuesta por descubrir inéditos matices en la confrontación de ideas. Siempre bañadas de un aura de revelación, el conductor de estas conversaciones nos traza un camino que invita a descubrir la riqueza de cada una de las ficciones que él se empeña en descifrar.

ISBN-13: 978-84-940067-4-6
Formato: EPUB (1 MB)


Marcos Fabián Herrera

Nació en El Pital, Huila, Colombia en 1984. Cofundador y asesor editorial del periódico virtual Con-fabulación. Ha ejercido el periodismo cultural y la crítica literaria en diversos periódicos y revistas de Europa y América, entre ellos Prensa Latina, Revista Universidad de Antioquia, Aurora Boreal, Alhucema, Ómnibus, Puesto de Combate y Cuentosymas. Autor de los libros El Coloquio Insolente: Conversaciones con Escritores y artistas colombianos (Coedición de Visage - con-Fabulación 2008);  Silabario de Magia - Poesía (Trilce Editores - 2011). Varios de sus cuentos y poemas han sido traducidos al francés, italiano  y el inglés y hacen parte de antologías publicadas en España, Colombia, Chile y Ecuador.  Sus diálogos con escritores y artistas para la prensa cultural hispanoamericana, además de despertar febriles polémicas,  le han reportado unánimes elogios y lo han ubicado como uno de los cultores más versátiles, documentados y agudos de la conversación literaria. Dialogantes es su segundo volumen de entrevistas con poetas, narradores y ensayistas de Hispanoamérica. 

lunes, 31 de marzo de 2014

Mundo de entrevistas de Luis Pulido Ritter

Nueva Publicación de Aurora Boreal en 
formato ebook 

El nuevo libro que presentamos para descarga, Mundo de entrevistas,  reúne cuarenta y dos entrevistas a diferentes escritores y artistas. Además, incluye  cuarenta y un reseñas de libros de estos autores. Se trata de la compilación de la obra periodística  realizada por el escritor Luis Pulido Ritter entre octubre de 2010 y marzo de 2014  para el periódico La Estrella de Panamá, un reto nada fácil porque el autor ha intentado atrapar el espíritu de un libro y de un autor en cinco preguntas. Es un recorrido espiritual y geográfico que cruza fronteras, en el que el autor ha recorrido toda nuestra América –Caribe incluido, por supuesto- a través de sus diálogos con los autores entrevistados.


lunes, 13 de enero de 2014

Sobre La semilla de la ira: Reseña y entrevista a Consuelo Triviño

Consuelo Triviño Anzola. Foto de Luis Pulido Ritter

"El atractivo de un demonio literario". Entrevista que concede Consuelo Triviño Anzola al periodista Luis Pulido Ritter para la publicación La estrella de Panamá.

Podéis leerla en Entrevista.

Encontrareis también una reseña a La semilla de la ira. Máscaras de Vargas Vila en Reseña a La semilla de la ira: Autor liberal con una pluma anarquista para el mismo periódico panameño.

Espero que disfrutéis con su lectura.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Zingonia Zingone: Entrevista

ENTREVISTA A ZINGONIA ZINGONE

Por Mario Meléndez



Los naufragios del desierto
Vaso Roto Ediciones, 2013
En tu último libro Los naufragios del desierto (Vaso Roto ediciones) podemos apreciar un desplazamiento hacia otras regiones, hacia otras claves que cohabitan en tu imaginario. La poesía de oriente ocupa un lugar preponderante en esta nueva etapa ¿Cómo se produce esta derivación?
Toda creación poética encierra un misterio. Es el fruto de lecturas, vivencias, percepciones, pero también y, yo diría sobre todo, de un misterioso dictado. El desierto es el espacio del silencio, y en el silencio se abre el oído de nuestros sentidos, predisponiéndonos a la escucha. Escucha que permite se mezclen nuestros conocimientos directos con aquellos indirectos, o dictados. Los naufragios del desierto nace más de mi relación con ese silencio que de estudios sobre la poesía de oriente.
Aunque sí me mueva la sabiduría de los sufí (recomiendo la lectura de Pensadores de Oriente de Idries Shah), y sí haya vibrado mucho en los versos de Rumi, Khayyam y Hāfez, no siento que este libro sea producto de la filosofía oriental. Mi imaginario del desierto se desarrolla a partir de El extranjero de Albert Camus. Esta novela, que leí por primera vez en la adolescencia, me marcó de manera muy profunda e instaló en mí la potencia del desierto humano. En contraposición a esto, en mí yace firme la presencia bíblica que se refleja en las vidas de mis tres protagonistas: para ellos el desierto es vacío y plenitud; condición indispensable para transformar las heridas en luz.
Sería injusto para con el impulso creativo que originó este libro, que yo elaborara ad-posteriori un fundamento racional. Releyéndolo me doy cuenta que en él cohabitan numerosas claves, y que en realidad no tiene importancia ni el cuándo ni el dónde ni el cómo, porque el tema es la existencia. Y la existencia, por su naturaleza, se impregna de lo circunstante pero lo trasciende.


¿Cómo se da esto de escribir preferentemente en español siendo italiana de origen? ¿Por qué crees que se genera esta dinámica inusual?
Yo pasé mi infancia en Costa Rica, llevé a cabo mis estudios en inglés, y en casa siempre y sólo escuché hablar italiano. Mis primeras composiciones poéticas (a los 12 años) fueron en inglés. Supongo que el ritmo de las palabras que retumbaba en mí con mayor fuerza era el de mis lecturas escolásticas. Con el tiempo, migré hacia el italiano, en paralelo con los estudios universitarios (Economía) que cursé en Roma, en italiano. Finalmente, al mudarme de nuevo a Centroamérica, a los 27 años y por asuntos profesionales, encontré mi resonancia en el idioma castellano. Es en Nicaragua donde comencé a descubrir matices del idioma que me pertenecían desde tiempos antiguos, y poco a poco me fui afianzando en él.
En Nicaragua también aconteció el Amor. El idioma del amor es el idioma del corazón, y el corazón es aquel que origina todos los latidos. Por ende, aunque a veces pueda cometer errores en español, debidos a su similitud con el italiano, sé que mi pulsación poética le pertenece. Es un latido hispanoamericano. Ya el idioma de mis lecturas se ha vuelto indiferente; a la hora de tomar la pluma entre las manos, los versos surgen en español. Esta dinámica no aplica ni a la narrativa ni al ensayo, géneros en los que me expreso libremente en italiano, inglés y español.
Sin embargo, en respuesta concreta a la pregunta ¿por qué creo que se genera esta dinámica inusual?, tengo que apelar nuevamente al misterio poético.


A la luz de tu experiencia ¿qué diferencias claves adviertes entre la poesía italiana actual y la que se hace en Latinoamérica?
Aclaro que no soy una experta en esta materia, menos una gran lectora de poesía contemporánea (todavía tengo mucho por leer del mundo clásico)…
En términos generales, en la poesía actual italiana percibo más concepto que entrañas. Se siente cierta sumisión a las grandes voces del siglo pasado, y el refugio en un refinamiento estético, salida que se convierte en cerco. Parte de la poesía sigue aferrada a las ideologías difuntas, mientras que otra busca un espacio en el cerrado panorama cultural. Esto último, pareciera ser más importante que la mera esencia del acto creativo, que tiende naturalmente hacia la “ruptura de los esquemas”.
Me atrevo a decir que esta situación responde en parte al estancamiento de la sociedad: los grandes sufrimientos (guerras y pobreza) son sólo recuerdos, y por ende un concepto, y no un sentimiento vivo. Así mismo, la esperanza, que no se vislumbra ni en la economía, ni en la política, ni en la reconquista de los valores fundamentales, constituye una especie de concepto frustrado.
En Latinoamérica, en cambio, la pobreza sigue vigente y las heridas son más frescas; también, es más palpable la esperanza de salir adelante y superar los históricos abusos. Esto se transmite a la lírica, que todavía logra involucrar al lector, provocando en él un movimiento desde adentro hacia fuera y no viceversa. En una tierra que funda sus orígenes en el conflicto entre amerindios y conquistadores, el modus vivendi es la “ruptura de esquemas”. No hay estática en esta lengua rica de resonancias, que engendra poesía como expresión propia de su existir. Y en este sentido, me parece iluminante un trozo del diálogo entre Jung y el indio de Nuevo México “Lago de montaña” (Carl G. Jung, Recuerdos, sueños pensamientos):
«Los blancos quieren siempre algo, están inquietos y desasosegados. No sabemos lo que quieren. No les comprendemos. Creemos que están locos». Le pregunté por qué creía que todos los blancos están locos. Me respondió: «Dicen que piensan con la cabeza.» «¡Pues claro! ¿Con qué piensas tú?», le pregunté. «Nosotros pensamos aquí», dijo señalando su corazón. Quedé sumido en largas reflexiones.


El hecho de dominar varios idiomas te ha permitido leer en lengua original textos fundamentales y traducir también a importantes autores ¿Cómo te sientes en esta labor de traductora?
Traducir es mi forma natural de hablar. Me muevo mucho entre Europa, la India y Latinoamérica, e intercambio con frecuencia mensajes con poetas diseminados por el mundo, por lo que ya se me hizo costumbre pasar de un idioma a otro. Traducirlos y traducirme.
Ahora bien, la labor de traducir poesía no implica sólo dominar los idiomas, sino que entender la cultura que un idioma encierra, para así poder trasponer una cultura en otra, un idioma en otro, un poema en su equivalente traducido. Por esta razón, me siento más cómoda trabajando con la poesía procedente de una cultura que conozco bien.
Prefiero siempre traducir al español. Y aclaro que no es español de España.
Tengo sensibilidad cultural y lingüística para con Italia, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y la India. Pero también me atrevo a traducir la poesía árabe desde el inglés y el francés conjuntamente, y la poesía de los países nórdicos desde el inglés.
Donde se me dificulta la labor, es en el desencuentro con un texto. Si no logro sintonía con el poema que traduzco, es difícil que el resultado me satisfaga, por lo tanto, mi política es traducir sólo lo que me gusta.


Zingonia Zingone
Tu relación con Latinoamérica es muy cercana. Viviste algunos años en Costa Rica y has viajado por varios países de este continente. ¿Por qué se produce esta empatía? ¿Te sientes parte de una cultura, de un tejido social en permanente ebullición?
La empatía está fuera de nuestro control: o se manifiesta o no se manifiesta; no se puede construir a partir de la racionalidad.  
Al pasar mi infancia en Costa Rica, por simple osmosis ambiental, quedé permeada de latinoamericanidad. Me refiero, entre otras cosas, a la lengua, a la música, al dulce de leche y a la tortilla, a la devoción por la Virgen, y a la baraja étnica. Sobre todo, quedé llena de trópico, de esa relación entrañable con la naturaleza.
Más que sentirme parte de un tejido social, siento un vínculo más íntimo, una afinidad profunda. Tan es así, que al mudarme a Nicaragua ya como adulta, sentí que de alguna forma estaba regresando a casa.
En Costa Rica falleció mi padre. En Costa Rica nació mi hijo. La familia paterna de mi hijo es nicaragüense y peruana, por lo que en los últimos diez años, mi vínculo con América Latina se ha ido fortaleciendo siempre más. El amor es el más poderoso de los motores y del amor por una persona, puede nacer el amor por un pueblo, por un territorio.
Regresando al tema de la empatía, creo que vale la pena mencionar que mi memoria sensorial juega un papel importante. Desde niña, siempre la he tenido muy desarrollada, en contraposición con la pésima memoria para con números, datos y textos. El hecho de retener impresiones, las convierte en algo mío, extendiendo mi zona de confort. Esto no sólo me pasa a través de la experiencia personal, sino que a través de la lectura. El ejemplo más impactante implica a Neruda. Estando en el colegio, leí Entierro en el este, un poema que describe un ritual crematorio en las orillas del río Ganges. Me impactaron tanto los ruidos (“pasan sonando cadenas y flautas de cobre” y “el creciente monótono de los tamtam”), los olores punzantes (“azafrán y frutas”, “el humo de las maderas que arden y huelen”), así como colores y texturas (“envueltos en muselina escarlata”), que al visitar la India, hace 5 años, sentí que el país me pertenecía. Esto seguramente se debe también a mi domino del inglés y al trópico que vive en mí.
En resumidas cuentas, sí me identifico profundamente con América Latina, pero tengo empatía fácil con otras regiones del mundo.


Aparte de las lecturas de rigor ¿crees que los viajes han sido funcionales a tu proceso creativo?
Definitivamente. Los viajes amplían los horizontes. Y, como dije anteriormente, mi memoria sensorial engloba rápidamente las impresiones.


Has incursionado en otros géneros literarios, especialmente la narrativa. Publicaste en 2000 una novela que lleva por título Il velo. ¿Crees que el poeta tiene esa capacidad de desdoblamiento cuando aborda otro escenario? ¿Cómo fue la experiencia en tu caso?
No podría generalizar. Hay poetas que son también ensayistas, dramaturgos, cuentistas y novelistas brillantes, como hay otros que sólo tienen vocación de poeta. Es algo muy personal.
A mí, desde que era niña me fascinaba contar cuentos, inventar historias. Como también tuve siempre amigos imaginarios que me acompañaban y con los cuales compartía unas historias elaboradísimas. El paso siguiente hubiera sido ponerlas por escrito.
Creo que para aprender a narrar, se necesita práctica y disciplina. Existen técnicas, pero lo que más me resultó a mí, fue la lectura de buenos cuentos y novelas, escritos en la estética contemporánea. Una vez organizadas las ideas en forma esquemática, sigue lo metódico: sentarse a diario frente al papel y avanzar hacia el objetivo. Así fue como escribí Il Velo y mi novela inédita, La leyenda del mendigo. Para esta última me nutrí de Stienbeck, Scott Fitzgerald y Hemingway; está escrita en tercera persona, y cada capítulo corresponde a una escena, como en una película. Il Velo, en cambio, es una novela intimista, escrita en primera persona y con un lenguaje más poético, menos fluido. Peculiarmente, el protagonista es un hombre.
Como reto personal, hace años incursioné también en el teatro. Era una época en la que estaba obsesionada por la obra del dramaturgo francés Jean Anouilh, y leía una o dos piezas suyas al día. Entré en el ritmo del teatro y escribí una obra en tres actos, Desideria. No era más que un ejercicio, pero no descarto retomarla en algún momento.


Volviendo a tu proceso creativo, ¿qué cambios adviertes desde tus primeros libros a lo que vienes haciendo en la actualidad?
Soy poeta por nacimiento, por instinto, y no llevé a cabo estudios literarios, por lo cual mi poesía se encontraba inicialmente en su “estado bruto”. El tiempo y las lecturas han ido depurando mi voz.
Soy de aquellos reticentes a sacar su primer libro del armario. Sin embargo, como me dijo el dueño de la editorial costarricense Perro Azul, “si no se le apoya al poeta la edición de su primer libro, puede que se frustre y deje de escribir. El reto es que cada libro supere al anterior.” O, yo agregaría, cuando la voz es madura, que no se repita, que explore nuevos entornos. Siempre que las musas sigan cantando.
En estos 7 años (Máscara del delirio se publicó en el 2006) fui aprendiendo a hacer mi trabajo: leer mucho y leer bien; vivir con todos los sentidos desplegados, sentarme a escuchar el dictado, y recogerlo sobre el papel en blanco. Acto seguido: el reposo del texto y la pulida correspondiente. También ha resultado útil la confrontación con poetas de mayor trayectoria.
Este proceso me ha servido para entender que tengo que tomar las distancias del poema. Estar en él sin invadirlo. Tratar de que mi presencia pase desapercibida. Creo que esto último es precisamente lo que le da fuerza a Los naufragios del desierto.


Existe una incapacidad de reconocer al otro cuando no pertenece a un grupo determinado. Este sentido de competitividad mal entendido hace que la poesía muchas veces sea un medio y no un fin. ¿Por qué piensas que se da este fenómeno?
Esta pregunta me hace sonreír porque me recuerda algo que leí en Pensadores de Oriente: Los sufí, es comúnmente reconocido, han producido parte de la grande literatura mundial, particularmente en lo que se refiere a cuentos, obras ilustradas y poesía. Sin embargo, a diferencia de los “trabajadores literarios” o escritores profesionales, ellos ven esto como un medio para trabajar y no como el fin de su trabajo: “Cuando el Hombre Elevado hace algo admirable, es una evidencia de su maestría, no el objeto de la misma”.
Sonrío porque pienso parecido a los sufí. Soy reticente a eso de pertenecer a un grupo y, sobre todo, pienso que la creación está por encima de su creador. Entiendo bien el problema que planteas, sin embargo, me tiene sin cuidado. Es triste pensar que en la poesía existan círculos de poder, pero el poder, como todos sabemos, es un reflejo de cierta parte oscura del hombre. Yo pienso que todo cae por su propio peso y que la verdad (en este caso me refiero al talento) de una u otra manera, con tiempos ajenos a nuestros tiempos, sale a flote.


Paul Celan afirmaba que la poesía es una especie de regreso a casa. ¿Qué sería para ti?
Parecido a Celan: es la vía del regreso a casa, porque el camino de la poesía, para mí, coincide con el camino espiritual. Ese trabajo de eliminar lo superfluo para llegar a la esencia, a la palabra precisa, a la verdad desnuda.
La poesía es búsqueda, pero hay que preguntarse ¿qué busco? Personalmente, no creo en los ejercicios estilísticos, en la búsqueda de la forma sin contenido. Creo más bien en el escarbado profundo. Es allí donde se descubren horizontes siempre nuevos. Bien lo dice el poeta argentino Hugo Mujica en su Poéticas del vacío: “El hombre, lo supo también Pascal, es un ser finito habitado por la infinitud.”






Zingonia Zingone
Zingonia Zingone. Poeta, narradora y traductora. Creció entre Italia y Costa Rica, y es licenciada en Economía. Escribe en castellano y vive en Roma.
Poemarios: Máscara del delirio (Perro Azul, 2006; Lietocolle, 2008), Cosmo-agonía (Perro Azul, 2007), Tana Katana (Perro Azul, 2009), Equilibrista del olvido (Raffaelli Editore, 2011; Editorial Germinal, 2012; Poetrywala, 2011; Aharnishi Prakashana, 2012), y Los Naufragios del Desierto (Vaso Roto Ediciones, 2013). Novela en Italiano: Il velo (Elephanta Press, 2000).
Su obra ha sido incluida en numerosas revistas literarias y ha sido traducida a varios idiomas como inglés, chino, hindi, kannada, malayalam, marathi y albanés.
Obras traducidas al español: Alarma de Virus (Ediciones Espiral, 2012) del poeta marathi Hemant Divate y La Cruz es un camino (Edizioni della Meridiana, 2013) del poeta italiano Daniele Mencarelli.
Integrante de la junta organizadora del festival internacional de poesía “Kritya” (India). Desde el 2007 ha participado en numerosos festivales internacionales de poesía en América Latina, Europa y Asia.



Zingonia Zingone: Entrevista

ENTREVISTA A ZINGONIA ZINGONE

Por Mario Meléndez



Los naufragios del desierto
Vaso Roto Ediciones, 2013
En tu último libro Los naufragios del desierto (Vaso Roto ediciones) podemos apreciar un desplazamiento hacia otras regiones, hacia otras claves que cohabitan en tu imaginario. La poesía de oriente ocupa un lugar preponderante en esta nueva etapa ¿Cómo se produce esta derivación?
Toda creación poética encierra un misterio. Es el fruto de lecturas, vivencias, percepciones, pero también y, yo diría sobre todo, de un misterioso dictado. El desierto es el espacio del silencio, y en el silencio se abre el oído de nuestros sentidos, predisponiéndonos a la escucha. Escucha que permite se mezclen nuestros conocimientos directos con aquellos indirectos, o dictados. Los naufragios del desierto nace más de mi relación con ese silencio que de estudios sobre la poesía de oriente.
Aunque sí me mueva la sabiduría de los sufí (recomiendo la lectura de Pensadores de Oriente de Idries Shah), y sí haya vibrado mucho en los versos de Rumi, Khayyam y Hāfez, no siento que este libro sea producto de la filosofía oriental. Mi imaginario del desierto se desarrolla a partir de El extranjero de Albert Camus. Esta novela, que leí por primera vez en la adolescencia, me marcó de manera muy profunda e instaló en mí la potencia del desierto humano. En contraposición a esto, en mí yace firme la presencia bíblica que se refleja en las vidas de mis tres protagonistas: para ellos el desierto es vacío y plenitud; condición indispensable para transformar las heridas en luz.
Sería injusto para con el impulso creativo que originó este libro, que yo elaborara ad-posteriori un fundamento racional. Releyéndolo me doy cuenta que en él cohabitan numerosas claves, y que en realidad no tiene importancia ni el cuándo ni el dónde ni el cómo, porque el tema es la existencia. Y la existencia, por su naturaleza, se impregna de lo circunstante pero lo trasciende.


¿Cómo se da esto de escribir preferentemente en español siendo italiana de origen? ¿Por qué crees que se genera esta dinámica inusual?
Yo pasé mi infancia en Costa Rica, llevé a cabo mis estudios en inglés, y en casa siempre y sólo escuché hablar italiano. Mis primeras composiciones poéticas (a los 12 años) fueron en inglés. Supongo que el ritmo de las palabras que retumbaba en mí con mayor fuerza era el de mis lecturas escolásticas. Con el tiempo, migré hacia el italiano, en paralelo con los estudios universitarios (Economía) que cursé en Roma, en italiano. Finalmente, al mudarme de nuevo a Centroamérica, a los 27 años y por asuntos profesionales, encontré mi resonancia en el idioma castellano. Es en Nicaragua donde comencé a descubrir matices del idioma que me pertenecían desde tiempos antiguos, y poco a poco me fui afianzando en él.
En Nicaragua también aconteció el Amor. El idioma del amor es el idioma del corazón, y el corazón es aquel que origina todos los latidos. Por ende, aunque a veces pueda cometer errores en español, debidos a su similitud con el italiano, sé que mi pulsación poética le pertenece. Es un latido hispanoamericano. Ya el idioma de mis lecturas se ha vuelto indiferente; a la hora de tomar la pluma entre las manos, los versos surgen en español. Esta dinámica no aplica ni a la narrativa ni al ensayo, géneros en los que me expreso libremente en italiano, inglés y español.
Sin embargo, en respuesta concreta a la pregunta ¿por qué creo que se genera esta dinámica inusual?, tengo que apelar nuevamente al misterio poético.


A la luz de tu experiencia ¿qué diferencias claves adviertes entre la poesía italiana actual y la que se hace en Latinoamérica?
Aclaro que no soy una experta en esta materia, menos una gran lectora de poesía contemporánea (todavía tengo mucho por leer del mundo clásico)…
En términos generales, en la poesía actual italiana percibo más concepto que entrañas. Se siente cierta sumisión a las grandes voces del siglo pasado, y el refugio en un refinamiento estético, salida que se convierte en cerco. Parte de la poesía sigue aferrada a las ideologías difuntas, mientras que otra busca un espacio en el cerrado panorama cultural. Esto último, pareciera ser más importante que la mera esencia del acto creativo, que tiende naturalmente hacia la “ruptura de los esquemas”.
Me atrevo a decir que esta situación responde en parte al estancamiento de la sociedad: los grandes sufrimientos (guerras y pobreza) son sólo recuerdos, y por ende un concepto, y no un sentimiento vivo. Así mismo, la esperanza, que no se vislumbra ni en la economía, ni en la política, ni en la reconquista de los valores fundamentales, constituye una especie de concepto frustrado.
En Latinoamérica, en cambio, la pobreza sigue vigente y las heridas son más frescas; también, es más palpable la esperanza de salir adelante y superar los históricos abusos. Esto se transmite a la lírica, que todavía logra involucrar al lector, provocando en él un movimiento desde adentro hacia fuera y no viceversa. En una tierra que funda sus orígenes en el conflicto entre amerindios y conquistadores, el modus vivendi es la “ruptura de esquemas”. No hay estática en esta lengua rica de resonancias, que engendra poesía como expresión propia de su existir. Y en este sentido, me parece iluminante un trozo del diálogo entre Jung y el indio de Nuevo México “Lago de montaña” (Carl G. Jung, Recuerdos, sueños pensamientos):
«Los blancos quieren siempre algo, están inquietos y desasosegados. No sabemos lo que quieren. No les comprendemos. Creemos que están locos». Le pregunté por qué creía que todos los blancos están locos. Me respondió: «Dicen que piensan con la cabeza.» «¡Pues claro! ¿Con qué piensas tú?», le pregunté. «Nosotros pensamos aquí», dijo señalando su corazón. Quedé sumido en largas reflexiones.


El hecho de dominar varios idiomas te ha permitido leer en lengua original textos fundamentales y traducir también a importantes autores ¿Cómo te sientes en esta labor de traductora?
Traducir es mi forma natural de hablar. Me muevo mucho entre Europa, la India y Latinoamérica, e intercambio con frecuencia mensajes con poetas diseminados por el mundo, por lo que ya se me hizo costumbre pasar de un idioma a otro. Traducirlos y traducirme.
Ahora bien, la labor de traducir poesía no implica sólo dominar los idiomas, sino que entender la cultura que un idioma encierra, para así poder trasponer una cultura en otra, un idioma en otro, un poema en su equivalente traducido. Por esta razón, me siento más cómoda trabajando con la poesía procedente de una cultura que conozco bien.
Prefiero siempre traducir al español. Y aclaro que no es español de España.
Tengo sensibilidad cultural y lingüística para con Italia, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y la India. Pero también me atrevo a traducir la poesía árabe desde el inglés y el francés conjuntamente, y la poesía de los países nórdicos desde el inglés.
Donde se me dificulta la labor, es en el desencuentro con un texto. Si no logro sintonía con el poema que traduzco, es difícil que el resultado me satisfaga, por lo tanto, mi política es traducir sólo lo que me gusta.


Zingonia Zingone
Tu relación con Latinoamérica es muy cercana. Viviste algunos años en Costa Rica y has viajado por varios países de este continente. ¿Por qué se produce esta empatía? ¿Te sientes parte de una cultura, de un tejido social en permanente ebullición?
La empatía está fuera de nuestro control: o se manifiesta o no se manifiesta; no se puede construir a partir de la racionalidad.  
Al pasar mi infancia en Costa Rica, por simple osmosis ambiental, quedé permeada de latinoamericanidad. Me refiero, entre otras cosas, a la lengua, a la música, al dulce de leche y a la tortilla, a la devoción por la Virgen, y a la baraja étnica. Sobre todo, quedé llena de trópico, de esa relación entrañable con la naturaleza.
Más que sentirme parte de un tejido social, siento un vínculo más íntimo, una afinidad profunda. Tan es así, que al mudarme a Nicaragua ya como adulta, sentí que de alguna forma estaba regresando a casa.
En Costa Rica falleció mi padre. En Costa Rica nació mi hijo. La familia paterna de mi hijo es nicaragüense y peruana, por lo que en los últimos diez años, mi vínculo con América Latina se ha ido fortaleciendo siempre más. El amor es el más poderoso de los motores y del amor por una persona, puede nacer el amor por un pueblo, por un territorio.
Regresando al tema de la empatía, creo que vale la pena mencionar que mi memoria sensorial juega un papel importante. Desde niña, siempre la he tenido muy desarrollada, en contraposición con la pésima memoria para con números, datos y textos. El hecho de retener impresiones, las convierte en algo mío, extendiendo mi zona de confort. Esto no sólo me pasa a través de la experiencia personal, sino que a través de la lectura. El ejemplo más impactante implica a Neruda. Estando en el colegio, leí Entierro en el este, un poema que describe un ritual crematorio en las orillas del río Ganges. Me impactaron tanto los ruidos (“pasan sonando cadenas y flautas de cobre” y “el creciente monótono de los tamtam”), los olores punzantes (“azafrán y frutas”, “el humo de las maderas que arden y huelen”), así como colores y texturas (“envueltos en muselina escarlata”), que al visitar la India, hace 5 años, sentí que el país me pertenecía. Esto seguramente se debe también a mi domino del inglés y al trópico que vive en mí.
En resumidas cuentas, sí me identifico profundamente con América Latina, pero tengo empatía fácil con otras regiones del mundo.


Aparte de las lecturas de rigor ¿crees que los viajes han sido funcionales a tu proceso creativo?
Definitivamente. Los viajes amplían los horizontes. Y, como dije anteriormente, mi memoria sensorial engloba rápidamente las impresiones.


Has incursionado en otros géneros literarios, especialmente la narrativa. Publicaste en 2000 una novela que lleva por título Il velo. ¿Crees que el poeta tiene esa capacidad de desdoblamiento cuando aborda otro escenario? ¿Cómo fue la experiencia en tu caso?
No podría generalizar. Hay poetas que son también ensayistas, dramaturgos, cuentistas y novelistas brillantes, como hay otros que sólo tienen vocación de poeta. Es algo muy personal.
A mí, desde que era niña me fascinaba contar cuentos, inventar historias. Como también tuve siempre amigos imaginarios que me acompañaban y con los cuales compartía unas historias elaboradísimas. El paso siguiente hubiera sido ponerlas por escrito.
Creo que para aprender a narrar, se necesita práctica y disciplina. Existen técnicas, pero lo que más me resultó a mí, fue la lectura de buenos cuentos y novelas, escritos en la estética contemporánea. Una vez organizadas las ideas en forma esquemática, sigue lo metódico: sentarse a diario frente al papel y avanzar hacia el objetivo. Así fue como escribí Il Velo y mi novela inédita, La leyenda del mendigo. Para esta última me nutrí de Stienbeck, Scott Fitzgerald y Hemingway; está escrita en tercera persona, y cada capítulo corresponde a una escena, como en una película. Il Velo, en cambio, es una novela intimista, escrita en primera persona y con un lenguaje más poético, menos fluido. Peculiarmente, el protagonista es un hombre.
Como reto personal, hace años incursioné también en el teatro. Era una época en la que estaba obsesionada por la obra del dramaturgo francés Jean Anouilh, y leía una o dos piezas suyas al día. Entré en el ritmo del teatro y escribí una obra en tres actos, Desideria. No era más que un ejercicio, pero no descarto retomarla en algún momento.


Volviendo a tu proceso creativo, ¿qué cambios adviertes desde tus primeros libros a lo que vienes haciendo en la actualidad?
Soy poeta por nacimiento, por instinto, y no llevé a cabo estudios literarios, por lo cual mi poesía se encontraba inicialmente en su “estado bruto”. El tiempo y las lecturas han ido depurando mi voz.
Soy de aquellos reticentes a sacar su primer libro del armario. Sin embargo, como me dijo el dueño de la editorial costarricense Perro Azul, “si no se le apoya al poeta la edición de su primer libro, puede que se frustre y deje de escribir. El reto es que cada libro supere al anterior.” O, yo agregaría, cuando la voz es madura, que no se repita, que explore nuevos entornos. Siempre que las musas sigan cantando.
En estos 7 años (Máscara del delirio se publicó en el 2006) fui aprendiendo a hacer mi trabajo: leer mucho y leer bien; vivir con todos los sentidos desplegados, sentarme a escuchar el dictado, y recogerlo sobre el papel en blanco. Acto seguido: el reposo del texto y la pulida correspondiente. También ha resultado útil la confrontación con poetas de mayor trayectoria.
Este proceso me ha servido para entender que tengo que tomar las distancias del poema. Estar en él sin invadirlo. Tratar de que mi presencia pase desapercibida. Creo que esto último es precisamente lo que le da fuerza a Los naufragios del desierto.


Existe una incapacidad de reconocer al otro cuando no pertenece a un grupo determinado. Este sentido de competitividad mal entendido hace que la poesía muchas veces sea un medio y no un fin. ¿Por qué piensas que se da este fenómeno?
Esta pregunta me hace sonreír porque me recuerda algo que leí en Pensadores de Oriente: Los sufí, es comúnmente reconocido, han producido parte de la grande literatura mundial, particularmente en lo que se refiere a cuentos, obras ilustradas y poesía. Sin embargo, a diferencia de los “trabajadores literarios” o escritores profesionales, ellos ven esto como un medio para trabajar y no como el fin de su trabajo: “Cuando el Hombre Elevado hace algo admirable, es una evidencia de su maestría, no el objeto de la misma”.
Sonrío porque pienso parecido a los sufí. Soy reticente a eso de pertenecer a un grupo y, sobre todo, pienso que la creación está por encima de su creador. Entiendo bien el problema que planteas, sin embargo, me tiene sin cuidado. Es triste pensar que en la poesía existan círculos de poder, pero el poder, como todos sabemos, es un reflejo de cierta parte oscura del hombre. Yo pienso que todo cae por su propio peso y que la verdad (en este caso me refiero al talento) de una u otra manera, con tiempos ajenos a nuestros tiempos, sale a flote.


Paul Celan afirmaba que la poesía es una especie de regreso a casa. ¿Qué sería para ti?
Parecido a Celan: es la vía del regreso a casa, porque el camino de la poesía, para mí, coincide con el camino espiritual. Ese trabajo de eliminar lo superfluo para llegar a la esencia, a la palabra precisa, a la verdad desnuda.
La poesía es búsqueda, pero hay que preguntarse ¿qué busco? Personalmente, no creo en los ejercicios estilísticos, en la búsqueda de la forma sin contenido. Creo más bien en el escarbado profundo. Es allí donde se descubren horizontes siempre nuevos. Bien lo dice el poeta argentino Hugo Mujica en su Poéticas del vacío: “El hombre, lo supo también Pascal, es un ser finito habitado por la infinitud.”






Zingonia Zingone
Zingonia Zingone. Poeta, narradora y traductora. Creció entre Italia y Costa Rica, y es licenciada en Economía. Escribe en castellano y vive en Roma.
Poemarios: Máscara del delirio (Perro Azul, 2006; Lietocolle, 2008), Cosmo-agonía (Perro Azul, 2007), Tana Katana (Perro Azul, 2009), Equilibrista del olvido (Raffaelli Editore, 2011; Editorial Germinal, 2012; Poetrywala, 2011; Aharnishi Prakashana, 2012), y Los Naufragios del Desierto (Vaso Roto Ediciones, 2013). Novela en Italiano: Il velo (Elephanta Press, 2000).
Su obra ha sido incluida en numerosas revistas literarias y ha sido traducida a varios idiomas como inglés, chino, hindi, kannada, malayalam, marathi y albanés.
Obras traducidas al español: Alarma de Virus (Ediciones Espiral, 2012) del poeta marathi Hemant Divate y La Cruz es un camino (Edizioni della Meridiana, 2013) del poeta italiano Daniele Mencarelli.
Integrante de la junta organizadora del festival internacional de poesía “Kritya” (India). Desde el 2007 ha participado en numerosos festivales internacionales de poesía en América Latina, Europa y Asia.



miércoles, 29 de septiembre de 2010

No hay silencio que no termine. Libro de Ingrid Betancourt

El sello Aguilar, que distribuirá el libro en Hispanoamérica, sintetiza sus 712 páginas con “un viaje al corazón de las emociones extremas, una meditación sobre la vida, sobre la condición del réprobo y sobre lo que significa ser humano”. Hasta ahí la prosa publicitaria en vísperas de lanzamiento editorial.

Otro es, sin embargo, el peso de lo dicho por el escritor y crítico Héctor Abad, que ya lo leyó y habla de la fuerza “hipnótica” del relato que, pronostica, “será un clásico de la historia y de la literatura colombianas”.
Con motivo del lanzamiento de No hay silencio que no termine, María Isabel García de Radio Nederland entrevista a la escritora colombiana Consuelo Triviño Anzola, quien inauguró el VI Simposio Internacional de Literatura, convocado por la Universidad Central de Bogotá, dedicado a la novela histórica y a la ficción en la historia, realizado del 8 al 10 de septiembre. La entrevista completa en el siguiente enlace http://www.rnw.nl/espanol/article/colombia-ingrid-otra-vez-desde-la-selva

domingo, 2 de mayo de 2010

Revista Aurora Boreal

Queremos dar la bienvenida a la red a la excelente revista Aurora Boreal, editada desde España y Dinamarca por Guillermo Camacho.
http://www.auroraboreal.net/

AURORABOREAL es la publicación para los amantes del español en Escandinavia y todo el mundo. Se constituyó en 2007 en Dinamarca y actualmente tiene un selecto grupo de lectores alrededor del planeta. Manifiesto: Promover la cultura de la lengua española en el mundo entero. Temas: literatura, poesía, arte, música, teatro, fotografía, arquitectura, diseño y cultura en general. Un foro para difundir, discutir y gozar el español entre la gente que lo habla y lo estudia. Artículos de calidad académica. Una ventana abierta a las inquietudes de los artistas.


En su número 6, ya se puede acceder a una entrevista que Consuelo Triviño Anzola hace al escritor colombiano Darío Ruiz, en http://www.auroraboreal.net/index.php?option=com_content&view=article&id=295:dario-ruiz-gomez-entender-la-modernidad-como-progreso-material-ademas-de-erroneo-es-peligroso&catid=91:entrevistas&Itemid=275

Por otra parte también reseña su última publicación Crímenes Municipales, editado por Mirada Malva.
http://www.auroraboreal.net/index.php?option=com_content&view=article&id=296:crimenes-municipales-dario-ruiz-gomez&catid=86:libros&Itemid=266




Queremos asimismo destacar la reseña que de Una isla en la luna de Consuelo Triviño, publica María del Rocío Parada
http://www.auroraboreal.net/index.php?option=com_content&view=article&id=306:metaliteratura-maldita&catid=86:libros&Itemid=266